No, él tampoco tuvo la fórmula mágica y España volvió a firmar una discreta actuación en Eurovisión. Blas Cantó (29 años) se tuvo que conformar con la posición número 24, descubriendo de primera mano que el talento no es el único requisito necesario para lograr reconocimiento en este festival: las tradiciones en los votos, las relaciones internacionales... Demasiados aspectos sobre el tablero para que la partida salga bien.
La interpretación del tema Voy a quedarme solo le valió al artista de Ricote, Murcia, para arañar seis puntos, una pobre puntuación que explica la antepenúltima posición con la que se marchó del esperado evento de Róterdam, Países Bajos. Ese resultado sería un golpe en la moral para cualquier artista, especialmente par alguien como Blas Cantó que vivió grandes cotas de popularidad durante su estancia en Auryn.
Este quizás fue el peor desenlace para una historia, la de Blas Cantó y Eurovisión, que comenzó a gestarse muchos años atrás. Después de despuntar en varias ediciones del concurso de Teresa Rabal (68), Veo veo, el murciano estuvo muy cerca de ser elegido para representar a España en Eurojunior. Cantó llegó a la gran final, pero allí el premio principal se lo acabó llevando María Isabel (26). La onubense acabó ganando este festival... Otro guiño del destino.
Quizás todas estas experiencias acabaron sembrando el terreno para el triste episodio que vivió Blas Cantó en el 2020. Antes de que la pandemia marcara la vida de todos los españoles, el artista había sido elegido, por fin, para representar a España en el Festival de Eurovisión. Su sueño estaba más cerca. Sin embargo, el coronavirus lo eclipsó todo, el mundo entero se confinó y la edición de este certamen se cancelaba.
El varapalo tuvo que ser duro. Después de tanto tiempo esperando ese momento, un hecho tan inesperado y ajeno como una pandemia abría un túnel en el que, entonces, apenas se atisbaba el final. Por eso, el anuncio que hizo el artista a través de su perfil de Instagram era, si cabe, un poco más inteligible: "Hola familia, quería hacer un vídeo explicando mi actual situación, pero aún no me veo con fuerzas para hacer un monólogo delante de una cámara, eso nunca se me dio demasiado bien, tal vez por eso recurrí a la música, para verbalizar mis sentimientos".
Así, en este post, Cantó se sinceró plenamente con sus seguidores, explicando y contextualizando algunas de las situaciones que se dieron en aquel momento. Como él mismo explicó, la situación no era nueva: “...Un problema que me sucede desde mi anterior etapa en el grupo (Auryn) y que este confinamiento ha sacado a relucir. Recuerdo en 2015 que habíamos tenido una firma de discos, en la noche me desperté a las cinco de la mañana, temblando y con 38´5 de fiebre”.
El propio Blas Cantó se encargó de corroborar posteriormente que ha tenido que aprender a sobrellevar la ansiedad, un mecanismo adaptativo natural que lo pone en alerta ante sucesos comprometidos, pero que en un grado elevado deja al individuo paralizado, con un sentimiento de indefensión y, en general, se produce un deterioro del funcionamiento psicosocial y fisiológico.
Como tantos otros problemas de carácter psicológico, la ansiedad va dejando de ser un tabú, entre otras cosas, porque en una sociedad como la actual, muy ligada al estrés, este trastorno está más extendido de lo deseable. En el 2019, la Encuesta Nacional de Salud reflejaba que la ansiedad crónica ya afectaba a más de un 7% de la población en nuestro país, una cifra que seguramente deba revisarse después del impacto que está teniendo la pandemia.
El primer paso para su tratamiento, como cualquier otro problema de salud, es detectarlo y estar dispuesto a ponerse en manos de un profesional. En este sentido, la visibilidad y normalización que están dando a este tipo de trastornos algunos personajes mediáticos como El Rubius (31), son de gran ayuda.
Los especialistas diferencian, en primer lugar, los episodios pasajeros de ansiedad con otros que se prolongan durante seis meses o más. En esos casos la pauta es prácticamente la misma: la combinación de terapia para aprender a manejar esas situaciones junto a unos fármacos de la familia de las benzodiacepinas, muy usados en pacientes con depresión.
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