Coincidiendo con el inicio del juicio contra Daniel Sancho (29 años) por el presunto asesinato de Edwin Arrieta, su padre, el actor Rodolfo Sancho (49), ha roto su silencio para hablar por primera vez sobre cómo se enteró de la noticia y arrojar detalles de la personalidad de su vástago y el vínculo de éste con el cirujano colombiano.

Lo ha hecho en el capítulo cero del documental El caso Sancho, estrenado en HBO Max, un material audiovisual que no ha tardado en convertirse en el centro de la noticia. 47 minutos de episodio en los que el actor habla a cámara y responde a las preguntas de la entrevistadora.

No esquiva el artista ninguna cuestión y se muestra siempre con actitud segura, al tiempo que defiende a ultranza la inocencia de su primogénito. No sólo es lo que dice, sino también cómo se comporta y la forma en que se expresa y desenvuelve ante las cámaras en un set de rodaje. 

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Rodolfo Sancho, gesticulando durante la emisión del documental. HBO Max

Con el afán de descubrir lo que el actor habría intentado ocultar en su primera entrevista, EL ESPAÑOL ha contactado con Sonia El Hakim, presidenta de la Asociación Española de la Comunicación No Verbal.

Uno de los aspectos que más comentarios ha generado es la actitud de Rodolfo a la hora de hablar de un asunto tan delicado como un presunto asesinato. Sonríe y muestra un rostro tranquilo. 

"Rodolfo tiene esa forma de comunicar habitualmente. Eleva las mejillas, que es lo que hace que aparezcan las patas de gallo, y por eso él las tiene tan marcadas. Cuando habla hace ese movimiento. No es por esta situación en concreto, es algo habitual. Se llama Smizing", defiende la experta en comunicación no verbal. 

Sin embargo, hay otros gestos que delatan a Rodolfo Sancho y que confirmarían cómo es su personalidad. "Llama la atención las numerosas autorreferencias. Está hablando del caso de su hijo, aunque le quita hierro, pero habla de sí mismo", reflexiona Sonia El Hakim.

Rodolfo Sancho, en otro momento de su primera entrevista tras el escándalo de su hijo.

También señala cuál sería la estrategia utilizada por el intérprete: "Dice numerosas frases de autoayuda, en tercera persona, por lo que nos está dando lecciones de vida. Le sirve para tener una comunicación evitativa y distanciarse del hecho, porque no tiene nada que ver con el hecho". 

A su vez, la experta reconoce cierto enmascaramiento de la emoción en Sancho para ocultar qué es lo que está sintiendo: "En el punto álgido, cuando está contando lo que está pasando con su hijo, vemos que hay una sonrisa algo extraña. No quiere que se le perciba como una persona que en ese momento está en vulnerabilidad. Tiene que ver por su personalidad y su línea de defensa está dirigida hacia ahí: que fue un accidente".

Además de ocultar las emociones, Sonia El Hakim explica que Rodolfo Sancho se intenta alejar en todo el momento del hecho principal, que es el presunto asesinato: "Vemos determinados elementos en su lenguaje refiriéndose a lo que ha pasado. Está distanciándose del hecho. Minimiza lo que ha ocurrido". 

En ningún momento de sus declaraciones nombra a la víctima, Edwin Arrieta; siempre se refiere a la víctima como "tipo", "ser humano" o "persona". "Despersonaliza a la víctima. Habla de la persona que ha fallecido, que ha sido asesinado. Está cuadrando la línea de defensa que está intentando tener para su hijo. Intenta que percibamos a su hijo Daniel como una persona que no tiene capacidad de responsabilidad". 

Algo que Rodolfo utiliza, sobre todo, cuando habla del comportamiento de su hijo. "Todo el rato le pone como si fuese un crío de 15 años. Llega un momento en el que le preguntan la edad -de Daniel-. 29 años ya es un señor, aunque lleve una vida más juvenil. No es un adolescente al que le tenemos que quitar la responsabilidad de todo". 

Quiere aparentar que todo está bien y que está muy tranquilo por la situación de Daniel Sancho. Sin embargo, sus gestos delatan todo lo contrario. "No para en todo el documental de hacer contiguos gestos adaptadores, lo que llamamos el baile de San Vito. Se atusa la barba, se acaricia las mejillas o los ojos, se da autoabrazos y autocaricias. Todo el rato busca esa tranquilidad a través de estos gestos. Es algo que contradice esa imagen que está intentando expresar a través de su expresión facial y sus palabras", concluye la experta.