La 'otra Marbella' en la que vivió Mila Ximénez pero que nadie vio
La ciudad del canto sin dueño fue el segundo hogar de la periodista pero no siempre estuvo rodeada del lujo y las fiestas de la Costa del Sol.
26 junio, 2021 01:10Noticias relacionadas
Mila Ximénez amaba Marbella. La ciudad que vivía por las noches se encuentra hoy huérfana de uno de los personajes que reinó décadas atrás junto a la jet set de la época. Mila no solo pasó los años más delirantes con el tenista Manolo Santana (83 años) allí, sino que formo parte del star system, de las parejas de moda de la época dorada como era la de Gunilla Von Bismarck (71) y Luis Ortiz o Tita Cervera (78) y el barón Hans Heinrich von Thyssen-Bornemisza.
La ciudad del canto sin dueño fue siempre su segundo hogar al lado de nombres emblemáticos que no han encontrado sucesión. En cuestión de pocas décadas de diferencia la celebrity pasó de esa Marbella de flashes, lujos y estipendio a la del más puro ostracismo, en la que las luces y las sombras se fusionaban en una sola energía: la de su hija, Alba Santana (37), que se quedó a vivir con su padre en la ciudad que para Mila fue su templo.
Fue la etapa en que Mila llegaba a Marbella pero nadie la veía. Su presencia era solo para la niña de sus ojos, que se colgaba a su cuello nada más entrar por el porche en el que vivía con Manolo Santana. "Ya estoy feliz con mi pequeño monito", decía cuando la tenía en sus brazos. Por aquel entonces ya era una Mila sin demasiadas ganas de entregarse a saraos nocturnos.
Todo por su hija Alba
El matrimonio de Mila y Manolo duró sólo unos tres años, de 1983 a 1986, cuando se divorciaron poco después de tener a su hija Alba. Ella no quiso ir nunca de ex de Santana. Siempre puso por delante con orgullo su Ximénez Cisneros y cuando se habló del tema económico de la separación, la sevillana no pidió pensión ni domicilio, ni nada que la mantuviera vinculada a su ex por un tema pecuniario.
En aquella época se partió el pecho por conseguir un trabajo digno en la profesión. Y empezó a colaborar en varios medios de comunicación. Así consiguió llegar al programa de Encarna Sánchez, que cuando rompió su relación con ella le hizo la vida imposible, para que no entrara trabajo en ningún medio. Fue la época como la misma Mila decía "donde los demonios se apoderaron de ella". Y como una excelente madre quiso salvar de esa quema a lo que más quería en el mundo: Alba. De esa manera no puso obstáculos para que Manolo Santana acabara consiguiendo la custodia de Alba, que fue criada por su recién estrenada esposa, Otti Glanzielus, que quiso a Alba como una auténtica hija.
La Marbella que nunca vio a Mila
"Porque la quería se fue", decía la canción de Joan Manuel Serrat (77) que tanto le gustaba a Mila Ximénez. La periodista siempre le contaba a sus amigos que era lo mejor que podía hacer por Alba en aquellos tiempos en los que no podía mantenerla, ni era la mejor influencia para la niña como modelo de vida. Fue una etapa difícil para Mila, que consiguió salir adelante por su hija. Y cuando nadie la veía, se iba de Sevilla a dormir en casa de amigos de Marbella y recogería a Alba, aunque solo fuese unas horas, para tomar un helado con ella en la heladería La Valenciana. Todo era poco para conseguir unas horas con su niña.
Para este cometido siempre tuvo como aliada a Otti, "una gran señora" de la que Mila reconoció su valía y que manifestó en más de una ocasión a la periodista que suscribe esta información que quería a Alba como a una hija. Alba solo tenía seis años cuando su madre, incapaz de mantenerla -ni siquiera se podía mantener así misma- tuvo que dejar que la niña viviera en un hogar estable que sabía que le estaba dando la modelo sueca. Siempre fue consciente de que fue cariñosa y atenta con su pequeña.
Risas, fiestas y llantos
En esas idas y venidas a Marbella, Mila tomó la decisión de que Alba, cuando cumplió una década, se volviera a vivir con ella. Y así lo hizo. Lo intento. Pero la situación fue inviable. Los problemas económicos y la falta de trabajo de la madre obligaron a que Alba volviera a vivir con su padre dos años después, cuando ya había cumplido los 12. Y así quedó en Marbella hasta su mayoría de edad, que empezó a ir a la Universidad y a tener su propia vida independiente.
Los recuerdos de esa rumba que le gustaba tanto bailar, Qué tendrá Marbella, de los Chichos, la hizo retornar a pasar los últimos veranos a la ciudad costasoleña. En una zona tranquila quiso rescatar esa Marbella esencial y hasta el año pasado, ya enferma, pasó las vacaciones de con su hija y sus nietos en un precioso chalé de los que a ella le gustaban.
Ahora, en las calles de Marbella, comentan su fallecimiento y aquella fauna de la jet set marbellí que antaño copaban las revistas y, desde hace un tiempo, han dejado de prodigarse, hoy también lloran la ida de su compañera de fiestas, llantos y sonrisas.
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