Santiago Abascal (45 años) pisó por primera vez el Congreso de los Diputados el 21 de mayo de 2019 tras las elecciones de marzo de ese mismo año. Solo unos días después, el 9 de junio, su mujer, Lidia Bedman (36), que por aquel entonces era una influencer que rondaba los 100.000 seguidores, compartió una fotografía de su boda en las redes sociales para celebrar su primer aniversario de casados. Esa imagen logró su mayor pico de likes hasta aquel momento en su perfil de Instagram.
2019, con el líder de Vox recién nombrado diputado, fue un año agitado para los Abascal Bedman, por lo que la influencer optó por mantener alejada la figura de su esposo de su perfil social. Sin embargo, dos años después esa decisión ha cambiado radicalmente. Ahora resulta muy habitual ver al político en las publicaciones de su mujer, sin duda un paso relevante que altera por completo su pensamiento de antaño.
Pero esto no solo ha afectado a su matrimonio, sino también a su faceta más maternal. Antes mostraba gran recelo a la hora de exponer a sus hijos en las redes o enseñar sus citas y escapadas en familia, cosa que actualmente sí hace sin tapujos aunque siempre de manera muy cuidada.
¿A qué se debe este cambio? Bedman ha tenido que dar un paso hacia adelante y exhibir algo más su vida privada porque, según los expertos, "es el aspecto que más buscan los seguidores, para ver en ella la realidad cotidiana que todos tenemos". Esa cercanía, de mostrar a su familia y su cara más personal, hace crecer el engagement. Esta nueva visibilidad de Lidia, junto a que ha mejorado la conexión con sus followers, ha dado como resultado un notable aumento en su cifra de fans en las redes. De hecho, mientras hace poco más de un año acumulaba 144.000 seguidores, actualmente presume de 228.000 admiradores.
Sin embargo, Bedman ha dado este paso con naturalidad y paulatinamente. Su cambio nació con una foto para felicitar el aniversario a su marido, después su cumpleaños y así poco a poco hasta añadir más imágenes del diputado en su cuenta de Instagram. Al fin y al cabo él es el padre de sus hijos y siempre le muestra en esa actitud más cercana -como marido o como padre- muy alejada de cualquier reivindicación política.
Esa manera de mostrar a su esposo ante el mundo es la clave de su éxito, así lo aseveró Arantxa Pérez, especialista en el sector de los influencers, al ser preguntada por JALEOS sobre la estrategia de Bedman: "Lidia lo ha sabido hacer muy bien como influencer, porque no mezcla las tendencias políticas de su marido con su trabajo. Algo que ha pensado específicamente ya que el mensaje de Vox es bastante radical, y las marcas en sí no quieren unirse a personalidades que estén vinculadas a un determinado perfil político porque salpicaría a su imagen. Por eso Bedman ha sabido diferenciar completamente su figura de mujer de Abascal -que es una realidad-, con su profesionalidad en las redes".
En este sentido, la voz experta sostiene que huir de la parte más mediática de su marido le repercute en positivo. Lidia Bedman controla tanto este aspecto que hasta rechaza atractivas ofertas: "Las marcas, por el hecho de saber que es ella la mujer de Abascal le hacen llegar muchas ofertas y es ella la que declina la colaboración. Porque existen algunas firmas y productos vinculados a un tipo de ideología que pagarían lo que fuera por tener a Lidia como embajadora, pero ella no busca meterse en ese tipo de cosas, porque le repercutiría negativamente", se detalla a este medio.
El ascenso de Lidia en las redes no es solo mérito suyo, ya que "tiene un equipo a su lado de dos personas que la ayudan con la realización y la edición de las fotografías y de los vídeos de su canal de YouTube. Son las mismas personas con las que comenzó su andadura en las plataformas virtuales hace años".
Con casi un cuarto de millón de seguidores en Instagram, Bedman puede ingresar un sueldo muy relevante, pues muchas marcas están dispuestas a pagar por la forma natural en la que comunica. De hecho, se estima que el precio que puede cobrar por publicación se encuentra entre los 600 y los 1.000 euros, y podría superar los 2.000 euros en el caso de los vídeos. Unas cifras que van en ascenso y que nada tienen que ver con la labor de Santiago Abascal, pues el complicado camino de influencer se lo labró la propia Lidia mucho antes de convertirse en su esposa.
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