Rosa Villacastín: "El rey Felipe VI lo hace muy bien junto a la reina Letizia, que sabe lo que cuesta una hipoteca"
EL ESPAÑOL ha conversado con la veterana periodista, quien el pasado mes de mayo anunció su jubilación tras 50 años de éxitos.
21 julio, 2024 00:52Cada vez que el insigne psiquiatra Luis Rojas Marcos imparte una conferencia o está frente a un paciente o un periodista les hace una sencilla pregunta: ¿Qué nota le pondrías a tu nivel de felicidad?. En la mayoría de los casos la puntuación oscila entre el seis y el siete. La protagonista de nuestra entrevista supera esa barrera hasta acercarse casi a la excelencia. Tal y como ha sido su labor periodística a lo largo de algo más de cinco décadas.
Rosa Villacastín (77 años) asegura sin que le tiemble la voz que "me pondría un nueve de lo feliz que he sido. Creo que me lo he pasado de bien como poca gente. He sido afortunada". Por las venas de la periodista no hay sangre sino letras. Su abuela Francisca, conocida como 'la princesa Paca', tenía los rasgos de la beldad castellana que hacía parar a más de un hombre. Un día que iba a llevar la comida a su padre y hermanos se le acercaron dos señores elegantes para que le dieran una rosa.
Al día siguiente volvieron de nuevo. Eran Valle Inclán y Rubén Darío. El nicaragüense se quedó tan embobado como ella. Enloquecieron de amor. Él, ilustrado y ella, analfabeta. Le enseñaron a leer y escribir Antonio y Manuel Machado. A Francisca le encantaba romper moldes sociales porque en 1899 decidió irse a vivir en pecado con Rubén Darío ya este no se podía divorciar porque le casaron en una borrachera. El autor de 'Azul…' y la princesa Paca vivieron 15 años en París. Tuvieron cuatro hijos, pero tres fallecieron. A la muerte de Rubén Darío, Francisca conservó todo su legado que donó al Ministerio de Educación Española en 1956.
A Rosa esta historia le parece como un sueño. El destino le tenía preparada una agradable sorpresa. "Lo primero que hice como prácticas fue en el Archivo Histórico, pero luego me llamaron de la Universidad Complutense para que hiciera otras prácticas en el Archivo de Rubén Darío. Estuve allí como diez años. Hasta 1971", comenta orgullosa mientras el aire acondicionado intenta aniquilar las llamaradas del ambiente.
Desde hace varias semanas vive en su residencia de Guadalmina Baja en San Pedro de Alcántara, no muy lejos de la Marbella alocada de los ochenta que tanto ha disfrutado. Sus ojos han radiografiado a la exemperatriz Soraya, junto a Gunilla von Bismarck se divertían hasta el alba, le encantaba lo jeta que era Jaime de Mora y Aragón, disfrutaba viendo desayunar a Sean Connery y, por supuesto, asistía a las mejores fiestas de los árabes y la alta sociedad. Hace unas semanas Rosa escribió un punto final. Se ha jubilado.
Ahora toca saborear las mieles junto a su esposo, el empresario y periodista Miguel Larrea Zabálegui, quien desde hace tres años vive en la Costa del Sol desde que se retiró. Cuando echa la vista atrás, la periodista esboza una sonrisa porque ha vivido una de las épocas más boyantes de nuestro país como fue el fin de la dictadura y el nacimiento de la democracia. Ha sido testigo directo incluso del Golpe de Estado de 1981. Porque no hay que olvidar que durante trece años Rosa fue cronista parlamentaria.
Emilio Romero le dio la oportunidad de trabajar en 1971 en el diario Pueblo, entraba de nueve de la noche a seis de la mañana y después a las ocho se iba a la universidad hasta las tres. "Perdí el sueño para siempre. No lo he recuperado", suspira. En 1987 pidió una excedencia para pasarse a la prensa rosa. Hasta hoy. Para que luego digan que los profesionales del corazón siempre están colgados de algún canapé. Durante 26 años estuvo realizando semanalmente 'la entrevista 10' en la revista Diez Minutos y trabajando en Antena 3 en diversos espacios rosa.
¿Cómo vivió el nacimiento de la democracia?
La época de las primeras elecciones fue durísimo. Piensa que nosotros íbamos de pardillos, pero los políticos también. Todo estaba por descubrir. El ambiente no tenía nada que ver con el de ahora. Entonces podían ser duros en la tribuna, pero luego había una estrecha relación personal entre políticos y periodistas. Te acercabas a ellos, te sentabas con Adolfo Suárez o Felipe González… Eso ha cambiado muchísimo. Ahora te persiguen para publicar lo que ellos quieren.
¿Hasta qué punto es cierto que Adolfo Suárez ganara la presidencia gracias al voto femenino tras aparecer en familia en la portada de la revista '¡HOLA!'?
Es que las mujeres somos mayoría. Algún asesor le dijo a Adolfo y a su esposa Amparo que el voto femenino era muy importante, por lo que una foto en familia atraería ese voto. Como así ocurrió. Adolfo era muy guapo. El físico interviene para conseguir lo que se desea. Conseguir esos votos para un político es fundamental si quiere ganar elecciones, por eso no entiendo lo de Trump, un ser que desprecia tanto a las mujeres. En la última etapa de Adolfo ya cuestionado por su propio partido, yo me aposté con Calvo Sotelo que sería el próximo presidente. Me dijo que no tenía muchas posibilidades, pero me prometió que si se cumplía mi predicción me invitaría a cenar en la Moncloa. Y así lo hizo. Pilar, su mujer, me enseñó la parte privada, cené con ellos y le hice una entrevista que vendí a ¡HOLA! En aquel encuentro también estaba presente Mercedes, la madre de Calvo Sotelo, que era un personaje (sonríe).
Si tuviera la posibilidad de estar frente a Pedro Sánchez, ¿qué le reprocharía o por qué le felicitaría?
Llevan llamándolo de todo desde que apareció en escena. Acuérdate de lo de 'el perro de Sánchez'. Esto no ha pasado con nadie. Ha de tener una fortaleza mental increíble porque cuando esto ocurre no paro de pensar si merece la pena estar ahí. Esas cosas llegan luego a los hijos, los padres, a lo mejor ves sufrir más a tu mujer… Nadie se metió con Ana Botella cuando vendió la casa que no debería haber vendido a un fondo donde trabajaba su hijo. Así que a Sánchez le preguntaría si le merece la pena.
Transmite un ego tan descomunal.
No, creo que no es ego. Por lo poco que le conozco diría que es la fortaleza mental. Yo creí que lo iba a dejar en un determinado momento.
Qué duda cabe que hay un gran salto cualitativo y cuantitativo al pasar de la política al corazón, ¿cuál fue el motivo?
Porque en 1987 ya no podía más con la política. Fíjate, había cubierto la Transición, el Golpe de Estado… Me dije que era el momento de cambiar porque era la época dorada del corazón con Isabel Preysler, los Albertos, las Koplowitz, los divorcios millonarios, de ahí mi libro El club de las santas. Abandonadas de oro y divorcios escandalosos (1993). Me reuní con Pio Cabanillas para preguntarle qué le parecía si dejara la política y me contestó: "Haz lo que quieras, pero si vas a hacerlo bien porque aquí ya tienes un nombre". Y hasta hoy.
Enseguida trató con la aristocracia de sangre y del dinero. Una de las figuras más relevantes de la época fue Isabel Preysler, que es prácticamente la única superviviente de aquella época. ¿Cuál es el secreto del factor Preysler?
Carlos Herrera me lo dijo una vez: "Siempre tiene misterio". La gente no termina de saber cómo es en realidad. Es la persona más encantadora que te puedes imaginar, la más educada, la más elegante, la más todo, pero consigue que el misterio siga reinando. No tiene mánager, te llama ella misma por teléfono con absoluta normalidad. Cuando todos hablan, ella está callada y si ha hablado con alguien, no se sabe. Nunca busca follones y siempre se ha llevado muy bien con sus exmaridos. Con Julio tiene una relación fantástica. Eso es signo de una gran inteligencia.
Ha sabido jugar muy bien sus cartas.
Eso va en la educación y en esa forma de ser. Cuando me dijeron por primera vez que la entrevistara cuando ya salía con Boyer dije no me iba a conceder nada. La llamé cuatro veces. Llegó un momento que a quien cogía el teléfono le dije que le comentara a Isabel que si no quería que me lo dijera y no volvería a llamar. Y se puso. Le comenté lo de la entrevista y me dijo que no porque yo había dicho esto y lo otro sobre ella.
Lo debía tener apuntado. Una de las cosas que me dijo fue que yo había publicado que cómo podía Miguel Boyer estar enamorado de ella. Le contesté que en el amor me metía poco porque yo también estaba enamorada y tonta perdida. Incidí para que reconociera que Boyer era lo más diferente a ella, de izquierdas, una cabeza brillante, mientras ella solo leía revistas del corazón. "Bueno eso es el amor", puntualizó. "Pues también tienes razón. ¡Qué quieres que te diga!", le respondí. No se podía rebatir. Y no me dio la entrevista (risas). Pero recalcó que "solo te pido una cosa, cuando quieras saber de mí, me llamas". Y ya llevamos 30 años.
Sin duda, hipnotiza.
Totalmente. Yo creo que para eso has de tener una inteligencia natural. Se porta igual con los hombres que con las amigas.
¿Tuvo ventaja cuando empezó a salir con Vargas Llosa por la parte que te toca?
Él sabía muchas más cosas de mi abuela que yo. Cuando iba a comer a casa de Isabel me las contaba. Había historias muy bonitas que no figuran en el archivo, como la relación de Rubén con varios actores. Vargas Llosa visitó a mi abuela en varias ocasiones. En aquel momento él vivía en la casa de Isabel sin aportar nada.
Sin duda, estar cerca de la proclamación como rey de Juan Carlos I es un momento inolvidable. Después de todas estas décadas, ¿cómo ve la situación del Emérito y el papel que está ejerciendo la princesa de Asturias? ¿Cree que los medios muestran una imagen más edulcorada de la familia real?
Siempre ha sido así. Con Juan Carlos tuve muy buena relación, hizo muchas cosas importantes por este país ya que si en vez de traer la democracia amparada por Suárez hubiese apostado por un militar no hubiera sido igual. Él mismo se ha cargado su propio legado. Por contra, Felipe lo está haciendo muy bien junto a Letizia, que sabe lo que cuesta una hipoteca, conoce lo que es levantarse a las cuatro de la madrugada para ir a trabajar, su abuelo era taxista aunque a algunos les moleste mucho…
Se ha criado en ese ambiente de trabajadores de clase media. De momento, ambos están educando muy bien a sus hijas. Ni Letizia ni sus hijas han protagonizado un escándalo. Son unas chicas muy educadas, lo están demostrando con ciertos gestos, van a casa de sus abuelos a comer donde no hay vajilla de oro, saben lo que cuesta un vestido, etc. Les daría un 9,5 porque se están portando como Reyes modernos, cosa que no es fácil ya que siempre tienen encima a los demás. Esta educación de Letizia y el Rey les va a venir muy bien en el futuro, aunque no sabemos si Leonor será Reina. A Felipe se le ve muy comprometido con su hija, algo que Juan Carlos no tuvo porque es cierto que antes los hombres no se ocupaban de la educación y se lo dejaban a las mujeres.
Si comparamos a Letizia con otras Reinas europeas le falta esa espontaneidad de la que hace gala en infinitas ocasiones Máxima de Holanda.
Es que Máxima es argentina y eso le imprime carácter (risas). También se le criticó mucho, aunque no de forma tan cruel como se ha hecho aquí. Empezando por el propio Juan Carlos que no se cortaba. Cuando la conoces, Letizia es mucho más espontánea, muy cariñosa, te agarra, te toca… Cuando mis padres estuvieron enfermos me preguntaba cómo estaban. A la hora de comportarse como sabe que la van a machacar se comporta de esa forma tan rígida. Isabel Gemio, que ya sabes que tiene un hijo con una enfermedad rara, me dice que cuando Letizia llega a la Fundación Isabel Gemio lo ha estudiado todo, se ha preparado incluso lo que no saben ni ellos y en ese aspecto quizá sea demasiado perfeccionista. Y no hace falta. Hay que ser más natural. Ese punto de no querer meter la pata en nada casi siempre le quita naturalidad.
Cuéntenos alguna anécdota vivida con Felipe VI.
A nuestros Reyes les he preguntado cosas raras. En una de esas ocasiones que salíamos de la Fiesta del 12 de octubre no sé porqué estaba al lado de él. En un momento dado le dije: "Usted tiene un problema"; "¿Cómo?", me respondió; "Pues mire, como usted es tan alto nunca nadie les mira a los ojos porque no llegamos y eso le puede separar de mucha gente. Yo me tengo que levantar y usted bajarse"; ¡Ah, pues nunca lo he pensado!", remató. Y se quedó muerto. El otro día me invitaron a una comida con empresarios donde Felipe metió unos gallos en el discurso. Al terminar vino a mi mesa y me preguntó qué me había parecido. Y le contesté: "Letizia le tiene que enseñar a hablar porque hace unos gallos" y me contestó que Letizia le dice lo mismo. Es que a ver, conozco a Felipe desde que era un niño. Iba a Palma a desayunar cuando tenía 13 años. Es que nunca le veo como el Rey.
¿Esa desenvoltura y gracejo también se puede tener con la Emérita?
No. Con la Emérita nada. Nunca me ha gustado y la he criticado mucho. A ver, debe ser muy duro para una mujer enterarse de que tu marido te pone los cuernos, pero siendo mujer feminista se tenía que haber separado. No asumo que una Reina tenga que aguantar todo. Tenía que haberse separado por dignidad y por dar ejemplo a otras mujeres. También te digo que debe ser difícil estar donde ella, creo que ha sufrido mucho y a veces hay que dar un paso al frente sea quien seas. Sí, para mí es fácil y siendo Reina, no.
No se separó, quizás, por los principios tan regios en los que fue educada.
Sus dos hijas lo han hecho. Bueno, es otra época, otra generación y un contexto diferente.
Hay mujeres que a lo largo de la historia han llegado a cargarse un imperio y este hubiera sido el caso de Corinna si no se hubieran llegado a ciertos acuerdos. ¿Tanto poder le había conferido el Rey?
Sí, porque alguien que regala 64 millones de euros es que ha perdido la cabeza. Estaba enamoradísimo. Cuando esto ocurre es que ya le importa todo tres narices. La gente no le ha castigado por lo de las mujeres, sino el tema del dinero para llevárselo a paraísos fiscales. ¡Qué forma más tonta de hundirse! Nunca le había visto de esta manera. También se llega a una edad que… es que Corinna es una mujer guapa, lista, preparada, sabe moverse y tiene mucho mundo. Vamos, que no era Bárbara Rey. Se ha demostrado con los juicios que no le importa, sabe la posición que tiene.
Ya dicen que dos tetas tiran más que dos carretas.
Pues sí. Eso les pasa ya a una edad en la que piensan que van a rejuvenecer.
Además, las mujeres sois más listas que los hombres.
Hay quien dice que somos más malas, pero no, somos más listas. Además, tenemos algo de lo que carecen ellos y es la forma que tenemos de ver y enfrentarnos a las cosas. Como parir, ningún hombre sería capaz de hacerlo y eso ya te demuestra la fortaleza. Mi madre decía que si lo hubieran tenido que hacer no habría ni un ser humano en la Tierra. Ya me aconsejó que no tuviera y al final mi hermana y yo no hemos tenido descendencia. Claro, por lo mismo, por no tenerlos, ja, ja.
Saltemos de monarquía. Ha tenido la oportunidad de cenar con Carlos III, ¿se prepara uno de alguna manera para semejante evento?
No me preparé nada. Fue gracioso porque en el primer encuentro vi que tenía las manos tan gordas como los chorizos y le dije: "Usted tiene las manos muy gordas" y me respondió que practicaba mucho la jardinería, que todo día estaba con plantas. Ni se inmutó. Me lo dijo como si le hubiera preguntado cómo va la monarquía, me dio todo tipo de explicaciones sobre las plantas y yo no he plantado un tiesto en mi vida (risas). Y para terminar también le pregunté qué le parecía lo que se decía en España sobre él. "Que no me reconozco", me dijo (Risas). Es una persona de lo más normal. Ah, y con Camilla tengo una muy buena.
Cuente, cuente.
Fue la bomba. Llevaba una cámara pequeña, una Instamatic, me acerqué a Camila y le pedí hacernos una foto. No llevaba pilas. Qué desastre. En cuanto vi al fotógrafo de Porcelanosa le pedí que nos la hiciera y Camila no tardó en soltar que no llevaba pilas (carcajadas). En aquel evento iba con una carrera en las medias que ni te cuento y las uñas eran un desastre.
Asimismo ha tenido oportunidad de tratar con algunos de los hombres más ricos del mundo, como Malcolm Forbes, ¿cómo era en las distancias cortas?
Me invitaron a la fiesta que organizaba en su maravilloso palacio de Tánger. Allí estaba Elizabeth Taylor (eran pareja). Yo estaba en Marbella y fuimos desde allí con Paloma Barrientos. Le dije a Forbes que quería entrevistarlo y me citó por la mañana. Estuvimos Quiero que me explique la historia de este palacio, quiero ver las habitaciones, la cocina (por aquello que dicen que hay muchas moscas) y entre muchas cosas me enseñó todas las grandes batallas formadas con soldados en miniatura. Era un gran coleccionista. Era el tío más encantador del mundo, pero nunca había visto un tío tan feo (risas). A posteriori Antonio Herrero fue a Estados Unidos y quiso conocer a Forbes, y como no lo conseguía me lo comentó, localicé a un hombre que había estado con nosotros en Tánger y mira por donde lo logré.
Vamos, que hizo de Julio Iglesias cuando a Bono no le querían recibir en la Casa Blanca.
Casi, ja, ja.
¿Pudo hablar con Elizabeth Taylor?
No concedía entrevistas, pero me fijé en sus ojos. Impresionantes. Me volvieron loca porque eran malva. Nunca había visto nada igual. En aquella época ya estaba gorda.
¿Cuál es la fiesta más espectacular a la que asistió en Marbella?
La más divertida fue una que organizó Jaime de Mora y Aragón porque como no tenía un duro, Adnan Khashoggi le contrató como una especie de relaciones públicas. Nos invitó a l cumpleaños de Khashoggi y fuimos Ignacio Camacho por Diario 16, Carmen Rigalt, yo y un par de personas más. La mansión estaba en lo que hoy es La Zagaleta, todos íbamos vestidos fenomenal. Al llegar, en vez de dejarnos para que hablásemos con los invitados nos pusieron en un corralito para verlos. Desde ahí vimos pasar a algunos y de repente vimos un autobús del que bajaron sirenas que las iban poniendo en el jardín como si fueran estatuas.
Luego nos enteramos que habían cogido a algunas prostitutas de la zona. Al final nos recibió Khashoggi separado de los invitados porque un fotógrafo se había escapado, sacaron los perros para encontrarle y pensaron que nosotros íbamos a hacer lo mismo. Nos pasó a un salón donde había un piano de metacrilato, nunca había visto nada similar, había bailarines, estuvimos un rato y lo más divertido fue cuando se quemó el helipuerto. Vimos salir a Lamia -su esposa- y a su hija Nabila con unos vestidos maravillosos con los extintores en las manos para apagar el fuego. Fue un disparate. Luego nos enviaron a casa.
¿Qué pasó con Arnold Schwarzenegger que se lo metió en el bolsillo?
Ya sabes que estos te dan diez minutos y ya, por lo que pensé en cómo sacar el máximo de tiempo posible. Me lo quedé mirando y le dije: "Anda, pero si es más guapo de lo que aparece en la tele y las películas. Y es feo". Se me quedó mirando con los ojos abiertos: "Dímelo otra vez", me replicó. Le dije que solo tenía diez minutos para entrevistarlo y me dijo que le preguntara lo que quisiera.
¿Por qué llamaban a los bulos 'serpientes de verano'?
Cuando empecé a venir a Marbella solo estábamos los del diario Pueblo, pero luego ya empezaron a venir los paparazzi para vender los temas a las revistas. ¿Cómo desviabas la atención? Pues los periodistas o los propios paparazzi nos inventábamos que una noticia estaba ocurriendo en tal lugar, con lo cual todo el mundo se iba para allá y tú te quedabas con quien realmente querías. No eran bulos para hacer daño, sino para despejar el panorama. Es que había doscientos mil paparazzi que te los encontrabas hasta debajo de un pino. Es que si no no cogías bola. Había que tener reflejos.
¿Qué piensa de los personajes actuales?
No me interesan nada. Todos esos de Gran Hermano, la isla, las influencers… Todos estos viven de contar mentiras y además no tienen pasado. Es tremendo. ¿Qué les preguntas? Son siempre las mismas caras, qué importancia pueden tener para la gente. No se presta atención a los actores, los cantantes, los diseñadores, en definitiva, a toda esa gente que hace cosas interesantes. Se prefiere ignorar todo esto para dar cobertura a cuatro g…
¿La prensa del corazón se fue a pique cuando se empezó a pagar a los personajes o cuando los programas de televisión empezaron a matar las noticias por salir antes que las revistas?
Yo jamás pagué a nadie ni permití que lo hicieran. He entrevistado mujeres más importantes de este país, sobre todo, en la alta sociedad, y todo gratis. Para Antena 3 dejé hechas como 300 entrevistas en 26 años y en Diez Minutos figúrate, como unas 1.200 o 1.500. Si tú pagas a alguien es como si fueras un mánager. Y cuando les pagas tampoco te dicen nada o no son grandes cosas. Cuando ¡Hola! presume de entrevistas no tiene mérito porque son pagadas y encima ponen una serie de condiciones para hacerlas. Y la revista acepta. Siempre digo que el pecado no está tanto en quién cobra sino en quien paga. La prensa del corazón ya es de quinta regional.