En junio de 2015, cuando se hizo pública, con luces y taquígrafos, la sorpresiva relación amorosa entre Mario Vargas Llosa (86 años) e Isabel Preysler (71), hubo una mujer cuyo nombre copó múltiples titulares en el papel couché de entonces, muy a su pesar: el de la tercera en discordia, la exmujer del Nobel, Patricia Llosa Urquidi (78).
Ella pasó de estar plácidamente en un segundo plano, a la sombra de su marido y atendiendo sus quehaceres, a situarse en la primera línea. En aquel momento, la exmujer del escritor peruano, y madre de sus tres hijos, lidió con el escándalo mediático como pudo. Entre el bochorno y la indignación.
Al principio, a golpe de comunicado. En la misiva facilitada a los medios, sostuvo lo que sigue: "Mis hijos y yo estamos sorprendidos y muy apenados por las fotos que han aparecido en una revista del corazón". Y añadió, embargada por el dolor y la traición: "Hace apenas una semana estuvimos en Nueva York celebrando nuestros 50 años de casados. Rogamos que respeten nuestra privacidad".
Tras ese instante, Patricia puso tierra de por medio, guardó un sepulcral silencio, se apartó de los medios de comunicación y se volcó en sus hijos y en su nueva vida sin el Nobel de Literatura. Poco más se ha sabido de ella hasta que Isabel Preysler confirmó, el 28 de diciembre de 2022, su separación de Vargas Llosa tras ocho años de amor.
La historia, de algún modo, volvía a repetirse para Patricia Llosa. Su peor momento; la humillación pública más lacerante, sus fantasmas del pasado retornaban. Pese a que se ha publicado que la exmujer del Nobel estaba al tanto de la ruptura con Isabel Preysler antes de que ésta viera la luz, no contaba Patricia Llosa con el renovado interés mediático que despertaba su figura.
En estos convulsos días, la madre de Álvaro (57), Gonzalo (56) y Morgana (48), los hijos del escritor, ha visto cómo algunos periodistas españoles se han puesto en contacto con ella. Todos quieren conocer su versión de los hechos, qué opina de la ruptura. El de ella es el silencio más valioso del momento.
Sus palabras tienen un alto precio en el mercado y, según ha podido confirmar EL ESPAÑOL, Patricia Llosa ha recibido suculentas ofertas para hablar, tanto de medios televisivos como prensa escrita -especializada en crónica social- y medios digitales. Según le consta a este periódico, a todas estas ofertas Llosa ha dicho no. No le compensa y tampoco es su historia.
"Ella está feliz en República Dominicana, tomando el sol. Asegurando que no va a decir absolutamente nada, aunque sabe bien todo lo que ha pasado, ya que Mario Vargas Llosa se lo comunica a sus hijos hace dos fines de semana y todo en tono jovial", deslizó en Sálvame la periodista Pilar Vidal, una de las primeras en contactar con la segunda mujer del Nobel.
En esa línea desea continuar Patricia Llosa. "Me extraña que de su propia boca diga algo. Otra cosa son los entornos y esas cosas, pero no hagáis caso", apuntan a este medio. Confían a este medio que se encuentra disfrutando de su dorada jubilación, centrada, sobre todo, en su faceta como abuela.
De hecho, sus nietos se han convertido en su mayor alegría y motivación en el día a día. El tiempo libre, además, le permite a Patricia deleitarse con una de sus grandes pasiones, el cine.
De hecho, tras su separación de Vargas Llosa transformó el antiguo despacho biblioteca del escritor en una sala dedicada al séptimo arte. Patricia es una mujer con grandes inquietudes, sobre todo culturales. Junto a un grupo de amigas, creó hace unos años National Museum of Women in the Arts, una suerte de institución, con sede principal en Washington, dedicada al reconocimiento de la labor artística de las mujeres. Se reúnen semanalmente en el Museo de Arte Contemporáneo de la capital.
También está Patricia Llosa muy involucrada en la versión peruana del Hay Festival, el certamen literario que se celebra cada mes de noviembre en Arequipa, la ciudad natal de su exmarido. Desde su separación, la gran meta de Patricia ha sido mantener unida a su familia.
"Es una de sus grandes preocupaciones. Después de la separación, corrimos el riesgo de que la 'tribu', como llamamos nosotros a la familia, se destruyera. Por eso en estos últimos años ha seguido dedicándole mucho tiempo a sus tres hijos y a sus seis nietos, organizando viajes familiares y manteniéndose en constante comunicación con todos. Si una de mis hijas, que viven a miles de kilómetros de mi madre, amanece un día enferma, ella lo sabe antes que yo. Es la madre y la abuela perfecta", reconoció hace un tiempo el hijo mediano del exmatrimonio, Gonzalo Vargas Llosa.
Hubo un período en el que la relación entre Patricia y Mario fue nula o directamente mala y tensa. Pero aquellos días pasaron. Hoy, gracias al efecto balsámico del tiempo, el exmatrimonio mantiene una relación "cordial". Ya no afectuosa, pero sí fluida por el bien de la unidad familiar, de sus hijos y de sus nietos. Patricia está al cabo de la calle del día a día de su exmarido gracias a sus hijos.
Cabe recordar que Patricia Llosa es la sobrina de la primera esposa del escritor, Julia Urquidi Illanes. Antes del sonado divorcio, Patricia le había dedicado su vida, desde los 18 años, al autor de grandes obras como La ciudad y los perros. Además, vivió junto a él algunos de los más inolvidables momentos de su vida literaria: desde su ascenso en el llamado Boom Latinoamericano hasta el Premio Nobel de Literatura que lo consagró en 2010.
Con los años, Patricia Llosa se convirtió, amén de esposa, en una suerte de secretaria personal, en pie desde las 5 de la mañana cada día, para atender la lista interminable de llamadas y peticiones que recibía el autor desde Europa, mientras él pasaba las horas leyendo y escribiendo. Lo demás, es historia. Una historia que comenzó en junio de 2015 con una portada de ¡HOLA!, que rezaba así: "Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa, fotografiados juntos en un almuerzo para dos en Madrid".