En 1997 empezó la inquebrantable asociación reconvertida en amistad entre Carlos de Inglaterra (73 años), príncipe de Gales, y la firma Porcelanosa (los fundadores fueron José Soriano y Héctor y Manuel Colonques), que hasta la fecha ha donado millones de euros a la fundación benéfica Prince’s Trust del recientemente nombrado Carlos III de Inglaterra. Cuatro años más tarde, el primogénito de Isabel II y Felipe de Edimburgo visitó por primera y única vez las instalaciones de la empresa en Villareal (Castellón) en 2001 donde coincidió con Isabel Preysler (71).
La socialité es la única celebridad española que ha estado en todos los lugares donde se han celebrado las cenas de la empresa: el palacio de Buckingham, Clarence House, el castillo de Windsor, el palacio de St. James y Highgrove. Pero lo más importante, es la única que más veces ha estado sentada a su derecha. Al principio ella era la única famosa que acudía ya que el resto de los invitados eran ejecutivos de la empresa y, como habla perfectamente inglés, siempre estaba sentada con el príncipe.
Carlos III tuvo un sinfín de charlas con Isabel. Él solía preguntarle por su cotidianeidad en Madrid, por la carrera de Julio Iglesias (78), por cómo le iba a Enrique (47) en su carrera musical, por sus hijas que aún eran demasiado jóvenes y todavía no habían acudido a palacio y, por supuesto, por su exmarido Carlos Falcó, V marqués de Griñón y XII marqués de Castel-Moncayo con Grandeza de España y quien curiosamente había nacido en el palacio de Dueñas, la residencia sevillana de la duquesa de Alba que en 2012 fue quien se sentó a la derecha del príncipe debido a sus títulos nobiliarios. Porque, dicho sea de paso, en esas cenas no importaba el protocolo. Al entonces príncipe de Gales le encantaba variar de invitados en su mesa.
Isabel siempre fue tremendamente educada, respetuosa y cariñosa. Contestaba a su alteza real con calma, le explicaba anécdotas de su vida y su interés por la naturaleza. Una afición que ambos tenían en común, sobre todo, el cuidado de los jardines de sus respectivas residencias.
[Mario Vargas Llosa 'ficha' por Porcelanosa]
Antes de cada gala, los ayudantes de Carlos le preparaban un dosier con el listado de invitados para dirigirse a ellos correctamente. De ahí que supiera de los quehaceres de Isabel. Con el paso de los años se unieron a Isabel otros rostros conocidos patrios e internacionales, como Antonio Banderas (62), Nieves Álvarez (48), Andrés Velencoso (44), Richard Gere (73) o Mario Vargas Llosa (86).
De entre las decenas de rostros conocidos, una fuente que no quiere dar su nombre ha confesado a JALEOS que a Carlos de Inglaterra le impresionó muchísimo Paloma Cuevas (50) por su belleza, inteligencia, buenos modales y la perfección de su inglés. La hija del millonario torero reconvertido en empresario taurino Victoriano Valencia (89) y de la bailaora Paloma Díaz se había licenciado en empresariales en la universidad de Boston.
Aquella cena tuvo lugar en Dumfries House, la casa escocesa que el Príncipe había comprado y que desde hace años se alquila para eventos especiales. Tal es el cariño que le tiene a esta mansión que se gastó una millonada en anticuarios y subastas para devolver el aspecto solariego con los muebles originales de la época. En el salón principal, Carlos de Inglaterra le preguntó a Paloma a qué se debía que su inglés fuera perfecto, le comentó si no sentía miedo de que su marido (por aquel entonces, Enrique Ponce) saliera al ruedo a torear, se interesó por la educación de sus hijas…
Paloma se sintió muy cómoda con el heredero a la Corona. Y no era para menos porque sus progenitores siempre se habían preocupado de que la niña de sus ojos tuviera la mejor educación. Dicen que el Príncipe es entrometido, incluso a veces llega a la indiscreción, pero nunca por motivos chabacanos ni por cotillear. Sabía que el padre de Paloma había tenido un romance con la princesa Beatriz de Saboya, una de las hijas del último rey de Italia Umberto II, y que su madre se podría haber convertido en toda una estrella de haber aceptado el papel protagonista en el filme de Francisco Rovira Beleta El amor brujo (1967), que estuvo nominada al Oscar a la mejor película de habla no inglesa. Los toros y el baile le interesaron mucho al príncipe Carlos.
Aquella vez mandaron lista invitados, habla muy bien inglés, mujer del torero Ponce, hablando muchísimo. "Todas las mujeres salían entusiasmadas por cómo las había tratado el príncipe porque siempre tenía una palabra amable, las escuchaba con atención y aseguraban que en las distancias cortas ganaba mucho. Se interesaba realmente por la persona que tenía al lado", asegura nuestra fuente.