Fabiola Martínez, sobre su hijo Kike Osborne: "Cuando cumpla los 18 acaba el colegio. Mi sueño sería crear un centro para él"
- Este pasado día 28, Bertín y su exmujer se han reunido para oficializar el relevo en la fundación que hasta la fecha llevaba el nombre del cantante.
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Fabiola Martínez (51 años) y Bertín Osborne (69) han reunido este pasado jueves, 28 de noviembre, a los medios de comunicación, en el marco de la segunda edición de los Premios Dona2, para anunciar que su hijo mayor, Kike Osborne (17), tomará el relevo y la fundación que hasta ahora llevaba el nombre de su padre, Bertín, se llamará Fundación Kike Osborne.
De este modo, se le dará todo el protagonismo a Kike. En realidad, él es el eje central de la creación de esta fundación, hace ya 15 años. Ante este magno día, la familia Osborne Martínez se ha dado cita en el edificio de CaixaBank, en Madrid. Allí, se ha producido ante las cámaras el reencuentro entre Fabiola y Bertín, que se han saludado con un cordial beso y abrazo.
El pequeño Kike se ha convertido en el centro de todas las miradas, por sus bromas y risas durante la ceremonia de la entrega de premios. Huelga decir que su hermano menor, Carlos (16), se negó a ser un invitado más y ha estado trabajando de voluntario en el evento, organizado por la fundación familiar.
Fabiola ha atendido, amablemente, a los medios, asegurando estar "muy nerviosa por todo lo que significan estos premios". Por su parte, Bertín ha llegado al photocall, ha posado ante los reporteros gráficos, pero ha declinado hablar con la prensa. EL ESPAÑOL, además, ha podido conocer que el cantante tiene un problema en el ojo, un "orzuelo", del que se está recuperando.
Fabiola, ¿cómo se encuentra?
Nerviosa. Muy nerviosa por todo lo que significan estos premios, esta segunda edición, por Kike. Lo veo disfrutando, eso me tranquiliza un poco.
¿Cómo ha estado él durante todo el día?
Nerviosito, él quería todo el rato 'foto, foto'. Le está empezando a coger el gusto a esto de estar delante de las cámaras.
En la primera edición de los Premios Dona2 anunció que la fundación pasaría a llamarse Kike Osborne, ahora queda claro. Cuando Bertín le pase los poderes a tu hijo, ¿qué significa eso para usted?
Bueno, la verdad es que lo habíamos pensado hace tiempo que era lo suyo. Kike es el alma. Fue un momento muy emocionante para mí. Bueno, yo veo a Kike que cada vez está más integrado, cada vez se da más cuenta de las cosas y él entiende perfectamente. Él ha elegido el logotipo y cuando lo ha visto, se ha echado a reír y yo le dije '¿qué dice aquí?' y me contestó 'Ki-ke'. Si le preguntáis a él como se llama, él no dice Kike, dice Norberto, ése es su nombre.
Entonces, sí que se dio cuenta de que el logotipo tiene que ver con él. A mí esas cosas me emocionan, porque puede ser un ejemplo para personas que pueden tener hijos con discapacidad, de darle oportunidades. Durante muchos años, las personas con discapacidad han estado escondidas o relegadas.
¿Cómo le han sentado las críticas tras la portada de la revista ¡HOLA!?
¡Ay, de verdad! -afirmó suspirando- Si no lo hacemos nosotros, lo hacéis vosotros. Kike es hijo de Bertín Osborne y Fabiola Martínez, ¿creen que va a ser anónimo algún día? No lo fue ni cuando nació, entonces, la diferencia es que le damos una visibilidad, con un sentido. Si a alguien le molesta que salga en una revista, que mire para otro lado.
Que buen ejemplo, que la pareja esté unida, como una familia por Kike...
Por supuesto, los lazos de familia se mantienen.
Pero no debe ser fácil enfrentarse a ello después de una separación, ¿no?
Sí, bueno, pero eso es otro trámite. Pasó hace cuatro años, se superó. Imagínate.
Fabiola, ¿le inculcan a Kike lo que hace la fundación?
Él lo ve, él participa en los talleres. Yo no sólo soy la presidenta de la Fundación, yo soy madre de un hijo con discapacidad. Con lo cual, participo en los talleres con Kike. No solo le hacemos partícipe a él, si no también a Carlos, que está aquí como voluntario. Él está muy concienciado. Cuando estábamos organizando, me preguntaron '¿Carlos vendrá como invitado o cómo voluntario?' y le pregunté. A lo que me respondió 'Mamá, ¿cómo voy a ir de invitado, si yo soy parte de la fundación?'. Lo tenía clarísimo.
¿Se cierra un círculo con esta nueva etapa?
No, no. También quiero dejar claro una cosa. Que la fundación pase a llamarse Fundación Kike Osborne no significa que Bertín se desvincula. Yo soy la presidenta y Bertín es el vicepresidente. Cada reunión del patronato, que no solo somos nosotros dos, que hay unas seis personas más, seguirá siendo igual. Pero, creemos que si involucramos a Kike, vamos a dar un pasito más en el mundo de la discapacidad y la visibilidad. Así fue como empezó todo esto. Cada portada, desde el minuto uno, fue mostrar con orgullo a nuestro hijo.
A punto de cumplir la mayoría de edad, eso también es un orgullo, sobre todo por lo que os decían los médicos al principio, ¿no?
¿Quién lo iba a decir? Cuando salimos del hospital y nos dijeron que las probabilidades de vida eran de dos años.
¿Cree que esta fundación hubiese sido posible sin usted?
Bueno, la pregunta sería si hubiese sido posible sin Kike. Para mí, la discapacidad no existía. Yo era ciega. Yo no veía a las personas con discapacidad. Yo venía del mundo de la moda y sí, mi vida no ha sido fácil. Pero, yo no veía a las personas con discapacidad, hasta que nació mi hijo. Por eso, nunca hubiese existido si Kike no hubiera nacido. Él nos ha dado esa oportunidad.
¿Le ha hecho ser mejor persona?
Yo creo que nos ha hecho mejor a todos. Porque todos los que estamos alrededor de Kike, aparte de que nos sentimos muy orgullosos de él, estamos muy concienciados en los problemas que tienen los demás, que no son los nuestros.
¿Está orgullosa de lo que han conseguido?
Mira, se dice rápido, pero hemos atendido a más de 30.000 familias en estos 15 años, en toda España. Siendo un equipo de 4 o 5 personas, y nunca hemos tenido grandes presupuestos para cubrir los proyectos. Sin embargo, haciendo malabares hemos podido atender a mucha gente. De eso, me siento orgullosa.
¿Cuál sería su sueño?
¡Uy! No sé. Quizás hacer un centro, en eso es en lo que tengo el ojo puesto. Porque Kike tiene 18 años y se acaba el colegio de educación especial. Y ahora no hay muchas alternativas. Centro de día y poco más. Y Kike no es una de las personas con discapacidad que pueda tener cierta autonomía, entonces, ¿qué posibilidades hay?
¿Lo tienen decidido?
No, no, eso no es fácil. A ver, hay que hacer muchas cosas. Primero hay que tener un objetivo claro, porque no todos los chicos y chicas que salen del colegio son iguales. Tienen necesidades diversas.
¿Qué le parece que el Gobierno quiera separar los colegios populares de los de educación especial?
Ya se están viendo los resultados negativos. Han cerrado muchos colegios de educación especial, por falta de presupuestos, y esos niños, sobre todo en pueblos que no hay otras alternativas, han pasado a residencias o en casa. No ha sido una buena idea, nunca. No todos somos iguales, la discapacidad es muy diversa y hay quien puede ir a la universidad y estudia pero, hay otros, que no. ¿Qué hacemos con esos?
Y con la vida que tiene, ¿hay tiempo para el amor? ¿Y para escribir?
Sí, bueno, he estado escondida un poco por eso. Porque cada uno tiene sus tiempos. El proceso personal, interno, no escribo un libro y me curo, tiene un trabajo.
Hemos tenido un adelanto por parte de la editorial de ese libro del testimonio que va a dar y se va a tratar un tema complicado para usted.
Bueno, para mí y para muchas personas. No sé si sabéis las estadísticas: 1 de cada 4 niñas sufre abuso sexual. Y a esos niños no los abusa la misma persona, son muchos abusadores. Puede ser tu vecino, el que te vende el pan...
¿Le ha costado mucho dar el paso?
Sí, claro que sí. Son muchos años sanando muchas cosas. Llevo casi un año trabajando en terapia, con Marian Rojas, ella tiene mucha experiencia con este tipo de problemas y me está ayudando mucho.
¿Y el amor?
¡Ay, no! Todavía no. El amor de mi vida son mis hijos.
¿Echa de menos a alguien en esta noche?
Bueno, echo de menos a Eugenia y a Claudia -las hijas de Bertín-, a tía Chata, que no ha podido venir. A ver, para vosotros esto es un poco más institucional. Para nosotros, es de piña de familia. Darle el lugar a Kike nos hace ilusión a todos. Entonces, bueno, sí echo de menos al resto de la familia que no ha podido venir.
En cuanto a las navidades, ¿sabe qué van a hacer?
No, no -entre risas- Si vamos a matacaballo, no hemos hablado nada aún.
¿Bertín pasará la Navidad con vosotros?
No, no. Desde que nos separamos lo pactado es que él pasa una fecha con los niños y yo otra. A veces depende de cómo están sus hijas, con sus familias, porque ya se va complicando cada vez más.
Fabiola, ¿está en un momento bueno de su vida?
Yo sí. Desde que he empezado a sanar cosas y a tomar conciencia, que ha sido difícil. Un trauma como este te aleja de ti, tú desconectas, pasas un proceso complicado. Yo, a día de hoy, me veo como soy ahora, pero yo no solo soy como soy ahora, yo vengo de hacer un máster. Entonces, ahora, vamos a abrazar a esa niña interior, reconciliarme y sanar.