"Estoy en un momento de mi vida en el que soy lo suficientemente humilde como para saber darme likes a mí misma". Con esta frase, Lydia Bosch explicaba a EL ESPAÑOL cómo cambian las prioridades de una mujer cuando llega a los 60 años. La actriz describía su situación poniendo como ejemplo una red social en la que ahora no sólo expone su trabajo como artista. También muestras sus colaboraciones con marcas, siguiendo la línea de cualquier influencer patria.
La declaración de Bosch a este periódico se producía en medio de la presentación de una colección de Hoss Intropia, firma de la que es embajadora junto a su hija, Andrea Martín (32), y la actriz Candela Serrat (37). Dos perfiles de una generación mucho más joven.
Una situación similar se acaba de producir en la carrera de Isabel Preysler (75), que ha dado el salto como influencer ejerciendo de embajadora de Multiópticas con Lola Lolita (22) o Miguel Herrán (28). Le ha pasado lo mismo a Carmen Lomana (75), quien en los últimos días se ha hecho viral por protagonizar una campaña de Stradivarius en la que promociona unos shorts tipo bóxer.
Lydia Bosch, Isabel Preysler y Carmen Lomana se han convertido así en perfiles de interés para marcas que generalmente han estado asociadas a rostros más jóvenes -Victoria Federica (23), Anna Ferrer Padilla (27) o Aitana (24)-. De esta manera, han seguido la estela que dejó hace casi un año Ángela Molina (68), cuando se convirtió en la modelo de mayor edad en posar para una campaña de Zara meses después de haber sido embajadora de Hoss.
La elección de estas cuatro mujeres no es casual y responde a un plan de marca que está arrojando resultados positivos, tal y como explica a este periódico Anto Garzía, experto en estrategia digital y comunicación. "De esta manera abarcan un público muy amplio", asegura éste en referencia a la fusión entre perfiles jóvenes y perfiles de más de 60 años en las campañas de ciertas firmas.
Cada caso es diferente, pero converge en un punto común: apostar por "perfiles de mayor edad, con mayor experiencia en la vida y muchos más reconocidos para un público más amplio, que probablemente será también más fiel como consumidor", asegura Garzía.
El experto recuerda que el público es muy diverso y las firmas estarían intentando conectar con todos. Desde las nuevas generaciones, que "adoran a streamers e influencers", como la reina de TikTok Lola Lolita, hasta un público más adulto, como sus padres, que se sentirán interesados con figuras como la de Preysler.
"Por un lado se consigue una mayor viralidad. Por otro, sello de calidad. Sólo pensar en la inversión que ha hecho Multiópticas con Isabel para que sea su embajadora, hará ver al público el poder que tiene la marca", ejemplifica Anto Garzía con el caso de la reina de corazones.
En cuanto a Carmen Lomana, que acaba de experimentar una situación similar, el profesional en comunicación explica que Stradivarius ha puesto el foco en un perfil que "además de ser reconocido por un público más adulto, es viral en un rango mucho más amplio por sus declaraciones, forma de hablar y campañas que protagonizó en el pasado".
Con la firma de ropa, la socialité se pone un bóxer típico de la moda masculina para lucirlo en una alfombra roja. El objetivo ha vuelto a cumplirse: "sorprender y llamar la atención con un personaje que en ocasiones termina convertido en un meme", expone Garzía.
"El caso de Ángela Molina también sorprendió" y para Zara "supuso un mayor acercamiento a todo tipo de personas y edades, mejorando la imagen de la marca", rememora el profesional en estrategia digital y comunicación.
En definitiva, un impacto positivo que confirma que el fenómeno influencer de más de 60 años es un hecho. "La edad no es un factor limitante y perfiles potentes con una edad mayor pueden dar a las marcas muchas alegrías si se trabaja bien la campaña", concluye Anto Garzía.
Arantxa Pérez, de la agencia PR & MANAG y experta en marketing de influencers, coincide: "La moda no es cuestión de edad. Es cuestión de gustos y estilos". Según la experta, este sería el mensaje que buscan transmitir las marcas con sus campañas, intentando "reeducar" a la sociedad. De esta manera, logran un "acercamiento entre generaciones".
Recuerda Pérez que hasta hace unos años "el salto generacional era un handicap". Pero con esta nueva forma de comunicar que están adoptando las firmas de moda "se crea una sensación de empatía".
En opinión de la experta en marketing, el resultado es muy positivo para la marca. Tanto a nivel de imagen como en lo económico. "Son mujeres súper interesantes, con una vida que contar, con bagaje", comenta Pérez.
En esta misma línea, añade que figuras que rondan los 60 y 70 años, como Lydia Bosch, Ángela Molina, Isabel Preysler o Carmen Lomana, "son perfiles aspiracionales". En ellas no sólo se pueden ver reflejadas mujeres de su edad. También las más jóvenes e influencers de menor edad. Comenta la profesional en redes que muchas de estas famosas tienen seguidoras de otra generación que ven en ellas el reflejo de sus madres.
En temas de dinero, Arantxa Pérez concluye que combinar en una misma campaña perfiles jóvenes y rostros más maduros, como ha hecho Hoss Intropia o Multiópticas, "genera beneficios económicos, pues al llegar a dos generaciones las ganancias son el doble".