Encarna Salazar (58 años) y Toñi Salazar (56) tienen más aspectos en común que los dos apellidos que comparten como hermanas. Su talento como cantantes hizo que compartieran una carrera musical bajo el nombre de Azúcar Moreno, un dueto que ha vivido momentos altos y bajos y que fue foco de análisis este miércoles por parte del programa de TVE Lazos de Sangre.
Desde sus orígenes en Badajoz hasta su llegada a Madrid, el programa arranca con los testimonios de primera mano de Encarna y Toñi, sus hermanos José (60) y Juan (64), miembros de Los Chunguitos, así como periodistas como Juan Ramón Lucas (60), Jesús Mariñas (76) o Boris Izaguirre (53). El venezolano es el primero que aborda uno de los primeros temas que trata la cinta: la ruptura con el entorno en el que se criaron. "Representan a una mujer gitana a la que no estamos acostumbrados, rompían un molde", define Boris Izaguirre.
Toñi tenía muy claro que "no nos íbamos a estancar en la clásica gitana, mujeres con lunares, aros de oro y tacones hay miles; yo quiero dar una vuelta al mundo gitano y así nació Azúcar Moreno". Respecto a ese estilismo, Lorenzo Caprile (51) valora que le gusta "el estilo de las Salazar, chonis de lujo, mostrando lo que querían. Creo que han aportado algo al mundo de la moda, reivindicar ese sello español, el modo cañí, es mucho de nuestra personalidad".
Pero esa transgresión iba más allá del mero estilismo o el gusto musical. Encarna asegura que "no estamos a favor de que una mujer se case a los 12 años". En este sentido, unas imágenes de archivo de TVE recuerdan a unas Azúcar Moreno muy jóvenes que hablaban del culto a la virginidad en el mundo calé como "una costumbre y la respetamos, pero somos gitanas modernas". Claro que todo ello supuso un peaje: "Una mujer cuando hace ese cambio de vida sabe que el hombre gitano no te va a aceptar. No estábamos del lado de los gitanos ni de los payos. Tú tienes que seguir tus sueños. Nos veía la gente de una manera diferente", recuerda Encarna.
Con su marcado carácter, Toñi rememora que "vi cómo a una mujer con 15 o 16 años la pegaban de una forma brutal. Me arranqué a por ese hombre y decidí defender mis derechos. Creo que hemos sido un ejemplo para las mujeres gitanas", aunque tampoco olvida que "las críticas fueron tremendas, que si era una vergüenza para el mundo gitano".
Más que hermanos
La cinta entra en otra fase cuando entran en escena José y Juan, Los Chunguitos. "En Badajoz pasábamos mucha hambre. Al llegar a Madrid nos metimos en una chabola que nos costó unas mil pesetas", describe Juan. A la hora de ganarse la vida, los varones pasaban el platillo, mientras Toñi y Encarna vendían lotería: "Teníamos mucha ilusión de tener una Nancy, pero nunca nos la pudieron comprar", lamenta Toñi. Su hermana, por su parte, valora que "éramos nueve hermanos y todos teníamos que arrimar el hombro. Me hubiera encantado hacer una carrera, por ejemplo, abogada, como mi hija. Creo que habría sido una buena estudiante".
Su vuelta al barrio de Vallecas es otro de los momentos álgidos del reportaje, instante que conecta con los primeros pasos de las Azúcar Moreno, incluyendo el embarazo de Toñi. "Yo la veía rara. Cuando fuimos al médico me dijo que la había visto algo, estaba embarazada. No me entraba en la cabeza. Me quedé muerta", recuerda Encarna. Su hermana, a pesar de las presiones, decidió seguir adelante con la gestación: "Hace 33 años en un poblado gitano eso era un escándalo. Me daba cuenta de lo que sucedía, quería tener al niño y estar yo sola. Era un ángel que vino a mi vida, no me arrepiento de nada. Mi hijo es todo".
Precisamente ese nexo familiar permitió al público conocer a dos personas casi desconocidas. Ruth Goyeneche es la mujer de Borja, el hijo de Toñi: "Él es muy diferente a su madre. Conocí a Antonia hace casi seis años, no sabía que era ella. Cuando salí de casa, le dije a Borja que se parecía a Azúcar Moreno. Más que madre e hijo se tratan como amigos, se necesitan. Lleva súper bien haber sido abuela. Cuando viajo a Santander a ver a mi familia, mi casa ha cambiado. Un día me tiró todo el armario, porque dice que es mejor tener poco y bueno que mucho y malo. Es muy de venir a casa y hacerla a su imagen y semejanza, pero la quiero mucho".
Por su parte, Encarna también rememoró cómo conoció a Mauricio Trillo, el padre de su hija Carolina: "No me he casado jamás, no me hizo falta, estaba bien. A Mauricio Trillo le conocí en una promoción. Él estaba con los Pimpinela, cómo iba a pensar que a tantos kilómetros de mi casa iba a conocer al padre de mi hija. Carolina es una chica increíble". Precisamente su hija valora que mantienen una relación "excelente". "Tengo una sensación de familia muy unida, siempre pasándolo muy bien", destaca.
Llegada al éxito
Pero al margen de su vida sentimental, Toñi y Encarna son populares por el éxito de Azúcar Moreno, un dueto que dio sus primeros pasos haciendo coros junto a Los Chunguitos, pero que llegarían al éxito gracias a su participación en Eurovisión en 1990. De aquella experiencia, Luis Cobos recuerda que Bandido era "una canción típica, bien cocinada. Cantaban con esa voz raspada, muy de flamenco".
Esa experiencia fue un cúmulo de momentos agridulces para las dos hermanas, desde la rotura de las cremalleras de los vestidos de Francis Montesinos pocos minutos antes de salir al escenario, los problemas con el sonido y las votaciones finales que, lejos de sus expectativas, les llevaron hasta el quinto puesto. Su éxito acaba de comenzar y les llevaría a países tan lejanos como Estados Unidos o México.
Este Lazos de sangre refleja esas risas, pero también las lágrimas de las Salazar. Los primeros golpes fueron la muerte prematura de su hermano Enrique a los 25 años. Poco después fallece su madre Candelaria, "de pena", como ellas definen en la cinta. Desgraciadamente no fueron las únicas pérdidas, ya que eran nueve hermanos
Ese drama de la muerte sobrevoló a Encarna en 2007 cuando le diagnosticaron un cáncer. Poco después se produjo la ruptura artística de Azúcar Moreno, un paréntesis que tuvo final feliz y que sirve para definir las grandes diferencias entre ambas, quienes, sin embargo, sacan el lado positivo de ese mal momento: "Lo que nos ha pasado nos ha reforzado más, nos conocemos más, nos toleramos más", finalizan.
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