Las cuatro desgarradoras confesiones de Lucía Rivera: de su complejo físico a los malos tratos
La modelo repasa su vida en su libro 'Nada es lo que parece', donde habla de episodios desconocidos y muy difíciles.
27 marzo, 2023 01:12Un testimonio valiente y bastante crudo, así podría definirse el relato de su vida que hace Lucía Rivera (24 años) en su libro, Nada es lo que parece, que acaba de salir a la venta. Pese a su juventud, la modelo escribe una biografía en la que muestra que no ha tenido las cosas tan fáciles como se pudiera creer y que ha pasado por momentos verdaderamente complicados.
"Esto es de mí para ti, para que te encuentres y me encuentres. Para que veas a través de mis hijos, para que escuches mi verdad", dice en la contraportada de su primera obra literaria a modo de presentación. Lo que narra en primera persona ya ha provocado más de una sorpresa y malestar, pues hay personas muy conocidas que se ven reflejadas: su padre adoptivo, Cayetano Rivera (46), Eva González (42) y, por supuesto, su propia madre, Blanca Romero (46).
Lucía no oculta que ha tenido una adolescencia complicada y tampoco la cruda realidad de algunas de sus relaciones amorosas. Sin embargo, con el paso de los años ha aprendido a encajar todas las piezas del puzle para ser la mujer que es hoy. "La vida no es más que un juego en el que muchas veces sentirás que vas perdiendo, pero sólo hay una manera de ganar: vivir", confiesa. Estas son algunas de las impactantes revelaciones que hace.
["Querido X", la impactante carta que Lucía Rivera le dedica a su desconocido padre biológico]
1. La identidad de su padre biológico: el villano
La modelo desvela una incógnita sobre sus orígenes, la inicial de su padre biológico, un modelo británico al que su madre conoció trabajando en un catálago de ropa interior. Su nombre empieza por W y aunque ella creció considerándole un héroe sin ni siquiera haberle visto, pronto sus sueños se hicieron añicos. Un día su madre le dio una gran noticia: "Tu padre quiere conocerte. Me ha escrito por Facebook". El esperadísimo encuentro tuvo lugar en su casa y Lucía lo recuerda como un hombre guapísimo, alto y con los ojos verdes. Al día siguiente ambos acompañaron a Blanca al rodaje de una serie y las cosas se torcieron.
Durante una comida, él bebió varios chupitos y cuando Lucía trató de llamar su atención mostró su verdadera cara: "Me gritó: '¡Cállate', Tuve miedo". De vuelta en el domicilio, la encerró en el baño para hablar: "Se arrodilló y me abrazó. Luego cerró la puerta con pestillo. Yo no paraba de llorar mientras mi superhéroe se convertía en villano. Finalmente, mi madre consiguió entrar, lo agarró por la hebilla del cinturón y lo arrastró hasta la puerta", escribe. La escena acabó con su padre marchándose para no regresar. El verdadero motivo de su viaje no era conocerla, "sino extorsionar a mi madre y a pedirle dinero a cambio de unos vídeos en los que ellos mantenían relaciones sexuales".
2. Críticas a Eva González
Llama la atención que en el libro se refiera a Cayetano Rivera por su inicial en vez de utilizar el nombre completo, aunque su parentesco es de sobra conocido. Lucía admite que fue difícil ser una niña adoptada y que le costaba encontrar su sitio. Tras la separación de sus padres, su relación con el torero se enfrió y admite que enterarse de que el diestro iba a casarse le supuso un shock. No duda en señalar como culpable de sus dificultades a Eva González. "Sé que al principio y a su manera, mi padre luchó por mí. Y como era de esperar, rehízo su vida con una mujer, quien, al principio, para mi disgusto, solo disimuló su desagrado hacia mí". Ni siquiera la nombra, aunque sí añade un detalle más de su poca sintonía.
"Aunque he crecido encerrada en el qué dirán, he comprendido que todos, hasta la ya exmujer de mi padre, de la que incomprensiblemente me habría gustado recibir alguna migaja de cariño, lo han hecho lo mejor que han podido", termina diciendo en uno de los capítulos confirmando de paso una ruptura de la que ni siquiera los propios interesados han hablado.
3. "Tenía moratones hasta en las orejas"
Sus inicios sentimentales fueron tóxicos y poco apropiados, incluidas sus primeras relaciones sexuales con su primer novio a una edad en la que no estaba lo suficientemente madura. "Me abrazó y me forzó bastante, yo ni siquiera sabía si quería tener sexo con él, así que pensé que el dolor era normal". La modelo recuerda aquel romance como una pesadilla de idas y venidas y, cuando al fin terminó, cayó en algo peor.
"Los abusos-psicológicos. que sufrí en mi primera relación acabaron siendo físicos en la segunda. Ahora me paro a pensarlo, reconozco que fui la víctima perfecta, casi hecha a medida, una niña con muchos abusos interiorizados, los celos posesivos, los insultos y los refuerzos intermitentes", relata. Lucía no escatima en detalles, por muy dolorosos que resulten: "Sentía una especia de muerte dentro de mí, tenía moratones hasta en las orejas y no, nunca se me pasó por la cabeza tomar medidas legales".
4. Acomplejada por su físico
Siempre ha sido muy delgada y eso hizo que fuera objeto de mofas y ataques, especialmente durante la pubertad. "Desde pequeña sufrí un complejo horrible por mi cuerpo. Me ponía un pantalón sobre otro para engañar y fingir más culo. Me obligaba a comer para engordar, tener curvas y sentirme sexy como las demás, porque mi delgadez era objeto de burla", relata. Cuando empezó en el mundo de la moda de pronto se encontró con opiniones contradictorias: unos le decían que estaba demasiado baja de peso, otros que le sobraban kilos, lo que que la desestabilizó por completo y la llevó a tener hábitos poco saludables. "Apenas comía y, cuando ya no podía soportar el hambre, engullía comida basura o arrasaba con la nevera. Después me ponía una faja y hacía deporte horas, con culpabilidad, para quemarlo", recuerda.
Después de todas las experiencias traumáticas por las que ha pasado, Lucía Rivera ha encontrado la manera de estar en paz consigo mismo y reconducir su propia historia: "Me encontré a mí misma nombrando mi sufrimiento por las condenas mentales de los demás, De pronto las emociones venían a mí en forma de bomba y pude volver a sentirme útil".