Os confieso que no me puedo despegar de cierta tristeza. No sé, es inevitable, como ese hijo que se te va, aunque sea un poquico más allá, pero te abandona, te deja seca o seco, o viceversa. Vive en mí en estos momentos ese nido vacío del que tanto escucho hablar. Ha sido una final de MasterChef Celebrity 4 rozando el delirio, casi la pornografía más morbosa. ¡De tan trepidante! ¿Quién da mas? ¿Quién, eh, quién? Pues ella, la Falcó. Ay, ilusos. Siempre hubo clases y ante el percal de finalistas... Tamara debía sorprender. No digo por contrato, Dios me libre -shhh, que también, los cargos, con sus cargas-, sino por estética, por humanidad... ¡leñes!, por patria y deber. Hups, qué rudo.
Tamara Falcó es de esos entes que habitan en nuestro papel cuché que se merecen todo lo que pidan, ¡de los pocos con abono a la barra libre de escarnios y sobornos! Quién si no posee esa forma de hablar tan pizpireta y atropellada -sin un tropiezo o fallo, eso sí- que sus palabras, al darse de bruces contra la bóveda del paladar, se convierten en un revuelo eclesiástico. Por derecho propio. Porque, señores, y perdonen la intensidad, el día que le perdamos el respeto a una Tamara Falcó (38 años), una Isabel Preysler (68) o una Ana García Obregón (64) ... ¿hacia dónde se dirige el mundo? ¿Cuál es nuestra brújula, lectores? Creo que nos hipnotizan, y atontan a golpe de exclusiva fatua, que estamos cayendo en un lodo del que no saldremos ni a manotazos febriles a fuerza de ver Sálvame y la jungla telecinquera que va a rebufo. ¡Actualidad, por Dios!
Que este miércoles se nos ha ido MasterChef Celebrity. Como ganadora, ella: Tamara Falcó. Ahora puedo decir, aquí entre nosotros, ¡que yo ya lo sabía! Y desde hace mucho. Lo que se hace por los compañeros amigos. Eh, tú, tú, sí, sí... tú, me pongo un Post-it: a ver si haces lo mismo por mí. Resulta que Tamara se ha salvado... y en una noche... Bah, en una noche no muy reñida. Vicky Martín Berrocal (46) y Boris Izaguirre (54), en general, han estado pésimos, salvo alguna crítica positiva de la que luego hablaremos. ¡A lo que voy! ¡Gente de alta alcurnia! ¡Hombre ya! Si lo pido antes... dos tazas.
En la final, finalísima; Falcó frente a Félix Gómez. Duelísimo más que merecido. ¡Los dos tótem de la edición! ¡Cómo no! ¿Que cómo me entero yo de la entrada en plató, modo sorpresa, de Isabel Presyler, Mario Vargas Llosa (83) y una familiar? Ay, casi con un trago traicionero de cerveza acuchillándome el gaznate. ¿Perdona, ven bien mis ojos? Qué va, me niego. Estamos presenciando a Preysler, a la mismísima doña, a su marido y a una familiar entrando en plató? Me quito las gafas, las trato de limpiar, me las pongo: siguen empañadas. Será la emoción. Y qué emoción. Paso de la nebulosa de las lentes.
Isabel con ese caminar, con ese levitar, con ese transitar levísimo, como debiendo la vida a la propia vida, casi casi de geisha. Él, Mario; haciendo el recobro, por momentos, fingidamente ágil, pero con un torpón, delator de tiempos mejores. Pero de una pluma elevadísima cuando se despegan sus labios. ¿Cuándo nos cedemos la edad? ¡Tonterías, coño! ¡Son ellos! Ellos en un concurso, en un reality de cocina. Que Isabel se mueva por el plató de MasterChef, ¿somos conscientes? Es algo histórico. Ojo, que un Vargas Llosa -amén, siempre-, Premio Nobel, descienda a lo pecaminoso de los realities, también ¡Por muy culinarios que sean! Yo sigo diciendo que es algo histórico, inenarrable.
Más allá de la fantasía de este encuentro, decir que en la primera prueba han tenido que cocinar platos elaborados por el propio Jordi Cruz; que Boris, víctima de la dislexia confesa que padece las ha pasado canutas y que Félix Gómez ha boxeado con toda su belleza y sapiencia culinaria para que... para que -¡ay, que me corten la lengua-, para que luego venga una Preysler y un Vargas Llosa del montón -esto es ironía y de cárcel, casi- y compren la victoria de Tamara Falcó. Qué maldad la mía, no sé, pero al ver a esos padres, así como difuminados ante el fogonazo de Preysler... se me ha encogido el corazón. ¡Oye, quiénes somos nosotros para redirigir la brújula!
Ganadora: Tamara Falcó
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