TVE estrenaba este jueves en el prime time de La 2 Tesoros de la tele, un nuevo espacio nostálgico en la línea de Cachitos o Viaje al centro de la tele que pretende rescatar los grandes momentos del pasado que marcaron un antes y un después en el medio televisivo.
Tras abordar en su doble estreno los emblemáticos programas Directísimo y Esta noche fiesta, ambos presentados por José María Íñigo, el formato reivindicará en su próxima entrega la figura del padre de todos los concursos, Chicho Ibáñez Serrador, recordando una de sus más exitosas creaciones: el mítico Un, dos, tres....
Este espacio llegaba a la televisión en 1972 de la mano de Kiko Legard. Estuvo en emisión un total de diez temporadas, viviendo distintas etapas y cerrando un ciclo en 2004, tras la última edición presentada por Luis Larrodera (46).
Antes de crear esta idea, Ibáñez Serrador se había percatado de que en televisión solo existían tres posibles tipos de concurso: los de preguntas y respuestas, los de habilidad física y los de carácter psicológico. En lugar de decantarse por una de estas tres posibilidades para su próxima 'criatura', decidió hacer un cóctel de todas. Como resultado, alumbró el emblemático Un, dos, tres... responda otra vez.
Este concurso dejó innumerables hitos televisivos para los anales de la historia, como haber sido el primer formato español exportado a otros países o haber creado todo un negocio en torno a sus queridas mascotas, que protagonizaban llaveros, camisetas, juguetes y demás artículos de merchandising.
Pero el mérito del Un, dos, tres... va mucho más allá de sus resultados en televisión. El programa marcó un antes y un después también en la sociedad española. Y es que la privilegiada mente de Ibáñez Serrador supo esquivar la censura de la época, introduciendo las primeras minifaldas de la televisión gracias a sus icónicas azafatas. Además, fue el primer programa presentado por una mujer, pues Mayra Gómez Kemp (72) se puso al frente de su segunda etapa en 1982.
Un, dos, tres... puede presumir, además, de ser un espacio de autor emitido en la televisión pública española. Todo lo que en el programa acontecía llevaba la identificable firma de su creador. Todo lo que sus manos tocaban acababa convertido en éxito, por lo que el concurso se convirtió en cuna de grandes estrellas televisivas como Fedra Lorente (68), Tricicle o Silvia Abascal (41).
Entre los personajes más recordados del programa está Don Cicuta, una figura que simbolizaba la censura del régimen de Franco y que, sin embargo, sobrevivió de forma brillante mientras todas las miradas críticas se centraban en las azafatas que enseñaban 'de más'. "Los escotes molestaban mucho al régimen a pesar de que la afrenta más evidente era Don Cicuta, un personaje vestido de negro, amargado, regañón que representaba la censura", explicaba a EL ESPAÑOL el profesor Julio Moreno, autor de una tesis doctoral sobre el espacio.
La mecánica
En cada emisión, el programa se basaba en una temática diferente en torno a la cual se desarrollaban los números artísticos, los diálogos y la escenografía del concurso. La mecánica de Un, dos, tres... fusionaba la idea de concurso híbrido que tan bien supo llevar a la práctica Ibáñez Serrador a través de tres partes diferenciadas y basadas, respectivamente, en la cultura, la habilidad física y la habilidad psicológica combinada con la suerte.
En la primera de las fases, cuatro parejas competían respondiendo a un total de tres preguntas cada una. La respuesta a cada una de las preguntas era múltiple y sólo podía responder un miembro de la pareja por ronda, mientras el otro podía tratar de ayudar mediante la mímica (esta regla se introdujo en 1982). Cuando los concursantes cometían un error o agotaban el tiempo, las azafatas contabilizaban el dinero conseguido con la recordada frase "Han sido x respuestas acertadas, a x pesetas cada una, x pesetas".
La segunda parte del concurso era la prueba eliminatoria. Aunque era diferente en cada programa, siempre consistía en la realización de disparatadas pruebas físicas y de habilidad. Entre las más recordadas están la de romperse huevos en la cabeza contraria diciendo "La tierra es redonda y se demuestra así" hasta sacar un huevo duro, o la de deslizarse por un tobogán con vasos llenos de líquido intentando evitar derramar el contenido.
Por último, la pareja vencedora se jugaba su premio entre música, gags de humor y variopintos personajes. Esa subasta final era todo un desfile de humoristas que presentaban los regalos que la pareja podía llevarse. Eran otros tiempos, los de la peseta, pero las cantidades que se manejaban en el programa no eran baladí. El mayor premio fue de 1.920.000 pesetas, pero en un solo programa nunca se superaron las 100.000 pesetas -salvo los más pequeños, que se embolsaban hasta 120.000-. En el supuesto de que se hubiesen obtenido todos los premios en juego, el importe habría sido de quinientos millones de pesetas.
Tal popularidad alcanzó el programa que eran millones los españoles que se desvivían por participar en él. Durante todos los años de emisión, se recibieron cartas, con solicitudes para concursar, de más de dos millones de personas. Pero ahí no se quedaban las 'súplicas', ya que había quienes deseaban un autógrafo, hacer algún comentario del programa o felicitar al equipo, lo que se traducía, al final, en un total de tres millones de misivas. Se hizo necesario habilitar unos almacenes para recibir la correspondencia.
[Más información: 'Un, dos, tres...responda otra vez', las 9 curiosidades del programa que revolucionó la TV]