Cada cierto tiempo, en los medios de comunicación -en la tele, las redes, en YouTube, o últimamente en Twitch-, nace una estrella. Algunas son fugaces. Otras, parecen eternas. El caso de Josep Ferré (51 años) es muy especial. Él ya existía, ya estaba, asomó la patita durante un tiempo, pero dio un paso atrás. Como el Guadiana, sale caudaloso, brilla, se luce y desaparece. Pero en esta ocasión, esta última vez, ha llegado para quedarse.
Sus hilarantes imitaciones en los programas Sálvame y La última cena lo han catapultado al Olimpo de la popularidad. No hay persona que no se tronche con él, no hay nadie que arroje una mala palabra sobre su complicadísimo y excelente trabajo en el siempre complicado directo.
Y es que no es ningún secreto si se afirma que al público es más difícil hacerlo reír que hacerlo llorar. En el sumun de su fama -las audiencias secundan sus apariciones y sólo en Instagram ya está a punto de superar la barrera de los 100.000 seguidores, incluso con su cuenta verificada y tic azul- Josep Ferré atiende a JALEOS y con él aborda temas como su infancia, sus inicios y su vuelta a la tele.
¿Quién es Josep Ferré?
Soy un chico catalán. Bueno, chico ya me lo pongo yo (risas). Nací en Tarragona y me he dedicado al mundo del espectáculo desde 1994. Empecé haciendo un musical en Barcelona, después he hecho teatro, televisión, alguna cosa de cine -más poquito, cortometrajes y tal... -. He hecho teatro de calle en Port Aventura. Ahí estuve tres años e hice mucho callo. Una persona normal y corriente que trabaja y se dedica al espectáculo con subidas y bajadas.
¿Siempre se sintió atraído por la interpretación?
Sí. A ver, no he sido Marisol. Pero sí que me picaba la curiosidad. De pequeño me gustaban mucho Los Payasos de la Tele, tenía como una obsesión con ellos. Siempre he estado vinculado a este mundo. Mis tíos, la hermana de mi madre y su marido, se dedicaban al teatro amateur. Que para mí, amateur y profesional no tienen diferencia, ¿eh? Que unos cobran y los otros no. Amateur, hecho con artesanía. Ellos me metieron en un grupito de teatro en Tarragona con 16 años. Y a los 21 empecé a estudiar en la Escuela de Arte Dramático en Valencia. Desde ahí ya siempre tuve trabajo. Épocas que sí, épocas que no, pero el gusanillo me vino más tarde. A los seis o siete años no sabes lo que te gusta. ¡A veces no lo sabes ni a los 30!
¿Podría hacer un pequeño análisis de cómo ha sido su vida en el mundo de la televisión?
En 1999 entré en la compañía de La Cubana y el primer proyecto era de televisión. Entré en una serie que se llamaba Me lo dijo Pérez. La serie no cuajó, era un humor teatral y ahí hice cuatro capítulos. Lo recuerdo con mucho cariño, pero con muchos nervios. ¡Tantos focos, tantas cámaras! Yo, que venía del teatro de calle, quedé muy impactado. Ese es uno de mis recuerdos. Después de esto estuve con Jordi González, un programa que fue la bomba. Se llamaba Vitamina N. De ahí salieron Marta Torné, Torito, Raúl Gómez...
La gente que pasó a TNT, ¿verdad?
Justo. Mira, Vitamina N era un programa que se hacía en la Avenida Diagonal de Barcelona. Imagínate, un programa como si se hiciera en pleno Paseo de la Castellana. Aquello fue una maravilla. Teníamos un contacto muy directo con el público. Jordi González a lo mejor decía: "La primera persona que llegue a la Diagonal con un anillo de tal característica, tendrá dos entradas para no sé qué". ¡Se llenaba la Diagonal de gente! Es un programa que me ha marcado mucho. Ahí nació el personaje de Soledad León de Salazar, que después llevé a TNT. Había desfiles de modelos, todas las marcas querían estar en Vitamina porque era el programa de referencia en Barcelona. Lo veía todo dios. Fue brutal.
¿Está uno preparado para cuando el teléfono deja de sonar?
Yo estoy más acostumbrado a que no suene. Para mí, cuando suena, es genial. Pero yo estoy acostumbrado a que no suene y ser yo quien tiene que pulsar las teclas de ese teléfono. No sé si en España hay actores a los que les suene el teléfono. Quizá sí. Pero lo lógico es buscarte tú la vida y espabilarte. Y si después surge, te hacen entrevistas y tal... bienvenido sea. Pero lo natural de un actor es currar y que surja. Te acostumbras a las dos partes. Hay actores que quizá tengan la suerte de que los llamen sin parar. Hay pocos. Son los elegidos. Pero los demás estamos en este mundo currando durante una época sí, otra no. Te acostumbras a todo. Yo he estado muchos años sin que me suene el teléfono, pero también eso hace que lo actives tú.
A pesar de sus idas y venidas, ahora parece que está viviendo su mayor éxito a nivel mediático. ¿Cómo surgió su vuelta y cómo está saboreando estos momentos?
Estoy muy a gusto. Todo surgió de una manera improvisada, a través de Instagram, haciendo parodias durante el confinamiento. A partir de ahí, sonó el teléfono del Sálvame Deluxe y pensé que iba en serio. Me llamaron, me fueron llamando y estoy muy contento porque estoy en un programa que lo ve mucha gente y un rango muy amplio de personas. Tengo mucha libertad en el programa, la dirección confía mucho en mí -creo, vaya-. Y esto me da muchas alas para improvisar y ser libre. Es un programa muy complicado. Es un directo de cinco horas en el que tienes que dosificarte y medirte.
Además, su papel no es el de un colaborador habitual sino el de interpretar el papel de alguien que, a menudo, suele tener enfrente. ¿Es incómodo?
La verdad es que no porque la reacción de todos ha sido muy positiva. Cuando tú imitas a alguien tipo Miguel Bosé o Tamara Falcó o personajes que no están en programa te da más libertad. Pero me es igual que esté o no. Si está, te pones un poco más las pilas, claro.
¿Por qué nunca ha imitado a Jorge Javier Vázquez, Carlota Corredera o Paz Padilla? ¿Son intocables los presentadores?
Para nada. Yo creo que es porque no ha surgido o no se ha encontrado el momento. No creo que haya problemas. Yo soy fan de Jorge, de Carlota y de Paz. Tienen ingredientes comunes y también tienen ingredientes que son de cada uno muy personales. Tienen mucho jugo, la verdad, pero es que no ha surgido. Puede surgir. No se sabe.
¿Qué personaje le ha costado más trabajo interpretar y cuál es el que menos?
Depende. Alguno te cuesta más por voz. Yo siempre que digo que, y no es para salvarme, que soy más actor que imitador. Soy actor de parodia, me lo llevo a mi terreno, intento ver qué cosas tiene y luego me lo llevo para que funcione en televisión. Pienso en cómo puedo mantener a mi personaje cinco horas. Después, cuando tienes al personaje construido, el directo hace que vayas hacia un lado o hacia otro. Y la mejor imitación... No sabría decirte. A mí me cuesta un poco verte.
¿Es usted tímido?
No. Soy abierto, pero me corta un poco decir... "lo he hecho genial". Decir lo que hago mal es más fácil para mí. He disfrutado mucho haciendo casi todos. Me lo he pasado bomba haciendo a Tamara Falcó, a Lydia Lozano, a Kiko Matamoros, a Kiko Hernández. Los que están en plató tienen reacciones que a mí me potencian mucho porque a casi todos a los que he imitado conocen el mundo de la tele mucho más que yo, entonces me dejo llevar. Lydia es que es una show-woman, Matamoros ni te digo la de horas que tiene de tele...
Además de la televisión, ¿tiene más proyectos?
Tengo algunas cositas, pero claro, no puedo decirlo. Y no es que vaya de guay, ¿eh? Hay una cosita de radio... pero a mí me gustaría mucho poder hacer ahora teatro. Ayer fui a ver a Lolita en el Teatro San Francisco, al aire libre, estaba lleno. Parece que se está reactivando todo. Me gustaría poder hacer teatro, la verdad.
¿Es usted hombre de teatro, de televisión o quiere desarrollar esa parte que le falta de cine?
Yo me considero actor y como ahora el mundo audiovisual se ha abierto a muchas cosas -teatro desde las casas, programas desde las casas... - el abanico es tan amplio que no me cierro a nada. A mí me encanta la televisión, pero el teatro también me encanta. Dices una palabra y sabes si ha cuajado o no. En la tele es distinto porque como, de momento, aún no hay público, esa reacción primera no la tienes, pero tiene otros encantos. A mí lo que me gusta es trabajar y lo que venga, bienvenido sea.
Josep, cuando he puesto su nombre en Google para documentarme para hacer esta entrevista, la primera búsqueda era: Josep Ferré Pareja. ¿Está usted dispuesto a renunciar a su vida privada por trabajar en un programa donde de lo que se habla es de la vida privada de los demás?
Yo estoy contratado como actor, como humorista, entonces creo que ahí está todo muy claro. Hago mi trabajo, lo desempeño lo mejor que puedo y ya está.
Para concluir, ¿hay una nueva vida para doña Soledad León de Salazar?
(Risas) Yo a la Soledad la tengo, siempre lo digo, metida en un armario. ¿Sabes el traje básico de la Isabel Preysler? A veces lo saca, a veces se lo pone, depende de la fiesta. De momento, no tengo fiesta. Nunca lo tiro. Ahora que tengo la posibilidad de desarrollar otros personajes, estoy encantado. Pero es un personaje que me encanta, que es menos conocido en España, es más conocido en Cataluña. Soledad es menos conocida en España porque fue sólo TNT y Hable con ellas pero es un personaje que siempre me ha gustado y según la época, lo he ido contextualizando. Cuando lo hacía en los 2000, el personaje tenía unas ideas políticas muy claras, pero ahora, pues bueno, la realidad ha superado a la ficción. Entonces no sé si encajaría o no, pero ahí está. Nunca se sabe si puede salir o no.
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