Cuando se confirmó el fichaje de José Antonio Avilés (23 años) por Supervivientes 2020 me asaltaron a la mente dos pensamientos, casi al mismo tiempo se solaparon: cómo puede cambiarte la vida el hecho de pasar por la televisión como colaborador -con el perfil particular de Avilés, ya ustedes me entienden- y cuál será el papel que jueguen sus compañeros de programa, esa Isabel Rábago (45) o ese Diego Arrabal o Kiko Matamoros (63).
Con ellos ha tenido José Antonio enganchones épicos en el espacio. Ojo, ellos son solo algunos de los muchos con los que el andaluz se ha enzarzado en grescas. Es más, me atrevería a decir que todos los colaboradores del espacio de fin de semana -incluida la presentadora, Emma García (46) -han discutido con el concursante en un momento dado. Qué digo discutir, ¡se han cebado a lo grande con él! Lo han humillado, lo han desprestigiado, no se han fiado de sus informaciones. Esta es una carta abierta, para ellos, para vosotros: ¡menudos hipócritas!
¿Por qué os partís el pecho ahora por él desde España? Hay un refrán que viene a decir algo así como quiéreme menos y mejor. Pues eso. Permítanme dudar de vuestro repentino cambio de actitud. Y es que, ¡las de Caín ha pasado el chaval! Lo han hecho llorar e incluso algunos, en su afán destructivo, han buscado la reacción del famoso de turno para que desmintiese a Avilés en pleno directo, para achicarlo, aplastarlo.
Vale, sí, no se me escapa que esto es televisión, que allí todos saben qué papel juegan y José Antonio decidió pagar su peaje hace un tiempo, y lo abona religiosamente cada sábado y domingo. De hecho, su propio perfil aguerrido ya hacía entrever que su función principal era agitar y la de ser agitado, como se ha cumplido. Vamos, no quiero ser yo tampoco un hipócrita denunciando e insultando a la vez, pero, para que se me entienda: José Antonio no es un profesional de la información cualificado como tal. Hasta ahí, creo que todos estamos de acuerdo. Creo que, por no tener, ni tiene la carrera de periodista, pero, oye, no quiero sonar arcaico: hoy en día en la tele hay hueco para todo y todos.
El caso es que pese a esto y pese a aquello, se cebaban con él cada fin de semana. Diré, creo que para su hucha de pundonor, que con José Antonio se salvamizó de algún modo Viva la vida, llegaron los enganches, las disputas, los gritos y la histeria. Abrió paso, eso es así. Sin ir más lejos, el pan de cada día en el programa de Emma era -hasta que saltó del helicóptero en Honduras- que no lo dejasen hablar, que lo llamasen pesado en directo, que Emma lo castigase -solo le faltaba ponerlo en un rincón y contra la pared-, ¡malas maneras!
"Le hemos dicho que no se puede hablar todo el rato y no dejar a otros hablar, y se ha venido abajo. A veces no controla y satura", explicaría Emma. No lo digo solo yo, muchas han sido las ocasiones en que los seguidores del programa han hablado de bullying, algo de lo que, por ejemplo, Ylenia Padilla (31) se ha tronchado en su cara: "Bullying de qué, que la gente no diga que estáis haciendo bullying a este chaval, porque es insoportable".
Tengo en el recuerdo también la tarde en que Kiko Matamoros lo llamó "idiota". Y continuaba: "Pero, ¿este chico es anormal?". Como esas, más humillaciones. Y, ahora, de repente, como si todos hubiesen sufrido una lobotomía, defienden su concurso a ultranza. Ahí tienen a Isabel Rábago: "José Antonio tiene que quedarse porque es fundamental en el concurso y el que, de momento, está dando juego". También Terelu (54), con la que ha tenido sus más y sus menos, aseguraba hace unos días que le mandó un mensaje y le puso que disfrutara de la experiencia. Vamos, que nada pasó, borrón y cuenta nueva. Decir que el muchacho no es rencoroso y se puso emotivo en su despedida.
¡Pues no creo nada! Ay, si esos que salen en la foto hablasen de lo que realmente piensan y sienten. Puedo comprender que, como también ocurre en Sálvame cuando alguien de sus colaboradores ingresa en algún reality, todo el espacio cierre filas con la persona, pero siempre hay dos bandos; unos que acarician, y otros que azotan. Pero en este caso, oye, yo veo que todos están volcadísimos con la causa, todos lo defienden a pies juntillas. Solo alguna crítica tan débil como fugaz puede escaparse en el plató de Viva la vida, pero son las menos. Lo digo y lo mantengo: por mucha televisión que se esté haciendo, ¡los colaboradores son unos hipócritas! Sí, quiéreme menos y hazlo mejor.
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