De rompe y rasga. Musa del destape, envidia de las vedettes y con varios premios en concursos de belleza. Bárbara Rey (72 años) nunca ha dejado indiferente a nadie, sobre todo en lo que respecta al sector masculino e incluso femenino, tras aquella noche de amor que confesó hace unos años Chelo García-Cortés (71).
Desde que dejara Totana (Murcia) para trasladarse a Madrid con 18 años, donde al principio ejerció como gogó en discotecas, llegando incluso a dormir en algunos bancos en la calle, como en su momento sufrieron Antonio Banderas (62) e Imanol Arias (66), la vida de Bárbara Rey ha sido pasto del cuché.
Aquella mujer de 1,82 cm de estatura, nada habitual en la época, supo manejar sus atributos genéticos para tener todo lo que le diera la gana. Este domingo 15 de enero se estrena en ATRESPremium la serie Cristo y Rey, protagonizada por Jaime Lorente (31) y Belén Cuesta (38), que narra las vicisitudes sentimentales de la pareja. Sin embargo, JALEOS prefiere adentrarse íntimamente en el corazón de Bárbara para analizar a los hombres que han pasado por su vida.
[Así son el rey Juan Carlos I y Chelo García-Cortés en 'Cristo y Rey', la nueva serie de Atresmedia]
Mientras Alain Delon (87) rodaba en Madrid en 1974 la película El Zorro, una amiga suya le presentó a la musa del destape, que entonces tenía 24 años. Ambos cayeron en el abismo de la lujuria y la pasión. Ella estaba soltera, pero él tenía pareja desde hacía siete años, la también actriz Mireille Darc, de quien se separó amistosamente en 1984. De ahí que resulte raro cuando se afirma que vivieron juntos en París durante dos años y medio.
Lo que sí ha quedado registrado es lo que la exvedette confesó a ABC con respecto al galán francés: "Me gusta mucho, claro, pero a él le gusté yo más. Venía a verme al teatro La Fontana y cada vez que venía a España me llamaba. ¡La cantidad de mensajes que me dejaba en el contestador! Estaba enloquecido conmigo". Se separaron por una cuestión de piel.
Inmediatamente, Bárbara encontró reemplazo en el futbolista Carles Rexach (76), una de las grandes bazas del Barça, mientras actuaba en el Teatro Victoria con la revista Barcelona es Bárbara. Pero aquello duró lo justito, terminó en cuanto ella se enteró de que la compartía con su novia, Silvia Itoiz, con quien terminó casándose. Aquella historia de amor que se desarrolló en 1977, justo cuando nuestra protagonista rodaba Me siento extraña junto a Rocío Dúrcal, con la que protagonizó un gran escándalo por su relación lésbica.
En aquellos años también se llevó a otro bellezón entre las sábanas. Paquirri había quedado abducido por Bárbara mientras aún seguía casado con Carmina Ordóñez, a la sazón, una de las mujeres más bellas que ha existido en la historia de la prensa rosa. La pasión duró poco, pero fue intensa. Posteriormente el torero se divorció y se casó con Isabel Pantoja (66).
Y como entre rodajes anda la cosa, sin cita previa, Ángel Cristo, que en 1969 había sido nombrado el mejor domador del mundo, se presentó en el set de rodaje de Me siento extraña. Lo que empezó como un tonteó acabó en boda en 1980. Parecían felices. Habían nacido dos hijos, Ángel Jr. (41) y Sofía (39), pero la penitencia iba por dentro. Los besos se mezclaban con los puñetazos, los abrazos con los tortazos y las miradas con intentos de asfixia. Desde el principio, Bárbara fue víctima de la violencia de género.
Sus apariciones en las revistas del corazón eran continuas. Fueron la pareja más envidiada del momento. Ambos triunfaban, tenían una gran fortuna y aparentemente eran felices. La actriz y presentadora no daba el perfil de mujer maltratada, siempre luciendo espléndida y sonriente. La interpretación se extendía a las veinticuatro horas del día.
Además de esos maltratos, la droga terminó por dinamitar el matrimonio. Ángel domaba elefantes, tigres y leones tras haber esnifado cocaína, solía desayunar con güisqui e incluso enviaba a su hija a comprar estupefacientes porque quería que probara lo bueno y no lo adulterado. Sofía sólo tenía 15 años. Su padre le incitó al consumo. Bárbara estaba desesperada. En 1989 todo saltó por los aires cuando ella le dejó por Pedro Ruiz (75), otro conquistador empedernido. Así pareció confirmarlo la presentadora de Palmarés (1976), programa que la convirtió en una estrella deseada.
Pero en esos vericuetos oscuros donde los sentimientos chocan con la razón, Bárbara Rey estaba viviendo un amor prohibido. Según varios expertos, entre ellos Pilar Eyre (71), la relación entre la exactriz y el Emérito abarcó desde 1976 a 1994. Les presentó el presidente del gobierno Adolfo Suárez. Siempre se vieron en sitios seguros como el chalé de ella en Aravaca (Madrid), en algunos hoteles y en casa de un íntimo amigo de Juan Carlos I (85). Hubo rumores, pero nada estaba confirmado. Hasta que en 1997 la de Totana desató su ira en televisión porque le habían robado cintas, vídeos, cartas y otros documentos, acusando directamente a Manuel Prado y Colón de Carvajal, íntimo amigo del Rey, así como su administrador privado.
Los encuentros privados eran grabados por Bárbara. Se habló de un pacto de silencio. Ella cerraba el pico por 600.000 euros, más otros 300.000 a pagar en varios años. Parte de esos audios se escucharon en el documental Salvar al Rey de HBOMax. Todo se esfumó cuando el monarca dio prioridad a Marta Gayá (75). A principios del XXI se dejó fotografiar muy acaramelada con el joven Frank Francés, que ocupaba el primer lugar entre los mejores jugadores de pádel. La actriz incluso tuvo intenciones de casarse, pero cuando se dio cuenta de que él se estaba aprovechando para hacer caja cortó por lo sano.
A partir de ese momento, sus amoríos se han contado con los dedos de una mano. Estuvo con el futbolista del Real Madrid Pedro de Felipe y Bigote Arrocet (73), con quien se fotografió en 2021. Ella fue la sustituta ideal de María Teresa Campos (81), con quien había estado con altibajos entre 2014 y 2019. Pero esta nueva pareja tampoco funcionó, aunque mantienen la amistad.