El sino del inolvidable Sancho Gracia -cuyo nombre de pila era Félix Ángel Sancho Gracia- empezó a forjarse en su más tierna infancia a raíz de tres sucesos trágicos. Su padre murió a los 29 años a causa de una peritonitis; su madre volvió a casarse con un tal Gabino Abril, que consiguió trabajo en Uruguay y, por consiguiente, planearon migrar a Sudamérica. Antes de cruzar el charco, el padrastro de Félix falleció, pero a pesar de la triste pérdida, se decidió emprender el viaje porque los ideales republicanos poco tenían que ver con la España social de aquella época.
Antes de que su vida volviera a cambiar radicalmente a raíz de un anuncio en un periódico donde se busca a actores, el joven Félix trabajó en una empresa de compraventa de coches y en otra donde se comercializaba el jabón Lux, el jabón que promocionaban las estrellas del Hollywood clásico como Mary Pickford, Joan Crawford o Ava Gardner, entre otras muchas.
La inteligencia emocional de Félix propició que estudiara en la Escuela Municipal de Arte Dramático (EMAD) de Margarita Xirgu, uno de los principales pilares de la historia del teatro moderno y gran representante del universo de Federico García Lorca. Su debut fue por la puerta grande junto a la Xirgu en El sueño de una noche de verano y posteriormente en Bodas de Sangre.
En 1963 regresó a España, donde empezaría su sólida carrera en el cine con La otra mujer (1964) y tres años después compartiría rodaje con Paco Martínez Soria y Gracita Morales en La ciudad no es para mí. Sin embargo, en Uruguay había intervenido en Vampiresas 1930, donde no estaba acreditado.
Aquellos primeros pasos en el celuloide lo hizo de la mano de Noela Aguirre, hija del político del Partido Nacional de Uruguay Gonzalo Aguirre, con quien se casó en mayo de 1969 teniendo como padrino al que fuera presidente del Gobierno, Adolfo Suárez, gran amigo de los contrayentes. Aquellos primeros años en nuestro país los vivió al amparo de la familia Rabal, concretamente, de Paco Rabal y su hermano Damián, el representante más poderoso de aquella época que potenció las carreras de Concha Velasco, José Sacristán (86) o Fernando Rey.
No tardaron en llegar los hijos, el actor Rodolfo Sancho (49), el asistente de director Rodrigo Sancho y el arquitecto Félix Sancho. La familia siempre ha formado una piña, jamás han dado un escándalo y siempre han tenido un trato generoso con la prensa, especialmente, los más populares de la familia. Poco a poco Sancho se fue ganando el cariño del público y el respeto de la crítica, alcanzando la cima del éxito por la serie Curro Jiménez (1976-1978) que sirvió de lanzadera para las carreras de Pepe Sancho, Álvaro de Luna y Paco Algora. Previamente, había sido uno de los rostros habituales de Estudio 1.
En la gran pantalla fue una de las estrellas indiscutibles del spaghetti western rodado en Almería como Oro maldito, La furia de los siete magníficos y 100 rifles, en cuyo rodaje se comentó que había tenido un romance con Raquel Welch, una de las diosas más sexuales de la historia del cine fallecida el pasado mes de febrero a los 82 años. Este género le permitió compartir plano con otros grandes de la talla de Charlton Heston, Burt Reynolds o Robert Taylor.
Jamás dejó de trabajar, supo saborear los días de asueto y amasó una considerable fortuna para que su familia tuviera que despreocuparse para siempre ante cualquier imprevisto. Sancho y Noela vivieron cómodamente en su domicilio en una de las zonas más nobles de la capital y siempre que tenían tiempo libre se trasladaban a Galicia, tierra a la que él amaba con locura y donde están esparcidas parte de sus cenizas. El resto están en Uruguay.
A pesar de que se le detectó un primer tumor en el pulmón en 2001, el intérprete nunca dejó de trabajar, aunque progresivamente sus fuerzas fueron menguando. A pesar de los altos costes por los cuidados requeridos por su enfermedad, Gracia tenía una cuenta corriente abultada y varias propiedades. Desgraciadamente, falleció en 2002 a los 75 años a causa de las complicaciones del cáncer.
El único descendiente de la saga en perpetuar la leyenda de Sancho Gracia es su hijo Rodolfo, que a la temprana edad de ocho años intervino en la miniserie Los desastres de la guerra (1983), aunque no sería hasta mediados de los 90 cuando su carrera empezó a tomar cuerpo gracias a la televisión. Paradójicamente protagonizó Curro Jiménez: El regreso de una leyenda (1995) e intervino episódicamente en algunas de las series más populares como Hermanos de leche y Turno de oficio: Diez años después.
Sin duda, su gran pelotazo fue con la serie juvenil Al salir de clase (1997-1999), donde apareció en 459 episodios de los 1.198 que tuvo en total. Su debut en la gran pantalla fue con Cachito (1995), aunque su incursión en el medio no le ha brindado la misma popularidad que la pequeña pantalla. Inolvidables son sus protagónicos en Amar en tiempos revueltos (2005-2006), La Señora (2008-2010), Isabel (2012-2014) o El Ministerio del Tiempo (2015-2020), en otras muchas.
En lo personal, Rodolfo vivió su primer gran amor junto a Silvia Bronchalo, que por aquel entonces también ejercía como actriz y en la actualidad trabaja en el sector de las aseguradoras y la gestión de patrimonios.
Ambos se convirtieron en padres muy jóvenes ya que con 19 años tuvieron a Daniel (30), que este jueves, 29 de agosto, fue condenado a cadena perpetua por un tribunal tailandés por el asesinato premeditado del cirujano plástico colombiano Edwin Arrieta. La pareja de actores se conoció en una escuela de interpretación. Sancho y Noelia estaban encantados de ser abuelos tan jóvenes. En un primer momento, el inolvidable intérprete le aconsejó a su hijo lo siguiente: "Querido Rodolfo, en la vida hay que asumir responsabilidades. La criatura no tiene culpa de nada, así que a trabajar y a cuidar del niño".
Aquella frase no cayó en saco roto. Como confesaría Rodolfo tiempo después, "en cuanto vi la cara del niño me hice hombre de la noche a la mañana". La relación entre Silvia y el actor duró 14 años, y si bien al principio mantuvieron una amistad más o menos fluida en beneficio de su único vástago, en última instancia ella decidió demandar a Rodolfo por un delito de presuntos malos tratos psíquicos, vejaciones y amenazas. El pasado julio, esta demanda quedó archivada.
Durante el rodaje de Cuba libre (2005) se enamoró de su compañera de rodaje, la intérprete catalana Xenia Tostado (42), con quien ha tenido una hija, Jimena, que tiene 9 años. La pareja nunca ha sentido la necesidad de formalizar su relación. En estos momentos, ella está siendo uno de los grandes apoyos emocionales de su pareja y la encargada de que los comentarios sobre este true crime no afecten a la pequeña.
Con su cuerpo cincelado por el gimnasio y un rostro que provocaría la envidia en cualquier agencia de publicidad, Daniel prefirió dedicarse al deporte, pero al no poder forjarse una carrera en el tenis decidió enfocar su carrera en la hostelería. De hecho, su padre ya vio por dónde iban los tiros porque "con 10 años hacía galletas y pasteles y yo voy incapaz de hacer un huevo frito".
Siempre en un discretísimo segundo plano, Daniel prosiguió con sus estudios y gracias a sus cualidades y el apoyo de sus padres consiguió realizar su sueño: abrir el restaurante Boogies, donde su especialidad es la cocina americana y a través del YouTube ha estado demostrando sus dotes en Puro Disfrute, aunque el canal solo cuenta con 7 vídeos y 482 suscriptores.
El atractivo joven era muy feliz junto a su novia, Paula, a quien conoció hace cinco años. Una gran exclusiva conseguida por la periodista Patricia López para El programa de verano puso voz el año pasado a Daniel, que antes de ingresar a prisión le confesó que "no va a esperarme y tampoco debe hacerlo. Que sea feliz", manifestó el joven con respecto a su pareja.
Esta crítica situación publicada en las páginas de sucesos de la inmensa mayoría de los diarios de nuestro país y todo el mundo, así como programas de radio y televisión. Debido a la dimensión pública de Sancho, la noticia también está abarcando grandes espacios en el sector rosa de la profesión. A este respecto, hay que destacar que ciertos internautas, desde la impunidad que otorga el anonimato de las redes sociales, han insultado y vapuleado a padre e hijo.
Tras la condena a cadena perpetua a Daniel, la reputación de la emblématica saga familiar de los Sancho ha quedado manchada. Sancho Gracia dejó inscrito en letras de oro su contribución a la Cultura, se hizo millonario sin olvidar su infancia en los barrios madrileños de Embajadores y Lavapiés y su hijo Rodolfo perpetuó ese legado.
Además de seguir elevando el apellido, Rodolfo ha conseguido ser uno de los actores mejor pagados en televisión. El tercer eslabón de la cadena ha provocado la caída a los infiernos de una de las familias artísticas más respetadas de nuestro país.