El 10 de mayo de 2022, el periodista Jesús Mariñas fallecía a los 79 años tras más de un mes ingresado en el hospital a causa del cáncer de vejiga que padecía desde hace algún tiempo. Fue el 31 de marzo cuando el también célebre colaborador de televisión, uno de los emblemas del periodismo del corazón, era hospitalizado en el Ramón y Cajal de Madrid por complicaciones derivadas de la enfermedad que sufría y que, finalmente, acabó con su vida.
Familia y amigos quedaron destrozados con esta dura e irremplazable pérdida. Sobre todo, el hombre que lo acompañó gran parte de su vida, su sostén y su férreo pilar, su marido Elio Esteba Valderrama Prescott (55 años). Elio no lo dejó en ningún momento en el peor trance de la enfermedad, no le soltó la mano y estuvo al quite día y noche.
El pasado mes de septiembre, EL ESPAÑOL pudo conocer que Elio continúa batallando contra el recuerdo del que fue el hombre de su vida. Valderrama "echa muchísimo de menos a Jesús, sobre todo en la casa. Son muchos recuerdos, muchos años y muchas las vivencias juntos", se aseguró hace unos meses. Hoy, el fotoperiodista venezolano se enfrenta a su Navidad más difícil: la primera sin Jesús, sin su impronta y su poderosa presencia.
Si bien es cierto que el dolor sigue estando muy presente en la vida de Valderrama, en su día a día en casa, se ha experimentado, según explican a este periódico fuentes cercanas al viudo de Mariñas, un cambio en su estado de ánimo. Elio se encuentra "más fuerte y hecho" y animoso y cuenta con un importante núcleo de amigos. "Es un hombre fuerte, con gran humor, que vuelve a ser el mismo", apuntan.
Para añadir: "Está más animado a conocer gente y le está viniendo muy bien". La ilusión, de algún modo, ha retornado a su vida. Eso sí, hay días en los que el ánimo no está todo lo bien que debería, y es entonces cuando los amigos hacen quedadas para que se evada. Personas como Lola Herrera (87), Belén Rodríguez (56), la periodista Paloma Barrientos y Gustavo Guillermo -el chófer de María Teresa Campos (81)- son claves en la vida de Elio.
"No le está resultando fácil hacerse a la nueva vida. Este verano ha sido especialmente duro. El primero en que ha tenido que pensar sólo en él", se añadía el pasado mes de septiembre. Sobre la actriz Lola Herrera, se deslizó: "Pocas personas saben quién es Lola en la vida de Elio. Lo ve como un hijo y ella es como una madre para él".
Elio intenta paliar la honda ausencia de Mariñas hablándole mucho y teniéndole cerca de muchas maneras como, por ejemplo, a través de las flores. También frecuenta mucho el fotógrafo un espacio muy especial para Jesús, como una segunda casa: el restaurante madrileño Casa Lucio.
Mariñas fue íntimo amigo del dueño del establecimiento, Lucio Blázquez. "Lucio sintió especialmente su muerte. Le afectó porque Jesús llenaba el local cuando llegaba. Siempre ocupaba el mismo lugar y nunca hacía falta que pidiera nada; ya sabían todos los camareros lo que quería", informó hace unos meses una fuente consultada.
En los últimos meses, se han celebrado comidas en el citado restaurante, en las que Elio Valderrama, el viudo de Mariñas, es el artífice y precursor. Jesús tenía tantos amigos, se explica, que estas reuniones se han tenido que prolongar, espaciar y diseminar en varios días desde su fallecimiento. Especial mención e hincapié se hace con los componentes de la peña periodística Cuarto Poder, de la que Jesús era el presidente.
Historia de amor
Jesús y Elio empezaron a verse con asiduidad, comían y cenaban en el que fue su restaurante favorito, Casa Lucio. Acudían al teatro, iba a estrenos cinematográficos y poco a poco, aquel venezolano de buen ver caló bien hondo en la vida del periodista del corazón.
Los últimos años de sus vidas lo pasaron en un piso más pequeño de dos habitaciones y dos baños al lado de la Plaza de Santo Domingo en el barrio de Palacio de la capital madrileña. La pareja de comunicadores nunca ocultó su historia de amor, pero tampoco hizo alarde público de su relación.
Mientras Mariñas husmeada por todos los rincones donde se celebraban los saraos con su inseparable camarita para captar aquellos pequeños detalles de las celebridades que el resto de los profesionales solían pasar por alto, Elio estaba en los photocalls inmortalizando a los famosos. Algunos de ellos, íntimos amigos, como Tamara Falcó (40) o Sara Montiel.
Los dos sentían auténtica devoción por los viajes y por los caprichos caros relacionados con la moda. Pasar el fin de año en Nueva York era uno de sus vicios, visitar las islas caribeñas en busca de paz y anonimato era un lujo que se permitían asiduamente. Si visitaban Londres, no se perdían los musicales; en París se quedaban extasiados con los desfiles de Alta Costura, y en Italia se escabullían de algunos saraos para comprar en los outlets de Valentino, Armani, Versace o Prada.