La relación de Miguel Bosé (65 años) con su padre, Luis Miguel Dominguín, siempre fue complicada. El torero y el cantante no supieron entenderse. Un hecho del que han dejado testimonio en numerosas ocasiones tanto el único protagonista vivo de esta historia como su propia madre, Lucía Bosé, que aseguró que su marido trató con desdén y dureza a su primogénito. Pero es ahora, gracias a las memorias que está a punto de publicar el intérprete, cuando se ha podido conocer en profundidad cómo era realmente el vínculo entre ellos.
El hijo del Capitán Trueno (Espasa) es el nombre del libro que ha escrito Miguel Bosé y que estará en todas las librerías este 10 de noviembre. El título ya dice mucho de lo que podrá encontrar el lector en su interior. No es casualidad que el capítulo de adelanto que ha llegado a los medios de comunicación sea precisamente el que relata el momento en el que Miguel Bosé comprende que nunca va a estar a altura de las expectativas de su padre y que sus logros jamás van a ser reconocidos.
Tan solo 12 páginas -las del capítulo 6 llamado Un paseo por Somosaguas- le bastan al cantante para describir el carácter de su padre y el trato para con él. Miguel Bosé vuelve a su infancia para contar cómo con tan solo 10 años Luis Miguel Dominguín se lo llevó a un safari a Mozambique un mes entero para "convertirle en un hombre". Al diestro, una de las figuras más reconocidas internacionalmente, no le gustaba que su hijo pasara las horas entre libros y quería que compartiera sus aficiones como eran la caza y la pesca. "¿Sabes que leer tanto es malo?... ¿Y cazar?... ¿Por qué no te gusta cazar?... Si no te gusta cazar, ni pescar, ni nada de esas cosas... dime tú cuándo voy a estar yo con mi hijo... ¡Tiene que gustarte, Miguelón!... Tienes que hacerme el favor de que te guste o voy a empezar a pensar que no eres mi hijo... porque de mí... por ahora, que yo sepa... no has sacado nada... [...] Estoy deseando que cumplas 12 años para que te fumes el primer cigarro, ¡coño!... El año que viene si te entrenas bien con el rifle te llevo de safari".
Con la excusa de que el "niño va a ser maricón" si sigue leyendo tanto, como dijo Luis Miguel Dominguín a su esposa, Lucía Bosé, partieron a Mozambique en 1966. Padre e hijo solos. El momento más duro llega cuando en medio del viaje el cantante contrae paludismo, que le produce fuertes vómitos y diarreas, pero se ve obligado a continuar con la expedición para no defraudar a su padre. En ese momento no hay un diagnóstico médico que certifique la enfermedad y Dominguín cree que su hijo tiene "mamitis" y lo que quiere es volver a casa. "Me desplomé sudando y tiritando, blanco y frío como la tiza. Recuerdo entreabrir los ojos y ver a mi padre en pie junto a mí: "Venga, no seas nenaza, levántate y camina como un hombre y déjate de mareos o te vas a enterar lo que es uno de verdad del tortazo que te voy a meter, y basta ya de tonterías". Me tiró encima de la cara su sombrero con desprecio para repararme del sol".
"En ese precio instante, me rendí para siempre. Entendí que nunca conseguiría estar a la altura de sus expectativas, que él nunca estaría orgulloso de mí porque era débil, que nunca iba a quererme, que yo no era el hijo que él esperaba que fuera", continúa narrando Miguel Bosé.
El cantante emprendió el viaje al safari con "treinta y muchos kilos" y cuando volvió no llegaba a 15. "Tenía la piel adherida a los huesos como un niño de Biafra". Al regresar a España se confirmó que Miguel Bosé había contraído paludismo en Mozambique. "Mi padre también cayó enfermo al mismo tiempo que yo. Se curó él solo, según fue contando luego, porque como ya se sabe, esos bichos conocen el peligro que corren metiéndose en el cuerpo de un torero [...] Yo me pasé el resto del verano en una silla de ruedas. El bicho que se me había instalado en el hígado, bien al reparo, fue otra de las desgraciadas herencias que recibí de mi padre".
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