Quizás por costumbre o por desinformación, tendemos a pensar que los problemas relacionados con la salud son, en la mayoría de los casos, visibles a los ojos de los demás, es decir, que cuando alguien padece una enfermedad presente una sintomatología en su aspecto físico que respalde el diagnóstico de cara a la sociedad.
Esa es una de las razones que están llevando a varios profesionales del ámbito sanitario a tratar de dar a conocer en mayor profundidad los trastornos mentales, problemas mucho más extendidos de lo que cabría esperar y que, en muchas situaciones, representan un tema tabú tanto para la persona que los sufre como para su entorno.
En este contexto se engloba el caso del que hoy hablamos. Se trata ni más ni menos que de Màxim Huerta -o Máximo, como se hace llamar ahora- (49 años), periodista y escritor que llegó a ser ministro de Cultura de manera fugaz durante la primera legislatura de Pedro Sánchez (47). Al margen de esa corta aventura política, el de Utiel se ha dado a conocer por diversos espacios televisivos, desde El programa de Ana Rosa hasta el vigente A partir de hoy.
Lo que mucha gente ignora en relación a Huerta es que padece agorafobia. Pero, ¿de qué problema estamos hablando? Aunque socialmente y atendiendo a la etimología de la palabra se podría traducir como "miedo a la plaza pública", el término refleja el miedo a quedar atrapado, a menudo en un lugar con gran presencia de gente, viendo limitada la vía de escape en el caso de que la ansiedad se dispare.
Consecuencias graves
Ahondando en esa confesión referente a aquellos instantes tan duros, el periodista valenciano explicó que "el miedo está en ti, es cómo tú crees que te están mirando… Yo tenía pánico, me encerré y me quedé en casa, no quería volver a Madrid. Entraba en pánico, pero en silencio estuve bien", declaró.
Toda esa angustia se tradujo en pensamientos negativos, como un episodio que le sucedió cuando viajaba para una firma de libros: "Cuando iba de Madrid a Alicante en coche llegaba a pensar que si le pasaba algo al coche no pasaba nada, me daba igual", explicaba.
Esas vivencias las ratificó después en otro programa de Telecinco, Socialité, esta vez con María Patiño (48) como interlocutora: "Han sido meses de vergüenza, miedos, censura, de dolor y de pensar que no iba a poder trabajar nunca más. No veía salida", explicó, al tiempo que lamentaba que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, no se hubiera preocupado por él tras la comentada dimisión.
Afortunadamente, esa situación cambió cuando Huerta se puso en manos de profesionales, sometiéndose a una terapia psicológica. En este sentido, hay que destacar que el caso del periodista es particular, ya que según los especialistas, el riesgo de desarrollar agorafobia se reduce en las personas que tienen entre 45 y 64 años.
Para su tratamiento, se recomienda la ayuda de profesionales de la salud mental, quienes normalmente optan por tres vías. La primera de ellas es la terapia de exposición, una especie de tratamiento de choque que consiste en el contacto con el estímulo que causa el malestar en el paciente. La segunda es la terapia cognitivo-conductual, más habitual en los centros psicológicos donde se realiza un trabajo mental para identificar el origen del problema, los posibles focos que lo disparen y cómo resolverlo. Por último, también existe la vía farmacológica, a través de antidepresivos que tienen como objetivo la recaptación de la serotonina, un neurotransmisor que tiene gran incidencia en nuestro estado de ánimo.
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