El pasado sábado, 17 de septiembre de 2022, la actriz Ana García Obregón (67 años) se quedó un poco más huérfana, sola y sin asideros afectivos tras el fallecimiento de su padre, el prestigioso empresario madrileño Antonio García Fernández, a los 96 años de edad.
Un duro golpe que le asesta la vida dos años después de la muerte de su único hijo, Álex Lequio, y un año del fallecimiento de su madre, Ana María Obregón Navarro.
Tres irremplazables pérdidas que se han sucedido de forma consecutiva en tres años horribilis, 2020, 2021 y 2022. Fue el viernes 16, por la noche, cuando el progenitor de Ana Obregón perdía la vida en su domicilio de Madrid, como ha podido confirmar EL ESPAÑOL.
[Muere Antonio García Fernández, el padre de Ana Obregón, a los 96 años]
"Amado papá. Anoche nos dejaste. Fue como un rugido que surcó el cielo para reencontrarte con mamá, el amor de tu vida y con mi hijo, tu nieto preferido", posteó la también bióloga en sus redes a modo de anuncio oficial.
De acuerdo al relato que se confía a este medio, la salud de Antonio García Fernández comenzó a empeorar días antes, a comienzos de semana. Por este motivo, como adelantó Diez Minutos, Ana Obregón canceló todos sus compromisos profesionales el miércoles 14 de septiembre.
Entre ellos, el final del rodaje de la película Mi otro Jon, donde cuenta con un papel importante, y la fiesta por el 17 aniversario de la Fundación Aladina. A todo dijo no y explicó convenientemente el motivo: la salud de su padre. Explica una fuente de total solvencia a EL ESPAÑOL que todos los hermanos Obregón, Javier, Amalia, Juan Antonio, Celia y la propia Ana, se reunieron con su padre en su domicilio, situado en la avenida de Alberto de Alcocer, en el centro de Madrid.
Antonio García murió "tranquilo", en paz y rodeado de su familia más próxima. También estuvo presente alguno de sus nietos. El patriarca de una de las familias más acaudaladas y respetadas de la sociedad española lleva tiempo aquejado de una débil salud y fueron muchos los ingresos hospitalarios que protagonizó en los últimos años a causa de graves infecciones.
[La soledad de Ana Obregón: "En dos años me habéis dejado huérfana de padres y de hijo"]
Ana, como no podía ser de otra manera, está "destrozada", pero se añade al cabo: "Está en un momento en que ya ni siente ni padece de tanto dolor y tanto duelo acumulado". Eso sí, hay un aspecto que la ha dejado en calma tras este deceso: "Tiene la buena conciencia de hacer todo lo que pudo y de haberle dado todo el amor que tenía a su padre".
Antonio García Fernández sufría en su último tramo de vida fugas de memoria, como explicó Ana Obregón en ¡HOLA!, y preguntaba mucho por su mujer. Con ella, Ana María, vivió un intenso y sólido y envidiable amor que duró 69 años. Con su esposa, el empresario y fundador de la elitista urbanización de La Moraleja, en Madrid, se fue a vivir al centro de Madrid, como informó este periódico en 2018.
Cabe recordar que la familia García Obregón vivía toda unida en una misma parcela en la citada urbanización, compuesta de diferentes casas, pero la maltrecha salud de los padres de Ana Obregón motivó su traslado a un fabuloso chalet en la avenida de Alberto de Alcocer, en el centro de la capital.
Allí ha vivido el longevo matrimonio hasta sus últimos días. Según se hace constar, aún la familia no ha tomado la decisión sobre cuál será el futuro de inmueble. Lejos de sus hijos y de esa urbanización que tanto les debe y en la que fueron felices y recibidos con muchos agasajos durante una época.
"Hasta donde conozco, se han ido al centro por una cuestión de comodidad. La casa de La Moraleja tenía muchas escaleras y no disponía de un confort adecuado para ellos, que ya tienen una edad complicada", se explicó a este medio en 2018. Sin duda, en el centro de la capital "disponen de todo más a mano".
En realidad, su vida no había cambiado mucho o casi nada en los últimos años. "Ellos continúan disponiendo del mismo servicio doméstico de siempre y están muy bien cuidados y atendidos por sus hijos, que los visitan siempre que pueden", se añadió.
Las emotivas palabras de Ana
A las horas de perder a su padre, García Obregón sacó las fuerzas suficientes para anunciar el deceso. "Has vivido 96 años, difíciles en tu infancia cuando tuviste que empezar a trabajar durante la guerra cuando apenas eras un niño de 12 años limpiando pocilgas, pero con tu pasión y tu trabajo incansable durante 70 años conseguiste crear una gran empresa. Por eso recibiste una merecida 'Medalla al mérito del trabajo'", comenzó su post.
Para añadir: "He coleccionado millones de momentos únicos contigo que guardo tatuados en mi corazón y que ahora utilizaré para poder seguir respirando porque en dos años me habéis dejado huérfana de padres y de hijo. Ahora las tres personas que más quiero en mi vida no estáis aquí conmigo y te juro, papá, que no sé cómo lo voy a hacer. Es un privilegio y un gran honor ser tu hija. Gracias papá por tanto. Te quiero infinito. Por favor, cuida mucho de mi hijo hasta que llegue. Eternamente juntos".
En los últimos años, la salud de Antonio García Fernández se había deteriorado considerablemente y fueron varios los achaques que padeció y que lo llevaron al hospital. En concreto, fue en el año 2016 cuando la salud del padre de García Obregón comenzó a renquear. Entonces, sufrió un accidente casero al tropezarse y caer rodando en una de las escaleras de su vivienda en Madrid.
Un año después, en febrero de 2017, padeció una infección renal que le obligó a permanecer ingresado en el hospital varios días. Ese mismo año, en marzo, Antonio volvía a ser operado, en este caso por causas desconocidas. El constructor ingresaba de nuevo en el Hospital Ruber Internacional para someterse a una nueva cirugía. En 2021, hace un año, tuvo lugar su último ingreso, al menos que trascendiera públicamente.
Antonio, gran empresario
Antonio García Fernández fue uno de los protagonistas del boom inmobiliario de España. Un hombre hecho a sí mismo que, siendo veinteañero, se casó con la hija única de Juan Obregón Toledo, un acaudalado empresario que puso el 50 por ciento de la financiación para fundar Jotsa, su primera inmobiliaria. Se trataba de una empresa familiar, que en poco tiempo se hizo importante en el mercado. Su mayor golpe de efecto fue en La Moraleja. A mediados del siglo XX, era una finca privada de 1.150 hectáreas propiedad de José Luis de Ussía y Cubas, conde de los Gaitanes y leal amigo de Juan de Borbón.
La crisis de 2011 dio al traste con el imperio inmobiliario del clan, teniendo que declarar la suspensión de pagos en varias empresas que les llevó a los juzgados, y teniendo que responder a las deudas con su patrimonio, por lo que tuvieron que vender, entre otras cosas, una de sus más preciadas obras de arte: Las tres hermanas en la playa, de Joaquín Sorolla y Bastida, que fue subastada por la casa Sotheby’s en Londres.