Estoy convencido de que si voy al médico me aconseja no ver La isla de las tentaciones. A mí me altera mucho ese programa, a alguien como a mí, que tiendo a ser pragmático y ordenado. Puedo comprender que los sentimientos -puede que afortunadamente- se escapen de esas tesis de lógica. Sí, puede. ¡Pero aún así! Hay cosas que me enervan, que me hacen revirarme en el asiento, soltar bullidos y quejidos. Escribir en mi cuaderno con letra ilegible, ¡cargado de odio, de incomprensión, de rabia! A lo mejor yo soy un arcaico y los demás rebosan modernidad, pero, ¡qué dolor, cuánto dolor! ¡Y vicio, mucho vicio!
Por fin Christofer ha visto ese vídeo que parecía prohibido, vetado para él. ¡Por fin conoce la desgarradora verdad! Hablo de La isla de las tentaciones. Os sonará seguro; está petándolo, dicen las audiencias. Resumen rápido: meten a un sexy grupo de parejas -de las celosas, nada de aperturas ni frontales ni laterales- en un paraíso en el que los tientan con hombres y mujeres de buen ver. Sí, es complejo el argumento. Vuelvan a leerlo por si las moscas: y allí, entre tanto respeto y escasez de ropa... pasa lo que pasa. Si es así, y se reconoce, guay: pero no. Aquí todos expresan dolor cuando ven a sus parejas desenfrenadas con otros, ¡cuando ellos hacen lo mismo! ¡O peor, mucho peor!
Entonces, ¿de qué estamos hablando? Sois gentes liberales, de las que conviven con puertas giratorias u os escamáis y se os ve el alma por la boca cuando veis una cama o un beso. ¡Quiénes sois! Por aclararme, vaya. Os diré que parece que solo me escandalizo yo en el país, pero veo ejemplos que me ponen morado de rabia. La más dañina, la captadora de infieles, la que ha convertido La isla de las tentaciones en el paraíso del cuerno... es ¡Fani! No la puedo ni ver. La tía practica un cinismo con el que no comulgo. Corrijo: un cinismo que casi me hace golpear la televisión.
Es alguien mezquino, oscuro y sin sentimientos. Nadie, en su sano juicio, puede ver a su pareja sufrir y quedarse para pipas. ¿Que ella sufre? ¡Ja! ¡Cuándo, dónde! Yo solo veo postureo y frases lastimeras, rollo: "Soy muy egoísta, me iría y lo abrazaría". Esperen, que se lame herida y aclara: "Me hubiera gustado verlo despechado y haciendo algo". Claaaaaro, como tú, ¿no? A tu mismo nivel. No hay nada que pensar hey, que él tampoco es un santo. Ya, pero eso no te resta de ser bruja. Y lo eres. Intentas captar a tus compañeras para que pequen, como a Andrea. ¡Hay que ser falsas!
Fani le bisbisea, conspiratoria -¿y poderosa?-, así en silencio en la cocina, para que nadie les escuche, algo parecido a "deja de darle esperanzas a Óscar". ¿Buen consejo? Ríete tú. Remata, apremiándola a que lo bese y se deje de prolegómenos. ¡Esa memez previa! ¿Es que solo leo veo yo, Dios? ¡Es una lianta, cuidado con ella! Su conciencia está sucia y quiere que la mierda se espanda con los demás. Es lo que les pasa a los que ponen cuernos, ¡los ven en todos lados! Pero, ojo, como único consuelo. Un espejismo peligroso. "Me has dicho que le dé un beso y te ha molestado que no se lo dé", se ha defendido Andrea.
Ay, Andrea. Luego, la carne y el deseo se han impuesto y, sí, se lo ha dado y mis ojos han visto burbujas flotando en la piscina. ¡Esa mente la mía! Pero no despisto: Fani es una lianta. Cuidado con ella. La veo, no solo hambrienta de experiencias nuevas, sino con querencia de tele, de foco, de dinero fácil. Y ante ese escenario, mejor salir corriendo. Le mando un mensaje a Manuel, dormido a mi lado: "Si se te acerca la Fani, ni caso, ¿eh?" Oye, nunca se sabe. El hambre es mala. Y el frío fuera, gélido. Y mientras, mi Chistofer, destrozado. Hecho un mar de lágrimas y un despojo de dolor.
Temblando, se levanta, se arranca el micro con la rabia que solo entiende y nace desde el amor y, camino de la arena de la playa, esprinta y corre en la busca errática y torpe de su amada al grito de Estefanía. La escena, de tan repetida, se ha hecho viral, pero... ¡ese dolor! Ese desgarro. ¡El único auténtico allí, mi Christofer! "Se le está yendo de las manos, no me lo puedo creer", balbucea el pobre. Minutos antes, casi viene el 11888 -en honor a María José Cantudo (68) Noé, querido compañero, por ti, siempre-, perdón, el 112, a mi casa, cuando Fani suelta, fresca ella: "Me daría rabia que Christofer se ligase a otra". Al rato, su discurso es otro: "Me he dado cuenta de que me anuló un poquito bastante. Dejé de pensar en mí. Todo era él, él y él".
¿Qué tal si lo dejas, Fani? No, le haría daño, ¿verdad? Qué pena; humillémoslo más y estemos con él por pena. ¡Albricias! Si nos han cogido en La isla, ¡vayamos! Allí, maquino un plan para destrozarlo y me lo quito de en medio. Porque, oye, que se acabe Edmundo no significa que se acabe el mundo. Perdonad la pesadez con el tema, pero no la aguanto: me produce hartazgo esa señora. Eeeeh, para los feministas, ¡esto no tiene que ver! Le tengo la misma animadversión que a Gonzalo. El día que os pueda contar el mensaje que me llegó anoche de este pendejo... ¡pensaréis como yo! Es un tipo frío, calculador, despreciable... ¡y feo! Abuelo, te quiero y posteo tu frase: No hay nada peor que te digan guapo... y te lo creas. Pues eso.
Otro orden de cosas, ¡por Dios! Le mando un mensaje amoroso a Ismael: no hagas el idiota, que puede que quedes como eso. Lo veo tontear como un gato en celo, a tontas y a locas. ¡Por despecho! Quiérete, aléjate y no hagas aquello que no quieras. Tú, Ismi, no eres así. "No me tiene respeto", "es una sinvergüenza". Sí, puede que lo sea, ¡pero cuidado en quien te conviertes tú! Fani, ¡cuánto daño estás haciendo! Ah, para cerrar: no me creo las lágrimas y el dolor de Fiama -es más larga que Rocío Jurado-, y cuidado, mucho cuidado con la nueva chica de ellos, Lourdes. Es una farsante de tomo y lomo. Ismael, ¿dónde estás? Ah, allí, en el jacuzzi... ¡ojito con la nueva! Solo te digo eso.
[Más información: La agónica deslealtad en La isla de las tentaciones: los deslices de Fani, ¡los más rentables!]