Aunque pasen los años, Octavi Pujades (47 años) es pura roca. Ni un miligramo de grasa. Puro músculo. Como si estuviera a punto de fichar para el Universo Marvel. Sin embargo, tras esa coraza se esconde un gran corazón sensible que le hace ser un súper héroe, pero de los de sin capa, que son los mejores. Desde hace tiempo, el actor catalán cuida con mucho mimo de su padre que, a punto de cumplir 92 años, se lo pasa muy bien con las fotos y los videos que su hijo postea en Instagram.
"Al empezar el confinamiento mi vida se redujo al interior de mi casa. Mi padre ya no está para estar solo y como tengo imaginación se me ocurrieron hacer estas chorradas. De esta manera, mi padre se lo pasaba mejor, nos ha ayudado a conocernos, afianzarnos y a pasar más tiempo juntos", afirma desde el piso de su padre en Cerdanyola del Vallès (Barcelona). Está agradecido. Siempre sonríe. Suenan grandes carcajadas al otro lado del teléfono cuando JALEOS se pone en contacto con él para hablar de cómo la pandemia ha tratado a los mayores. Y también sobre trabajo porque, a pesar de que el gremio del cine y la televisión ha sido golpeado con dureza por la crisis, Octavi no se puede quejar. Hace 20 años que saltó a la fama gracias a la serie Al salir de clase.
Para las madres y abuelas de España debe ser el hijo y nieto ideal. Seguro que le contratarían.
Ja, ja, al menos, esforzarme, me esfuerzo. Se hace lo que se puede y es lo que hay que hacer. Cuando tenemos mayores a nuestro cargo es de ley brindarles la ayuda, el apoyo y los cuidados que ellos nos dieron en su momento.
Gran parte de la sociedad les considera como si fueran un estorbo. ¿Hasta qué punto este tipo de acción en Instagram podría concienciar para que no se les tratara así?
En esta desgraciada situación de la que aún no hemos salido los que más han sufrido han sido los mayores. Primero, en las residencias, y después les ha quitado un año de vida a los que quizás, por desgracia, menos tiempo les queda. Lo del confinamiento ha sido muy salvaje para la gente mayor cuya motivación es pasárselo bien con cosas sencillas. A mi padre le gusta ir al bar de la esquina a tomarse algo con sus amigos y ese tiempo se lo han robado. Pero, al menos, lo ha ganado para estar conmigo ya que por mi trabajo siempre estoy arriba y abajo. En mi caso hemos redescubierto lo que es dedicarles tiempo. No sé si las redes conciencian, pero al menos me han mandado muchos mensajes donde me dicen que les he hecho sonreír y sentir que no están solos en la misma situación.
¿Qué es lo que más y lo que menos le gusta hacer a su padre en Instagram?
Cuando me disfrazo no le acaba de hacer mucha gracia porque me mira con una carita…. Pero lo que más le ha gustado siempre es verse él mismo en los vídeos porque me pide que se los ponga. Debe haber algo ahí escondido como actor frustrado (risas).
Desde luego en las imágenes se ve que tiene un cuerpazo.
¿Sabes lo que pasa, Luis? Cuando empezó el confinamiento había dos caminos, o lo hacías bien o te torcías mucho. Vi que había subido un 80% la venta de alcohol, otros habían engordado y como en casa tenía una bici estática y otras cosillas para estar en forma cogí una línea y la seguí a rajatabla. El deporte siempre me ha servido para reciclar la mente y liberar tensiones. Hice mis rutinas y estoy más en forma ahora que al principio de la pandemia.
El cine, el teatro y la televisión han sido algunos de los sectores más golpeados, ¿en qué medida le ha afectado?
Nos ha dado en plena línea de flotación. Estábamos haciendo teatro y tuvo que suspender. Pero dentro de lo que cabe he tenido bastante suerte. He estado grabando audiolibros, un género que desconocía. Estoy trabajando prácticamente todos los días. En agosto retomaremos los ensayos porque estaremos en Madrid en el teatro Amaya con la obra ¡Oh, Mami!, con la que estaremos hasta finales de noviembre. Y entre enero y marzo intervine en la serie Acacias 38.
¿Cómo está siendo la experiencia con los audiolibros?
Es flipante. Me lo estoy pasando teta. Empecé el verano pasado y cada vez hay más demanda porque la gente no tiene tanto tiempo para leer. Pero si sigue consumiendo cultura, aunque sea hablada, es maravilloso. Por mi textura de voz me toca mucho thriller, novela negra, género policíaco y también he grabado joyas de la literatura como Frankenstein (Storytel) y Drácula (Penguin Audiolibros).
¿Qué le aporta su nueva faceta laboral?
Me estoy redescubriendo y redefiniendo como actor porque es una especie de teatro radiado. Es otra técnica, otro código, pero cuando le pillas el truquillo es gratificante.
Sus hijos ya deben…
Están fenomenal. Alicia ya tiene 17 años y Jordi, 15. Ella está casi tan alta como yo y él seguro que lo estará cuando vuelva de vacaciones. Son adolescentes para bien y para mal. Son rebeldes, pero dentro de lo soportable (ríe). Al menos, durante la cuarentena han tenido cabeza y se han comportado.
¿Es usted muy estricto como padre?
Hay un punto intermedio porque en toda relación padre e hijo hay normas y límites que no se han de soportar. Lo de que la letra con sangre entra ufff… las cosas con diplomacia y mano izquierda entran más.
¿Ya apuntan maneras?
No te sabría decir. La niña tiene una vena más artística y el niño es bastante deportista. Creo que están pillando las facetas de su padre.
¿Sigue enamorado de Ana?
Sí. En agosto cumpliremos cinco años de relación. Es un cielo y un amor de mujer. Cuando estoy aquí con mi padre nos solemos ver en mi casa, pero en agosto nos iremos juntos a Madrid como pareja. Aunque iremos y vendremos porque yo quiero estar con mi padre y mis hijos.
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