Mila Ximénez (67 años) entraba en GH VIP con el objetivo de ponerse a prueba y explorar sus propios límites. La colaboradora de Sálvame era consciente de que la experiencia en este reality sería mucho más dura para ella que la que vivió en Supervivientes, pero parece ser que ni los peores presagios se acercaron a lo complicada que se le está haciendo la estancia en la casa de Guadalix.
La periodista se ha mostrado superada por la situación en varias ocasiones durante el concurso, aunque siempre acaba resurgiendo. Esta experiencia en la casa guarda numerosas similitudes con la historia personal que Mila Ximénez ha narrado en su curva de la vida este martes en el Límite 48 horas.
La concursante relataba su estable infancia junto a sus padres hasta que, con 18 años, conoció a su primer amor, un médico mayor que ella y que en aquel momento tenía pareja. Viajó con él a Madrid y vivió su particular idilio hasta que comenzó a percatarse de que aquella relación era "una tortura". Pero el golpe definitivo llegaría con un acontecimiento del que Mila no ha querido dar muchos detalles: "Algo pasó una noche que hizo que mi mundo se viniera hasta aquí, hasta el infierno", confesaba entre lágrimas, señalando el punto más bajo de la curva de su vida.
Para sorpresa de los espectadores, la periodista desvelaba que fue su exmarido Manolo Santana (81) fue quien la salvó de aquella caída: "No quiero hablar de él, pero estuvo muy bien", expresaba. Jorge Javier (49) le preguntaba a su amiga y compañera si el encierro en Guadalix le ha hecho reconciliarse con aquella polémica etapa, a lo que ella respondía haciendo autocrítica: "Yo no había vivido nada y cometí el error de quererlo vivir todo con él… Me sentí libre como un pájaro, él me dejaba libertad, pero utilicé esa libertad mal gestionada".
Su matrimonio y el nacimiento de su hija Alba en 1984 la llevaron "al cielo más infinito", Mila pensó que había alcanzado la felicidad definitiva, pero su separación volvía a llevarla al punto de partida: "Perdí el timón de mi vida, tuve que renunciar a la persona que más quería en mi vida y pensé 'me he vuelto a equivocar'", confesaba emocionada.
Comenzaban entonces diez años en los que Mila deambuló por casas prestadas entre Granada y Madrid. Una época que se ha borrado casi por completo de la mente de la colaboradora, que sólo recuerda que no fue feliz en ningún momento, pero que sacó fuerzas para seguir adelanta con un único objetivo: "Tenía que demostrarle a la persona que yo más quería en el mundo de que yo era capaz porque no se lo había demostrado hasta entonces".
En aquel momento, Mila hizo todo lo posible por hacer feliz a su hija y mantenerla ajena a sus problemas económicos: "Me iba a la Puerta del Sol y vendía plata, pieles… Alba se dio cuenta de que las cosas no iban bien porque le regalé un CD que se regala gratis con el cuento de Celia", revelaba.
Pero la televisiva volvía a remontar el vuelo gracias a su segundo motor vital: el trabajo. "Apareció Aquí hay tomate, de Raúl Prieto (43), que fue el salvador de mi vida". Se iniciaba así una etapa estable y fructífera hasta que fallecen sus padres con 8 meses de diferencia. El amor volvería a salvarla, pero esta vez no sería un hombre quien la rescatara, sino sus dos nietos, Alexander y Victoria. Mila llegaba así hasta el momento actual, donde su feliz vida familiar y su trabajo en Sálvame suponen para ella "la felicidad plena", por lo que ahora reflexiona desde su encierro y se pregunta ante la audiencia: "Si todo estaba bien, tenía trabajo, tenía mis cosas…¿Por qué estoy aquí?", se lamentaba de nuevo entre lágrimas.
Jorge Javier le recordaba a la colaboradora que sus últimos meses en Sálvame fueron muy duros, tal y como ella misma relató, porque estaba agotada. Por lo que el presentador la invitaba a disfrutar de la experiencia y tomársela como una posibilidad de abrirse nuevos horizontes.
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