Hace justo un año, la vida del torero José Tomás (46 años) y su mujer por entonces, Isabel, se zarandeó notablemente cuando se hizo pública su crisis y posterior separación, anunciada por EL ESPAÑOL. Ellos, tan discretos con su vida privada, vieron cómo sus nombres coparon los titulares de las principales cabeceras de información del país. No era para menos: José Tomás es una leyenda viva del toreo. Entonces, se matizó desde su entorno que no existieron terceras personas y que ambos se llevaban cordial y afectuosamente, sobre todo por su hijo en común, José Tomás, de 10 años.
Tomaron la decisión "de mutuo acuerdo". José e Isabel continuaron con su tranquila y discreta vida en Estepona. Ella, en la casa conyugal junto a su pequeño, José Jr.; él, en su 'piso de soltero' cercano al domicilio familiar. Prácticamente, en la misma calle. 365 días después, este periódico ha querido conocer cómo se encuentran ambos vital y sentimentalmente, así como los cambios que hayan podido producirse en sus vidas. Su entorno es conocedor de la máxima que siempre han llevado a gala José e Isabel: la vida privada se queda intramuros.
No obstante, desde el respeto y cariño que se le profesa al exmatrimonio, se desliza nueva información. Ambos siguen manteniendo una relación "fluida y diaria", de hablarse y llamarse todos los días. Son buenos amigos, aparte de expareja. Sobre todo, "han sabido darse cuenta de que lo suyo a nivel sentimental no podía ser, pero el amor cambió y hoy se adoran de otro modo", cuenta una fuente bien informada. Ambos viven, además, un "buen momento" sentimental. Están ilusionados, cada uno a su modo. Él vive intensamente su nuevo estado civil, tal y como explican al otro lado. Se divierte, se lo pasa bien, pero "sin gritarlo a los cuatro vientos". Isabel, confían, vive una historia sentimental más sólida, aunque igual de discreta.
José Tomás, el hijo de ambos, es la prioridad absoluta de sus padres. "El chico siente devoción por su padre", confía la fuente consultada, y añade: "El niño no ha notado nada, eso es lo más importante. Son familia, es que de verdad que nada ha cambiado". Tan perfecto e idílico es todo que ya informó este medio de que la custodia es compartida.
Puntualizar en este punto que Isabel era dependienta cuando conoció a José Tomás. Un flechazo que sacudió a la ciudad, el día que José Tomás llegó a Estepona a revelar un carrete de fotos en un laboratorio de Foto Lab, en Carrefour, y quedó prendado de Isabel, la dependienta "que parecía sacada de un cuadro de Romero de Torres", y que le sonreía al otro lado del mostrador.
Él tenía 27 años, y ella unos pocos menos. Desde entonces, el chico del traje de luces no se separó de su "morena de tronío" y pasaron juntos 20 años. La conexión con la esteponera fue inmediata. Isabel estaba casada por aquel entonces, dejó a su marido, y unos meses después del primer encuentro con José Tomás se mudaba a la casa del torero en la urbanización Lunymar. La pareja siempre ha sido muy discreta en apariciones.
Solo en actos oficiales contados se han dejado ver, tipo la plaza que le pusieron al torero en Estepona, en alguna corrida en Latino América, o cuando el diestro recogió la Medalla de Oro a las Bellas Artes en La Coruña de manos de Juan Carlos I (83). Isabel siempre ha intentado estar lejos de los focos que han buscado otras parejas de toreros. Siempre ha huido de la popularidad. Isabel, que es una persona discreta, continúa a día de hoy con los mismos quehaceres de entonces, cuando era esposa de José Tomás.
La rutina de Isabel pasa por su casa, por su divertimento personal, y por el cuidado de su hijo, José. Una persona que la conoce asegura a EL ESPAÑOL que "Isabel es una mujer muy querida aquí, que tiene su mismo grupo de amigas de siempre". Tiene "gustos sencillos", es "agradable en el trato, un amor" y "nunca se las dio de nada", pese a estar casada con uno de los toreros más importantes a nivel nacional y allende los mares.
El éxito de José Tomás
Hasta conocer a José Tomás, Isabel estaba muy vinculada a la ciudad de Estepona. Había contraído matrimonio con el hijo de un sevillano de pro de la ciudad, Manuel Hernáez, fundador de la Hermandad del Amor, y ambos estaban muy ligados a las tradiciones del pueblo. Con el matador de toros todo cambió. A los dos les gustaban las mismas cosas: la naturaleza, la discreción y su privacidad. La pareja caminaba por los alrededores de su casa con su perrito, un schnauzer, o el carrito de su niño. En reiteradas ocasiones, José Tomás anunció que se retiraría en 2020. La historia que inició en los ruedos en 1995 con su alternativa en México no pararía de devolverle éxitos a lo largo de los años, y situarle en un caché en torno al millón de euros por tarde. Los galardones no dejaron de sucederse hasta el año 2002, cuando anunció su primera retirada. Este fue el año donde colgó el estoque y dejó que su corazón se enamorara, y formó una familia. Había conseguido el título de figura del toreo cortando orejas y rabos en todas las plazas, hasta el rey emérito le seguía a pesar de las ideas republicanas del diestro, que siempre ha dejado manifiestas.
José Tomás es uno de los ejemplos más reivindicativos del mundo del toro. A finales de los años 90, junto a otros matadores, encabezó una lucha para que fueran ellos quienes negociaran sus derechos de imagen con las televisiones, y no los empresarios. Desde el año 2011 que nació su hijo José Tomas, las actuaciones del diestro fueron muy escasas en los cosos taurinos y se centró solo su vida familiar.
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