Isabel Preysler (70 años) está viviendo uno de los momentos más delicados de su vida a causa de la reciente muerte de su madre, Beatriz Arrastia. Después de un año muy frágil de salud, la filipina, de 98 años, fallecía el pasado domingo 22 de agosto. En la casa que socialité posee en la madrileña urbanización Puerta de Hierro se despidieron de Beatriz su hija, su yerno Mario Vargas Llosa (85) y sus nietos Tamara Falcó (39) y Enrique Iglesias (46).
Después de velar a Beatriz en su hogar, al margen de miradas indiscretas y como a la madre de Isabel le hubiese gustado, los restos mortales de la fallecida eran trasladados este lunes al tanatorio de Fuenlabrada, donde era incinerada en la más estricta intimidad y sin la presencia de ningún miembro de su familia.
Devastada, Isabel Preysler ha preferido no abandonar su domicilio por el momento. Arropada por su pareja, Mario Vargas Llosa, y por su hija Tamara - ya que Enrique regresó a Miami horas después de la muerte de su abuela - pasa estos difíciles primeros momentos sin su madre, de quien no se separó en los últimos días.
Sin embargo, intentando retomar poco a poco la normalidad, esta misma mañana del 24 de agosto, se ha podido ver a Vargas Llosa en la calle por primera vez desde el fallecimiento de Beatriz. El escritor tenía una relación de lo más cómplice con su suegra desde que comenzó su noviazgo con Isabel en el año 2015
El premio Nobel de literatura, con atuendo deportivo, apoyado en su bastón y escuchando música con unos auriculares, ha salido a dar un paseo por las inmediaciones de su domicilio. Con semblante serio, dadas las circunstancias, ha evitado dar declaraciones a la prensa sobre cómo se encuentra la familia en estos duros momentos, ni cómo ha sido la emotiva despedida de Beatriz.
Recogiendo un periódico del suelo y dando los buenos días a la prensa, el escritor ha regresado a su casa sin confesar cómo lleva Isabel la dolorosa marcha de su madre.
También ha querido intentar retomar la normalidad Tamara Falcó que reaparecía horas antes visiblemente afectada y completamente de luto. La marquesa abandonó la residencia familiar conduciendo su propio coche y regresando poco después. Ella tampoco ha querido pronunciarse sobre el fallecimiento de su abuela Beba, a quien estaba muy unida. Esta ha sido una dura despedida que Tamara ha afrontado sin la compañía de su novio Íñigo Onieva (31), pues la propia familia estipuló que fuera una ceremonia íntima a la que solo acudieran los más cercanos. Sin embargo, esta pérdida familiar, ha propiciado el encuentro de la estudiante de cocina con su hermano Enrique.
La relación entre Tamara y Beatriz era muy especial, pues convivieron mucho tiempo juntas en la casa familiar de Puerta de Hierro. La marquesa siempre ha presumido de la complicidad que mantenía con su abuela y esta, demostró en su única entrevista en televisión que este cariño era recíproco: "[Tamara] es de lo mejorcito de la familia. Es estupenda. Hay que admirarla porque ha montado un negocio y da gusto verla".
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