Tania LLasera en un montaje de JALEOS.

Tania LLasera en un montaje de JALEOS.

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La enfermedad de Tania LLasera que le ha llevado a comprarse una casa en el campo

La presentadora sufre un trastorno de ansiedad relacionado con los espacios, como ella misma ha explicado en sus redes.

29 mayo, 2021 01:08

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Pocas personas tan conocidas han hablado tanto de su intimidad como lo ha hecho Tania Llasera (41 años). Y cuando hablamos de intimidad no nos referimos a relaciones sentimentales, sino a aspectos mucho más personales y quizás delicados, como los que tienen que ver con el bienestar corporal y emocional.

La actriz y presentadora bilbaína está acostumbrada a lidiar con comentarios sobre su aspecto físico. Basta con probar a meter su nombre en Google para comprobarlo. Sin ir más lejos, en los últimos días Llasera ha vuelto a ser noticia por una frase que dejó en su perfil de Instagram: "Casi todas las mujeres tenemos celulitis y no es nada malo". El comentario venía a colación de un asunto, la denominada piel de naranja, a la que ella misma daba una importancia relativa: "Me gusta aceptarme tal y como soy pero a la vez cuidarme la piel y mejorarla".

Este es solo un ejemplo de cómo es Tania Llasera, una persona que se acepta a sí misma y que rezuma sinceridad. Quizás esa sea una de las razones por las que cuenta con un importante número de seguidores en Instagram. Más de 712.000 followers están atentos a sus publicaciones, una cifra que solo se puede entender desde su razón de personaje público, pero también del interés que despiertan sus post.

Una muestra de ello es el publicado el pasado 16 de mayo. Esta vez la foto elegida para ilustrarlo no era ninguna en la que apareciera la propia presentadora, sino un 'picado' tomado desde una planta superior en el que se podía apreciar una amplia estancia. El texto despejaba cualquier duda: "We bought a house in the country!!", comenzaba escribiendo. Sí, Llasera y su familia se han comprado una casa en el campo.

Razones

Si alguien piensa que detrás de esa adquisición se encontraba algún capricho, Tania Llasera se encarga de derribar ese prejuicio. "Quiero compartir algo muy importante para mí: yo de horóscopo soy cáncer, y el hogar para nosotr@s es MUY importante. Imagino que como muchos, el confinamiento por covid más duro confinados en familia en un piso 56 días sin salir, me agobió mucho no, muchísimo", expone. Y, claro, después del trance que supuso para todos el confinamiento, las razones se entienden mejor, sobre todo cuando la protagonista en cuestión confiesa lo siguiente: "Soy una persona que sabe lo que es la agorafobia, pero también sufre de claustrofobia".

A estas alturas del siglo XXI, estos términos son muy conocidos, pero nunca está de más acercarse a las definiciones científicas para acabar con los falsos mitos. Así, la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI) explica la agorafobia como "una situación en la que hay miedo o pánico a la situación en la que se encuentra uno, generalmente relacionada con espacios abiertos, o en los que puede acumularse mucha gente". Atendiendo a la etimología, ágora es un término que proviene del griego y que significa plaza o espacio abierto.

Por su parte, la claustrofobia también es un trastorno de la ansiedad relacionado con los espacios, pero en esta ocasión con los que están cerrados. Atendiendo a la imagen publicada por Tania Llasera, quizás esta última definición se corresponda más con esa decisión de comprar una casa amplia y espaciosa.

Tania LLasera en el plató de 'La Voz'.

Tania LLasera en el plató de 'La Voz'. Gtres

Pero ¿por qué se dan este tipo de trastornos? Profesionales de la salud mental hablan de dos causas fundamentales. La primera tiene que ver con experiencias traumáticas, como puede ser el hecho de quedarse encerrado en un ascensor durante un largo periodo de tiempo; y el conocido como aprendizaje vicario, es decir, un patrón aprendido a través de la observación de personas que reaccionan con ansiedad a situaciones similares.

Afortunadamente, los efectos de estos trastornos se pueden paliar e incluso, en el mejor de los casos, pueden desaparecer. Los tratamientos van desde las terapias de relajación, que tienen como misión aprender a controlar el sistema nervioso, hasta la reestructuración cognitiva, dirigida a la racionalización de los pensamientos. Por último, se puede optar por exponer de forma gradual al paciente a situaciones que desencadenen esas reacciones para normalizar esas reacciones.

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