Hubo buena voluntad por ambas partes, tras el juicio celebrado en Soria el pasado 27 de mayo, pero no ha podido ser. Rosario Bermudo (72 años) y sus hermanos paternos, Javier, Leoncio, Pilar y Gabriel, se verán las caras, "a principios de octubre, el día 9", en los juzgados de la mencionada ciudad. ¿El motivo? La falta de convenio y acuerdo económico.
No se ha alcanzado un entente, pese a las varias reuniones que se han celebrado desde el pasado mes de mayo. Hoy, EL ESPAÑOL ha podido confirmar que las negociaciones entre las partes se han "roto". Por ello, están obligados, como dictó la jueza, a acudir de nuevo a juicio. Así las cosas, la batalla que emprendió hace un tiempo Bermudo, hija reconocida de Leoncio González de Gregorio y Martí, se recrudece.
Rosario, una vez la justicia le dio la razón en cuanto a los lazos sanguíneos con su progenitor, comenzó su particular y titánica lucha por recibir lo que le corresponde por ley de la millonaria herencia. Ahí se desencadenó un contencioso entre los hermanos que no tiene visos de acabar. Si antes no había, precisamente, fluidez en el trato, ahora parece que mucho menos.
Ni quisiera el afectuoso encuentro que vivió Rosario con uno de sus hermanos, Gabriel, el pasado mayo, en Soria surtió el efecto esperado: todo acercamiento, hecho añicos. El pasado mes de mayo, en aquel día que Bermudo guarda en su corazón con gran cariño, la jueza instó a los letrados que capitanean este litigio a que alcancen un acuerdo.
Detalló a este medio Fernando Osuna, letrado de Bermudo, que la jueza puntualizó que, en caso de no conseguir ese entente, se enfrentarían todas las partes a "consecuencias muy negativas". Esos efectos perjudiciales puede que se materialicen. El quid de la cuestión -del desacuerdo- es obvio: no hay consenso en la cantidad que ha de percibir Rosario como herencia.
Este periódico se ha puesto en contacto con el abogado que defiende los intereses de Bermudo. Osuna sostiene al otro lado de la línea: "Pilar -una de las hermanas- tiene que darle a mi cliente más que sus hermanos. (...) Es muy probable que entre ellos -los hermanos- haya muchas diferencias. Han cambiado de abogado muchas veces. (...) Las costas de abogados, procuradores y peritos pueden ser muy altas. Puede haber condena en costas a ellos".
Precisamente, por todo cuanto se jugaban las partes, detalla a este periódico una fuente solvente, han estado algún tiempo sin intervenir en los medios de comunicación ni conceder declaraciones. No interesaba en modo alguno que los puentes que se fueron construyendo terminaran por derruirse, como al final ha ocurrido. Ahora, el escenario que se plantea "no es halagüeño para ninguna de las partes".
"Si perdemos, Rosario se queda sin un euro", manifestó Osuna hace un tiempo a EL ESPAÑOL, para reflejar que aquí perderán todos. La última palabra, ahora, la tiene la jueza, cuando dicte sentencia. Cuenta Nuria, hija de Rosario Bermudo, que su madre está "bien". Bermudo está tranquila, pese a todo. No se esconde su gran desgaste; los años de batalla, de litigio.
De acercamiento y alejamiento, de tira y afloja. Rosario ha transitado por la alegría, cuando ha visto que sus titánicos esfuerzos daban resultados, y por la decepción en aquellos casos en que parecía que todo eran trabas. Fernando Osuna estimó, hace unas semanas, que la herencia podría oscilar entre 1.250.000 euros y 2.300.000 euros, dependiendo de los criterios aplicados.
Conviene recordar que Bermudo fue reconocida como hija de Leoncio después de cinco años de pleitos tras autorizar un juez la exhumación del noble español para la obtención de muestras óseas con las que poder contrastar el ADN del fallecido con el de ella. El Instituto de Toxicología exigía que se comparase el ADN de varios familiares vivos del aristócrata para evitar la desenterramiento, lo que finalmente se hizo como prueba decisiva.
La voluntad de Gabriel
El 27 de mayo de 2024, fueron muchos los que se sorprendieron de que Gabriel González de Gregorio se personara en el juicio, en Soria. Fernando Osuna, días antes, manifestó a EL ESPAÑOL que no tenía constancia de que ninguno de los otros hijos de Leoncio González de Gregorio y Martí fueran a acudir.
"Aparte de estas pendencias, es una alegría ver a mi hermana y a mis sobrinos. Espero que podamos olvidar las rencillas del pasado y construir un futuro juntos", expresó Gabriel, a las puertas de los juzgados. Minutos más tarde, tras la celebración del juicio, González de Gregorio agregó: "A ver si llegamos a algún acuerdo antes de que nos coman los gusanos".
"Este año ha sido muy duro. Mi marido se ha quedado inválido y no puede salir a la calle. Mi hijo también va a ser operado. Necesito que todo esto termine para poder descansar", apuntó Rosario, entre la felicidad y el agotamiento. A la luz de los últimos acontecimientos, parece que esta guerra no va a terminar a corto o medio plazo. Quedan aún muchos capítulos por conocer.