Sandra Barneda junto a las dos Andreas, Ismael y Óscar.

Sandra Barneda junto a las dos Andreas, Ismael y Óscar. Mediaset

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La estafa de Ismael en la noche destroyer (y feminista) de Sandra Barneda: ¡la final de Tentaciones!

Ay, Dios mío, cómo se maltrata con las tentaciones. El amor es una droga. Me he sentido engañado por esos que llaman santitos. ¡Me muerdo las uñas por una segunda temporada!  

19 febrero, 2020 03:23

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Adiós a La isla de las tentaciones. Adiós, hasta nuevo aviso, al reality estrella de Mediaset. No se puede negar que este concurso me ha hecho sentir, sí: me he emocionado, me he enamorado, he llorado y, ok, me he indignado ante lo que he creído que era un insulto a las emociones y al amor. ¡Ese amor libre, esa teoría del embudo ancho y estrecho que tanto me ha hecho revolverme! Y ahora, cuando todo se ha fundido a negro, he pensado que fui tonto... ¡que tendría que haber disfrutado más y no dejarme arramblar por los prejuicios y la clásica educación! 

Ay, echaré en falta a los concursantes. Bueno, no mucho, ¿eh? Que el jueves se estrena Supervivientes y uno tiene que resetearse. Este martes se emitía el último debate de La isla de las tentaciones y... ¡qué debate! ¡qué adiós! Desenmascarando el ménage à trois, la estafa de Ismael -el menda va de enamoradizo, blandengue emocional, y se trajina a quien pilla, ¡solo le faltó repartirse y alternar con las dos Andreas-. Él, que tanto dijo sufrir, penar, lamentarse por las esquinas... ¡Ay, esos santitos! Atentos a sus revelaciones.

Y mi Sandra Barneda (44 años), si me estás leyendo, esto va por ti: no se puede estar más impecable ni se puede ser más destroyer ni más feminista. Y mira que este último concepto yo lo cojo con pinzas en un momento en que está tan de moda: me has gustado, has estado correcta en el momento preciso. Has ensalzado cuando tocaba, sin enarbolar ni cargar de pomposidad innecesaria el momento. 

Sandra Barneda despidiéndose en 'La isla de las tentaciones'.

Sandra Barneda despidiéndose en 'La isla de las tentaciones'. Mediaset

Tengo que decir que ha sido un cierre de Tentaciones brutal. A la altura de lo que se merece el programa. Esa piel de gallina ante lo que significa el cierre de algo tan vital. Lloro, lo advierto, con las palabras de despedida de Sandra, que las adelanto antes de nada. Sublime, épica tú, mirando a cámara y dirigiéndote a los concursantes: "Se ha hablado del amor de una forma brutal, habéis entregado el corazón. Desde un lugar desnudo os habéis dejado llevar para bien y para mal. ¡Las cosas que llegamos a hacer por amor! Me voy deseando que tengamos una segunda temporada". Y la tendrás, Barneda, la tendrás. 

Tres parejas como cierre de temporada: Ismael/Andrea; Gonzalo/Susana y José/Adelina. Y para no tenerla. Confieso que cuando han empezado la noche con Ismael y Andrea he esbozado un irónico bostezo rollo ¡joder, ya podrían haberlos dejado en segundo lugar! Qué equivocado estaba. El juego que han dado, Dios santo. Entra Andrea en plató, henchida y poderosa y supuestamente enamorada de Óscar el tentador. Así, al menos, se quedaron el pasado jueves en el especial Seis meses después.

Bien, ella pisa fuerte. Se muestra nerviosa aunque contenta con el concurso que ha dado. No se arrepiente de nada, a lo sumo de algunas formas que, lo mismo, "no han sido las mejores". Eso sí, al punto aclara: "Si no hubiera actuado como lo hice, seguiría aguantando lo que aguantaba". Ahí, se produce el primer momento de la magnífica Sandra: "No veo ningún arrepentimiento por tu parte". Y Andrea subraya: "Arrepentida no estoy". Chica, ya, ¿y la humildad dónde? ¿En Parla? ¿Que Ismael te dio la vida mártir? Vale, pero tú no has actuado bien, ¿tan difícil es de entender?

Ella, crecidísima, se explaya: "Cuando sales de tu zona de confort se abre la mente" Y cuando salen a relucir los celos enfermizos de él, ella se reviste: "Él podría admitir su parte de culpa, ¿no?". Olé tú, tía. Tengo que decir que Ismael ha estado crecidísimo, engreído, déspota y en un papel chuleta que nada le favorece, vale, pero ella tampoco se ha distanciado. Atención a la siguiente frase: "Yo he estado con uno (Óscar), él ha estado con tres chicas". Y vuelve mi Sandra heroína, la Barneda que me gusta: "¿Y a ti qué narices te importa con cuántas haya estado él?". Se cae el plató con aplausos. 

El momento en que Barneda habla con la madre de Andrea.

El momento en que Barneda habla con la madre de Andrea. Mediaset

Apostilla Sandra y secunda España a modo de aplauso ciego: "En el momento en que te acostabas con Óscar, ¿no temías que Ismael pensara que esto es el final? Cuando tú te acostabas más de una vez con Óscar... ¡a lo mejor es que teníais relación abierta!". Juro que en ese momento te habría puesto un piso en Callao. O dos. Ojo, pienso lo mismo que Sandra La destroyer: estas relaciones libertinas solo son respetables si ambas partes la respetan "y no te las encuentras de repente en la isla". 

Si esto os parece interesante, esperen que entra en plató Ismael y se lía la de San Quintín. ¡Un ménage à trois en toda regla! Aclaremos que Andrea es su pareja, una de sus tentadoras también se llama Andrea y otra de estas, Andreina. Él entra con la cabeza erguida y el músculo en primer plano. ¡Y con la escopeta cargada! Suelta la noticia boom de la noche: "Salgo del reality y decido estar contigo (con Andrea, su novia original) el día entero". Ella, recuerden, supuestamente, sale enamoradísima de Óscar. ¡Y pasa la noche con su ex tras el concurso! 

Acorralada, lo reconoce: "Dormimos juntos, sí". Pero solo hablaron, según ella. Y aclara al segundo: "Pero yo no salgo de la isla 100 x 100 con Óscar". El estoque lo clava Ismael: "Yo no estoy con nadie, por eso no he faltado el respeto". No se puede hablar mejor y cuando la madre de Andrea intenta meter baza y despotricar contra Ismael, Barneda vuelve a coronarse: "Paula, las relaciones sentimentales solo son cosa de dos". La señora, como cualquier madre, lo entiende, pero hay un momento en el que se encara con Ismael físicamente. Fíjate, reflexionaba yo en el momento, 'si yo fuera Andrea... mi madre nunca habría actuado así'. Hay tantos modelos de madres... ¡y tan diversos!

Seguimos para bingo con Andrea. Rubrico mi animadversión hacia ella, sus escudos emocionales y mediáticos me repulsan, como este contra Ismael: "Te enfadabas porque llegaba a casa una hora tarde de fiesta". Cuidado con los mensajes vacuos que se lanzan, que a mí Ismael no me parece en absoluto controlador -aunque la verdad solo la conocéis vosotros-, pero estás en un medio de comunicación. Solo digo eso, maja. Y, ¿sabes? Te mereces que Óscar, una vez en plató, te haya plantado. Eah, ya lo he dicho. 

Este mensaje de Ismael enciende la mecha: "En la hoguera final eliges a Óscar y al día siguiente te acuesta conmigo, duermes y te acuestas conmigo de nuevo". Creo que tras esa confesión se ha caído la catedral de Burgos. Tengo que confirmarlo. APOTEÓSICO. Claro, Óscar sale calentito, comienzan los reproches y se acaba todo. Yo os digo algo: Ismael es el más listo; destruye su reino, pero no deja a nadie vivo.

Susana y Gonzalo en el pantallón junto a Sandra Barneda.

Susana y Gonzalo en el pantallón junto a Sandra Barneda. Mediaset

  

Cambio de pareja. Les toca el turno a Gonzalo y Susana. A mí él no me ha gustado nunca, lo veo un cantamañanas, un machista reconvertido, un tipo casposo que cree que sigue haciendo gracia. Sí, todo eso y más. Pero, atención a la frase que le suelta a ella y que, para mí, es determinante. Espeta algo así, y que rubrica con los ojos cerrados: hemos estado seis años, sabes cómo soy, cómo me comporto, no es nuevo para ti, ¿por qué intentas cambiarme ahora? BRILLANTE. 

Ahí, algo, ha cambiado en mí. Ya todo lo he visto diferente. Insisto, eh, él es un imbécil de manual, pero es el mismo imbécil que conoció Susana: no ha cambiado. Es más, puede que se haya potenciado, pero el producto era conocido. Él la quiere recuperar al mismo tiempo que llora con lágrimas fingidas y asegura que todo eso que hacía y decía "eran bromas". Para mí, ella pronuncia la frase definitiva que todo lo cambia: "Lo he echado de menos, pero como a un amigo". Nada que hacer, hermoso. Él, que de nada entiende de dignidad el amor, se despide: "Nadie en este planeta ha sentido lo que yo por ella, voy a envidiar toda la vida al hombre con el que esté". 

Ay, Dios mío, cómo se maltrata amando. El amor es una droga, de las duras. A veces sales de ella, pero otras te quedas enquistado. ¡Me muerdo las uñas por una segunda temporada! Ah, que se me olvidaban, como terceros que son: he cambiado de opinión sobre José y Adelina. Existe mucho malaje entre tanto amor algodonoso, no me ha gustado nada verlos, confabulados, despotricar contra Estefanía y Christofer. Me provocan un regusto amargo, a hiel mal digerida. Os diré: si solo fuera amor lo vuestro... bueno, si solo fuera amor, ¡no habríais ido a La isla de las tentaciones!

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