Una nueva semana en el remozado formato de El Hormiguero. En esta ocasión, Pablo Motos (54 años) estuvo acompañado de varios de sus colaboradores habituales, como Marron (40), Luis Piedrahita (43) y El Monaguillo (46), aunque por momentos el protagonismo recayó en sus dos invitados: el actor Carlos Iglesias (64) y, sobre todo, la artista Rosa López (39).
Fiel a su nueva tradición, Motos volvió a aunar conocimiento científico y consejos para tratar de dejar una moraleja a los telespectadores: "Si hay algo de lo que estamos seguros cuando nos levantamos por la mañana es que tenemos razón. Da igual sobre el tema que sea. Oyes una conversación, te surge una idea y la vas a defender a muerte. A partir de estudios que se hizo con pacientes con los hemisferios del cerebro separados llegaron a la conclusión de que el izquierdo no está preparado para entrar en razón, sino que se reafirma en la idea inicial que tenga. Creer que tenemos la razón por principio es un defecto del cerebro y bastaría con pensar en esto 10 segundos antes de empezar a discutir para lograr que este mundo fuera un poco mejor".
Cimentando una relación
Sin embargo, uno de los momentos más importantes de la noche llegó con la entrevista a Rosa López. La granadina recibió a Motos y el resto de colaboradores con una llamativa camiseta rosa y un perrito llamado Once. "¿Es de verdad o es un peluche? Se mueve muy poco", bromeó el presentador de El Hormiguero. "Es que hace calor, estoy en el estudio, no quiero abrir la ventana para que no haga ruido", explicó la cantante.
"El confinamiento ha sido muy entretenido, pero me siento orgullosísima de haber hecho algo con mis manos", contó en referencia a ese estudio. La noticia dejó impactado a Pablo Motos, quien no podía creer que ella misma hubiera llevado a cabo esa obra. "He seguido instrucciones de mis hermanos, consejos de mis padres, que siempre han estado haciendo reformas, lo que más miedo me da ha sido coger la radial", contó.
Sin embargo, con la desescalada, Rosa también está retomando hábitos antiguos: "Estoy grabando un audiolibro, estoy componiendo y ahora que podemos hacer un poco más de vida normal, voy al estudio de toda la vida con mi productor para grabar un tema nuevo", explicó.
Volviendo a los trabajos que había realizado en su casa, contó que "cuando cogía la radial, temblaba, sudaba, pensaba que se me iba a escapar el disco. Pero al final lo he logrado. Tengo buenos vecinos, les he pedido permiso para la obra. Quería poner unas placas de pladur, pero me flipa cómo ha quedado así".
En pleno éxtasis por esa reforma, Motos aprovechó la confianza para tirar de la lengua a Rosa López y preguntarle por su estado sentimental. La granadina, al principio, se dejó llevar por la situación: "Sí, creo que me he enamorado. Ha sido antes del confinamiento, en medio de una multitud, de un concierto de Marta Sánchez. Estoy muy contenta, es algo que se queda para una. Eso ayuda a componer. No lo puedo ver todo lo que quisiera, pero bueno”. Pablo Motos quiso saber si eso se estaba reflejando en las canciones que escribía ahora: “A día de hoy, las letras son un poco tontinas, un estribillo pegadizo y no sabes ni de qué habla. El amor está ahora más dentro de nosotros que en una canción. Tengo que quitarme la cursilería porque no vende".
Viendo que las respuestas estaban dando mucho juego, el presentador de El Hormiguero quiso conocer más aspectos de esta relación, aunque llegado un momento, Rosa frenó en seco: "Cuando me levanto por la mañana lo primero que pienso es en él. De estas cosas no hablo en televisión, Pablo. Cuando quieras quedamos y te hablo de él".
Para salir del trance, Motos le preguntó a la granadina si este confinamiento le había recordado a su etapa en OT: "Te soy sincera, para mí el confinamiento no es nuevo, lo vivo desde que mi profesión es pública. De hecho, ahora, en la fase 1, voy con la mascarilla, la gente no me reconoce y voy más tranquila. Estoy acostumbrada a estar en casa, porque no me gusta no salir", matizó.
Juntos pero no revueltos
Pero antes de hablar con la exconcursante de OT, llegó el turno de entrevistar a Carlos Iglesias, quien está haciendo una vida de lo más familiar en este tiempo, junto a su mujer y sus dos hijos: "Hemos recuperado la vida familiar, no teníamos más remedio, no queríamos, pero nos han forzado. Es bueno recuperar conversaciones pendientes o ver una película en la televisión. También algunas discusiones", bromeó.
Como a tantos actores, la pandemia le ha alterado los planes al veterano intérprete: "Íbamos a ir al Teatro Amaya, nos quedamos a dos días de iniciar los ensayos. Por primera vez íbamos a estar mi mujer, mi hija y yo. Y luego juntos en casa, menudo lío”. Preguntado por cómo se diferencia, en ese caso, la vida familiar de la profesional, Iglesias confesó que “la única norma que impuse es que me respetaran, al menos una de las dos. Mi hija no me respeta nada, como padre poco y como actor menos todavía. Al menos hay un director al que sí hace caso".
Tampoco se libró de los chascarrillos su mujer y su mirada crítica con todo lo que escribe. "Es una mierda. Eso es lo que me dice, me deja temblando, porque se lo dejo con todo el cariño, lo lee y me dice así, literalmente, que es una mierda. Es terrible. La autoestima la tengo por los suelos, pero desde que eliges ser actor ya cuentas con ello".
Además de pasear a sus perros durante el confinamiento (incluso le llegaron ofertas para alquilar a uno de ellos y así poder salir a la calle), Carlos Iglesias no ha perdido el tiempo y ha trabajado en otro proyecto profesional: "Estoy escribiendo una comedia que ocurre en una urbanización de bloques de viviendas en Madrid durante la pandemia, así ya meto las mascarillas y la distancia de seguridad. A ver si queda bien, por si acaso no se lo enseño a mi mujer, hasta que estrene no lo va a ver", finalizó.
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