Carlos Sobera (60 años) y Patricia Santamarina (49) están de celebración. Hace seis años, la pareja, en una ceremonia secreta y alejados del foco mediático de este país, sellaban su historia de amor uniéndose en matrimonio. Era en Tulum, México, un destino que se ha convertido en imprescindible de los rostros conocidos ahora, en tiempos de pandemia y con restricciones más laxas. La pareja ha recordado en sus redes sociales ese día. Ella, con una imagen en la que aparecen cogidos de la mano; él, con una foto en la que, como indica, la mirada que le dedica a su esposa no necesita explicaciones escritas.
Lo cierto es que, lo que hoy es una historia de amor de la que presumen, amenazó con no llegar ni siquiera a colocar los cimientos. Patricia lo contaba en una entrevista con Bertín Osborne (66), en Mi casa es la tuya. "Me caía fatal, le veía y le tenía rabia, hasta me quitó una casa que yo iba a comprar, cuando tenía que verle por trabajo iba jurando en arameo. Yo estaba ahí trabajando y ni le conocí, me negué", explicaba divertida ella. Pero una tercera persona indicó un día a Patricia que tenía que acercarse al camerino de Carlos para indicarle el retraso en una grabación. Allí surgió la chispa.
Desde aquello han pasado 16 años. Diez de noviazgo y seis, que acaban de cumplirse, de matrimonio. Y si algo no se les puede negar, es que han sabido cumplir ese clásico "en la salud y en la enfermedad" que se pronuncia de carrerilla en las bodas. Porque los problemas de salud han sido un capítulo importante -y desagradable- desde aquel sincero 'sí, quiero'. Para los dos.
En febrero de 2019, era Santamarina quien daba el susto. Un derrame cerebral la llevaba hasta la UCI. "Viví unos momentos de zozobra importantes, porque ves que la persona a la que quieres se puede ir, y la vida te da un revolcón. Te das cuenta de algo que, en el fondo, todos tenemos claro: que la vida hay que vivirla intensamente, que hay que beberla de un trago y no a sorbitos", explicaba hace un par de meses Sobera a JALEOS en conversación telefónica.
A Patricia no le han quedado secuelas, y el pasado mes de febrero hablaba así de aquella experiencia amarga: "Estoy perfecta, ha sido como una enseñanza de vida, estoy más contenta, más alegre, más optimista. No hay nada como que te den un pequeño susto para que empieces a valorar las pequeñas cosas un poco más. Y que agradezcas muchísimo todo lo que hacen los sanitarios".
Casi sin poder recuperarse de aquello, fue Sobera quien se encontró con un contratiempo. El vasco acudió a urgencias por unas molestias que asociaba con hemorroides. No lo eran. Se trataba de una fístula que le provocó una infección y, al tratarse de un paciente con diabetes, tuvo un principio de gangrena muy serio. Tanto como para temer por su vida. "Me advirtieron de que no era una urgencia, sino una emergencia, y que en 24 horas sí que podía morir si la bacteria entraba en la sangre", explicó en su momento para que el público fuese consciente de la gravedad de la situación.
No son los únicos momentos en los que han sentido lo que es el miedo. Unos años antes de certificar su matrimonio, en 2012, durante un viaje a África, pudo suceder una tragedia. "Esta tarde he estado a punto de morir. Cara y cruz de un día en la reserva de Ngorongoro, Tanzania", comenzaba el relato en Twitter sobre cómo se le ocurrió ponerse a correr delante de un elefante que, al ver cómo este trataba de huir, se puso aún más nervioso y pudo haber acabado con su vida.
La cara amable de su relación
Amén de todas estas experiencias desagradables, lo cierto es que juntos han sido capaces de escribir una historia de amor donde el capítulo más feliz fue el nacimiento de su única hija en común, Natalia (13), reconocido por él mismo. Juntos han formado una familia en la que Arianna Aragón (22), hija de Santamarina y Rody Aragón (62) es pieza imprescindible -no hay nada más que ver la complicidad entre la joven y su padrastro en El precio justo, donde Sobera presenta y ella ejerce de azafata en su debut televisivo-.
Una vida que desarrollan en el chalé con el que cuentan en el norte de Madrid, en Colmenar Viejo, que adquirieron en 2011 y donde son capaces de desarrollar su día a día alejados de los flashes. Una pareja normal y poco amiga de acaparar titulares -por eso la vivienda se encuentra situada en la urbanización Ciudalgolf, una especie de búnker para escapar de las miradas de los curiosos y de los objetivos de los paparazzi-, pero que siempre ha mantenido una relación cordial con la prensa. Sin ocultar nada.
A pesar de que ella siempre ha tratado de mantener un perfil bajo, propio de quien se desenvuelve con mayor soltura detrás que delante de las cámaras, lo cierto es que Sobera ha querido darle su lugar. Él es, sin duda, uno de los hombres del momento de la televisión española. Y ha querido que España entera sepa que ella tiene buena parte de culpa de ese éxito. Porque forman un equipo sin fisuras, en la salud y, sobre todo, en la enfermedad.
[Más información: Patricia Santamarina, mujer de Carlos Sobera, habla de su derrame cerebral y de su actual estado de salud]