No se habla de otra cosa en Mediaset: del (presunto) farsante, embustero y Antoñito El Fantástico, José Antonio Avilés (23 años), concursante de Supervivientes, y su doble o triple vida. Avilés Potter, lo llaman. No hace falta que os lo presente porque, de seguro, lo conocéis. A poco que veáis dos minutos el reality aparece, ¡comprobado! Se pega a una cámara como un mosquito a la luz. Tiene una personalidad que no pasa inadvertida, ni para bien ni para muy mal. Pero, más allá de sus tramas en la isla de Honduras -capitaneadas por su intensísima relación con Rocío Flores (23) y sus peleas contra diestro y siniestro-, este cordobés está siendo actualidad en España por causas que nada tienen que ver con la isla... O sí.
A ver, antes de explicaros todo os voy a ser franco: que este chico es un fantasma yo no lo puedo probar a pies juntillas, pero si se le pregunta al Jesús espectador de Viva la vida- espacio donde colaboraba antes de Supervivientes-, este os dirá una sola frase: "No hay más que verlo". Es decir, el chico es un perfecto personaje para un reality como Supervivientes. De hecho, es el único que agita el avispero y mueve la isla con dos frases malintencionadas (o inventadas) que suelte. Para eso hay que valer. Al César lo que es del César. Ahora bien, si se me pregunta: ¿Para ti tiene credibilidad? Ahí no parto peras: ninguna.
Ahí está la clave. O sea, como dijo Jorge Javier Vázquez (49) un día 'pon un José Antonio en tu reality, pero no lo pongas en tu vida'. Pues como les decía, estos días El Pequeño Avilés, como lo han bautizado en Sálvame en honor a El pequeño Nicolás (26), se está hablando mucho de que se ha inventado su vida y parte de la de su familia. Que no dice la verdad ni al médico, que es un tipo turbio, que estafa a las personas -todo según Telecinco-. Se está liando muy gorda y no me extrañaría que se contase que no se llama José Antonio, que sus padres no son quienes dicen ser y que en vez de en Córdoba haya nacido en Croacia. Con él, todo es posible.
Él mismo ha asegurado que estudió periodismo en la universidad de Gales. Allí, el profesorado no lo conoce. Su madre se queda blanca cuando le preguntan dónde estudió su hijo: "No lo sé". Y brotan testimonios de lo más variopintos que trazan un perfil de él que El pequeño Nicolás se queda en pañales. Cuentan y no paran que va por ahí diciendo que es un rico, que sus padres son los dueños de casi todo Almodóvar, su pueblo, que, que, que... Y yo, entre tanto despropósito, me pregunto: ¿qué hay de verdad aquí y qué de televisión? ¿Es todo verdad?
Ya os digo yo que la mitad no. O sea, que no es verdad que Avilés tenga esa vida. Creo que es la vida que él se ha fabricado con tiempo y tino para llegar donde ha llegado. Sí, no me cabe duda: él mismo ha orquestado toda esta parafernalia antes de irse a Honduras: "Él lo sabía todo". ¡Y es que no puede ser de otra forma! Señores, pensemos con sensatez: quién, en su sano juicio, se mete a un reality y cree que nada va a salir, que todo va a quedarse intacto en su vida. Insisto, quién piensa que no se va a investigar su carrera de periodismo cuando él sembró la duda antes de irse y no para de pavonearse en Honduras diciendo que está allí en calidad de periodista.
No, nadie es tan descerebrado. Este hombre sabía dónde se metía y lo que iba a pasar. Dio las instrucciones exactas para saber qué decir y qué callar. Sabía que este embrollo sobre su vida le iba a reportar pingües beneficios como personaje. Otro cantar es su futuro como periodista. Otro cantar y otra historia que no se sostiene por ningún lado. "Él siempre quiso salir en televisión y ser famoso. Desde bien pequeño ansiaba trabajar en Telecinco, le gusta la fama y es capaz de hacer cualquier cosa", se dice de él por ahí. No les falta razón: capaz de guionizar tu vida e inventártela de arriba a abajo. Todo, eso sí, muy presuntamente.
Ojo, dato importante: esto es como todo, puedes ser muy fantástico e ingenioso en su fabulación, pero como no haya inteligencia detrás y trabajo de fondo, el castillo de naipes se cae solo. Creo que este hombre ha sido muy inteligente. Tiene 23 años y ya está en Supervivientes y en boca de toda España. Solo de él depende su futuro en televisión, pero mientras escribo estas líneas reflexiono lo que sigue: que no os dé pena; si se quita de encima la tontería esa del periodismo y le echa horas, es capaz de convertirse en un personaje de Telecinco de primer orden. Y a ganar pasta a manos llenas. Aquí el único que no es tonto es Avilés. Otra cosa es el peaje que deba pagar por su descrédito.
[Más información: Expulsión para el mentiroso de Avilés en la noche en que Supervivientes se vengó de Alejandro Reyes]