María Teresa Campos (80 años) vive su día a día con la discreción relativa que le permite su posición como uno de los referentes de la televisión patria y como madre de las mediáticas hermanas Terelu (56) y Carmen Borrego (55). Pese a que intenta llevar una rutina instaurada en un perfil bajo, a menudo se le torna imposible, ya que se convierte en protagonista indirecta de las noticias de su familia y de su entorno más cercano.
Así lleva ocurriendo a lo largo de muchos meses, pues tanto las polémicas entre sus hijas y su nieta Alejandra Rubio (22) e incluso la boda de su nieto mayor, José María Almoguera (32), la han colocado en el centro de la polémica. Y cuando esto ocurre, la prensa acude a ella, a la matriarca, para conocer sus percepciones, y casualmente todas sus últimas declaraciones han sido atendiendo a los reporteros desde el interior de su coche. Ella de copiloto, con la pequeña perra Lula sobre sus piernas y a su lado, Gustavo, su chófer y cómplice vital.
Cuando los periodistas acercan sus micrófonos a la ventana abierta del vehículo para captar las palabras de la veterana comunicadora, el animal asoma su hocico para curiosear. Lula se deja ver en el interior del coche, siempre viajando pegada a su ama, quien la mantiene sentada en sus piernas, la acaricia e incluso posa para los fotógrafos con ella en brazos. Una conducta que está sancionada por la Dirección General de Tráfico.
La pequeña Lula llegó al hogar familiar de las Campos en marzo de 2017, pues fue un regalo que Carmen Borrego le hizo a su hermana Terelu, pero en plena pandemia pasó a convertirse en la mejor compañía para María Teresa. Desde entonces ella la cuida y se mueve con el animal allá donde vaya. Y es en estos traslados en coche donde ha podido infringir la ley.
La perra viaja en el habitáculo delantero del coche, es decir, en la zona de movimientos del conductor, lo que limitaría parte de su espacio de acción, algo que va en contra de lo que estipula la norma. El artículo 18.1 del Reglamento General de Circulación habla claramente sobre ello al apuntar las obligaciones de la persona a cargo del volante: "El conductor de un vehículo está obligado a mantener su propia libertad de movimientos, el campo necesario de visión y la atención permanente a la conducción, que garanticen su propia seguridad, la del resto de los ocupantes del vehículo y la de los demás usuarios de la vía. A estos efectos, deberá cuidar especialmente de mantener la posición adecuada y que la mantengan el resto de los pasajeros, y la adecuada colocación de los objetos o animales transportados para que no haya interferencia entre el conductor y cualquiera de ellos".
De esta forma, se entiende que si la mascota no lleva la sujeción adecuada podría interferir en la conducción, así que esta imprudencia podría suponer una multa de mínimo 80 euros, aunque sin retirada de puntos del carnet para el conductor.
El caso es que Lula viaja totalmente suelta en el habitáculo, asentada en el regazo del copiloto, sin ningún tipo de sistema de sujeción, por lo que esto podría suponer una infracción muy grave que se traduciría en una multa de 200 euros. Si, además, el conductor maneja agresivamente el vehículo, la multa ascendería hasta los 500 euros y seis puntos del carnet de conducir.
En cualquier caso, la manera en la que María Teresa porta a su mascota infringe la ley, ya que en todo momento debería ir con algún sistema de retención. Y es que si se diera la circunstancia de que Gustavo tuviera que frenar bruscamente el vehículo, Lula podría salir despedida de forma fulminante, porque en un accidente de tráfico en el que ni siquiera se superan los 50 kilómetros por hora de velocidad, el peso del perro se multiplica por 25, según desvela continuamente la Guardia Civil.
Por este motivo, en la normativa se hace gran hincapié en la obligatoriedad del uso de sujeción, pero es cierto que no existe una especificación que establezca expresamente qué medios se han de utilizar parar asegurar el correcto traslado del perro en el coche. Es esta ambigüedad en el reglamento la que produce discrepancias en los criterios de las autoridades de diversas comunidades autónomas. Se han dado lugares en los que se han producido multas pese a que el perro iba atado con su propio cinturón, pues se recomiendan los arneses con clavijas de alta sujeción como los prioritarios.
Ante la duda, la opción más segura es que viajen en su transportín homologado y que esté situado en el suelo del vehículo, siempre detrás de los asientos del conductor o del copiloto. En este sentido, en las últimas imágenes que ha protagonizado la matriarca de las Campos en los medios de comunicación desde el interior de su coche, se aprecia cómo Gustavo parece ser consciente del error en la colocación del animal. Así que, mientras María Teresa habla a los micrófonos, él se hace con Lula y la mete en su transportín. Sin embargo, sitúa al animal entre las piernas de su jefa, ante el asiento del copiloto, lo contrario a lo que estipula el reglamento.
La Guardia Civil es muy insistente con este tipo de casos, ya que cada vez son más las familias y personas que suman a su vida un amigo canino, por lo que su lema constante es: "No es por la multa, sino por la seguridad".
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