Sandra Fernández de Villavicencio en un fotomontaje de EL ESPAÑOL junto a una imagen actual de su casa derruida.

Sandra Fernández de Villavicencio en un fotomontaje de EL ESPAÑOL junto a una imagen actual de su casa derruida. EL ESPAÑOL

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La casa de la hija del marqués de Larios, derruida: todas las fotos y la actual vida de Sandra y su hijo, Kenzo

Fue en 2018 cuando José Carlos Fernández de Villavicencio desahució a su hija. Seis años después, EL ESPAÑOL descubre el estado de la finca. 

19 febrero, 2024 00:45

El 17 de abril de 2018, EL ESPAÑOL se desplazó a la elitista urbanización La Moraleja, en Alcobendas, Madrid, para ser testigo directo del desahucio que iba a tener lugar en una de las exclusivas casas que conforman la acaudalada zona del norte de Madrid.

El escándalo estaba servido: un padre echaba a la calle a su hija y a su nieto, con el añadido de que la familia ostentaba un marquesado. José Carlos Fernández de Villavicencio y Eleta, IV marqués de Larios, desahuciaba a su hija, Sandra Fernández de Villavicencio (38 años), y a su nieto, Kenzo (12), de la casa donde hacían vida, de 390 metros construidos en una parcela de 2.600. 

Después de varios litigios paternofiliales -tras el divorcio de sus padres, Sandra pudo disfrutar del usufructo de la casa-, y de una primera intentona de lanzamiento judicial, Sandra tuvo que abandonar la que había sido durante 23 años su residencia, y este periódico estuvo presente ese doloroso y mediático día en que la policía judicial echó abajo la puerta de la mansión. 

[La hija del marqués de Larios, a escasas horas del desahucio: "Mi padre ha pedido que me arresten"]

El estado en que se encuentra la entrada de la que fue el domicilio de Sandra, ahora tapada con una valla.

El estado en que se encuentra la entrada de la que fue el domicilio de Sandra, ahora tapada con una valla. EL ESPAÑOL

Tras aquel trance, la hija y el nieto del marqués tuvieron que empezar de cero. Tal y como trasladó Sandra en su momento a este medio, se instalaron, con carácter provisional, en el hogar de una amiga, hasta que encontraron nueva residencia: un piso en la capital de España, con bastantes menos metros cuadrados que el inmueble de La Moraleja.

Más modesto y ad hoc a su nueva etapa vital. En los años posteriores al desahucio, la hija de José Carlos Fernández de Villavicencio y Eleta deslizó, cargada de indignación, a EL ESPAÑOL que su padre había derruido la casa para volver a vivir en ella con sus otros hijos. A todo lujo. "Se están montando un caserón", aseveró. No obstante, en 2021 este periódico corroboró que el inmueble seguía en pie, cerrado y sin vida en su interior. 

El solar, embarrado, en el que antes estaba edificada la casa, en La Moraleja.

El solar, embarrado, en el que antes estaba edificada la casa, en La Moraleja. EL ESPAÑOL

Hoy, febrero de 2024, la realidad es otra, muy distinta: este medio puede confirmar, a través de diferentes y esclarecedoras fotografías a las que ha tenido acceso en exclusiva, que la casa ya no existe. Está derruida, es historia. Pese a que todo el terreno está rodeado de espesos arbustos, y es complicado apreciar el interior de la parcela, una valla metálica sorprende ocupando el lugar del portón principal.

Desde esa visión, se puede atisbar el interior, un solar embarrado, con distintas excavaciones, pero sin edificación alguna. Un contenedor de basura, volcado, y un árbol es todo lo que se puede apreciar desde la acera. No hay ninguna señal de obras en funcionamiento. Todo hace indicar que tras echar abajo la casa todo quedó paralizado.

Otra imagen de cómo está en la actualidad la zona del jardín y donde antes estaba la caseta.

Otra imagen de cómo está en la actualidad la zona del jardín y donde antes estaba la caseta. EL ESPAÑOL

EL ESPAÑOL ha podido confirmar con una vecina de la zona que la mansión quedó en escombros "hace bastante, no sé decirte si dos años o así". También informa esta mujer que la casa, antes de ser destruida, estuvo puesta a la venta en el portal inmobiliario Idealista. "Pedían por ella cerca de 1.800.000 euros", apunta.

En lo que respecta a la actual vida de Sandra Fernández de Villavicencio y su hijo, Kenzo, EL ESPAÑOL maneja pocos pero certeros datos. Sandra y su vástago, de acuerdo a lo que se confía a este medio, siguen viviendo en Madrid. La hija del marqués tomó hace un tiempo la decisión de alejarse de los medios de comunicación y tiene "otra vida".

La hija del marqués de Larios, posando junto a su hijo, que en ese momento tenía siete años.

La hija del marqués de Larios, posando junto a su hijo, que en ese momento tenía siete años.

No quiere volver a aquella exposición que tanto le hizo sufrir. Tiene un trabajo -en este tiempo, su situación laboral ha sido renqueante-, y su hijo es un "buen chico" de 12 años y aplicado en sus estudios. La relación con su padre, José Carlos Fernández de Villavicencio y Eleta, sigue siendo nulaA raíz de aquel lanzamiento, el hijo de Sandra sufrió sobremanera. Ella misma lo contó en EL ESPAÑOL. 

"A raíz de todo esto que hemos pasado, ha tenido un par de problemas; tiene un tic nervioso en los ojos y un problema en el corazón. Se queja de dolores en el corazón desde hace tres meses. Hemos estado de médico en médico, pero finalmente me han dicho que debe ser por el estrés que ha pasado. La verdad es que Kenzo es muy fuerte, aunque tenemos ahora una revisión por si acaso", sostuvo la hija del marqués en 2018. 

Sandra manifestó hace tiempo que se mantendría erguida en su batalla contra su padre; por eso, puso la situación en manos de sus letrados y está dispuesta a desenmascarar a su progenitor. Hizo ver que "tiene más dinero del que dice" y no cejaría en su lucha por recuperar todo el dinero de la pensión que le debe, unos "100.000 euros".

La familia Larios ha sido una de las más influyentes de Málaga. El abuelo paterno de Sandra, José Fernández de Villavicencio y Osorio, marqués de Vallecerrato y grande de España, se volcó en negocios hoteleros, llegando a ser propietario del hotel Villamagna y artífice de La Zagaleta.

José Carlos, único varón de su primer matrimonio, se empeñó en casarse con Eva Frommer, una alemana de origen judío, lo que disgustó al padre, quien no asistió a su boda que se celebró en el Villamagna. Poco después de nacer Sandra comenzaron los conflictos en la pareja, que se divorció en 1998.

EL ESPAÑOL vivió el desahucio

El desahucio de la hija y el nieto del marqués de Larios desde dentro, minuto a minuto Carmen Suárez

17 de abril de 2018. Tras una semana en que el lanzamiento no se pudo ejecutar por la inesperada presencia de dos pastores alemanes que imposibilitaron la entrada, la marquesa y su pequeño tuvieron que decir adiós a su hogar, y EL ESPAÑOL fue testigo desde dentro de ese difícil momento. Entonces, Sandra, ayudada por su madre Eva Frommer, pudo llevarse consigo las pertenencias más imprescindibles.

Sin embargo, la mayoría de las mismas las dejó al cobijo de la caseta que se encuentra en el jardín del casoplón. Antes de montarse en el coche, Sandra, entre lágrimas, atendió a los medios: "He pedido cinco días para poder recoger mis pertenencias que las tengo en un cobertizo y la abogada de mi padre lo ha denegado. No puedo coger lo que me pertenece y no sé dónde ir y vivir. Mi padre se ha portado como un cabrón, ojalá que saquen sus cuentas en Panamá y todas sus empresas, que va de pobre y es millonario". 

Ese aciago día este medio pudo conocer todas las estancias de la casa, que estaba descuidada en algunas zonas, desprovista de todo mueble o acondicionamiento y bien cerrada desde dentro. A cal y canto; ventanas y puertas con acceso al jardín y la piscina: "No se lo voy a poner fácil, las ventanas tienen contraventa y la puerta principal es muy buena".

La hija del marqués tenía claro que ella no iba a facilitar las cosas. "Si quieren entrar, que tiren la puerta a la fuerza", aseguraba agarrando fuertemente la mano de su hijo y reclamando sin parar a uno de sus perros para que estuviera a su lado, protegiéndola. Sin embargo, nada -ni siquiera los varios animales que tenía a su cuidado en la casa- impidieron el desalojo final. Hoy, esa casa, su casa, ya no existe