Julio de 2020. Entrevista a Manuel Villanueva, director de contenidos de Mediaset España. El motivo de esta charla no era otro que promocionar los formatos que se están preparando para el nuevo curso televisivo tras el verano, con Christian Gálvez (40 años) como rostro afincado y valor seguro de la cadena. Y entre esas novedades, una pregunta congela el ambiente. Silencio compacto, incómodo, denso. Señor Villanueva, ¿qué pasará con el reality Gran Hermano? ¿Cuándo se estrena? El aludido bebe agua, se revuelve en el asiento, toma aire y responde.
"Gran Hermano está en situación de barbecho, de descanso. Veremos y hablaremos de cómo será su futuro. Pero en 2020, no", son sus escuetas pero directas palabras. Rápidamente, se cambia de tercio, como si lo que acababa de decir este señor fuera algo de lo más normal. Pero no, claro que no lo es. ¡Bastante poco se ha hablado de este tema para todo lo que simboliza! La no emisión de Gran Hermano es algo muy heavy y que tiene como razón de ser directa y única el nombre de una mujer: Carlota Prado (26).
Que no os cuenten otra cosa, que no os engañen. Ese formato se lo ha cargado Carlota Prado y su escandaloso suceso sexual en Gran Hermano Revolution. Ella, con su presión mediática y social, con su fuerza, con su pico y pala... Con su verdad por bandera, ¡ha conseguido su objetivo! Y yo que me alegro. Me decía un entendido -que resultó que no entendía de nada- hace unos meses, a finales de 2019, que esta chica se estaba cavando su propia tumba, que no iba a conseguir nada con tanto ruido. Qué fantasma, ¡torres más altas han caído! Y GH cayó, vaya si calló.
Les pongo en antecedentes. El caso Carlota tuvo lugar en 2017, pero a finales de 2019 volvía a ponerse de actualidad cuando veía la luz en exclusiva el vídeo en el que Carlota acude al Confesionario, le explican lo sucedido y le ponen las imágenes de la noche de marras en la que su compañero de reality José María, tras una noche de copas y desenfreno, presuntamente intentó abusar de ella. El vídeo se hizo viral en las redes en cuestión de minutos, la bola creció y creció, nadie podía parar ni el desdoro ni la maltrecha reputación de Gran Hermano.
El argumento más repetido, de entre miles, era el mismo: la sangre fría del programa a la hora de ponerle las imágenes a la pobre chiquilla en frío. Todo adquirió tal repercusión social que los anunciantes del programa comenzaron a caer como moscas, uno tras otro, y tras otro, y tras otro... Todo un descalabro, un batacazo inasumible a todos los niveles. La última edición se terminó, o la hicieron terminar, herida de muerte. En sus últimos estertores.
Por eso lo han dejado dormir y lo han puesto en barbecho. El sello GH necesita descansar y por un largo tiempo, estoy convencido. La cadena ha obrado con sensatez por primera vez, aunque sin apearse de la soberbia que la ha caracterizo con este tema. No cuentan cómo ha sido realmente la cuestión: se limitan a agachar las orejas, salir por la puerta de atrás y decir que volverán pronto. No, ese no es el discurso. Este, mejor, aunque sé que es puro sueño y deseo: nos hemos equivocado, no volverá a ocurrir. Aquello fue un error imperdonable por nuestra parte. Y sí, señores, nos ha pasado factura y ahora solo nos queda asumir las consecuencias con dignidad. Ah, y lo sentimos mucho, Carlota Prado, por todo el daño que te hayamos podido ocasionar.
Sé que nunca pasará, pero ahí lo dejo. Escrito. Para que reflexionemos. Es que tenemos la memoria muy frágil y tan pronto quemamos vivo al formato de pura indignación como hace unos días los seguidores del mismo se le echaban encima a Carlota acusándola de su no vuelta. ¿En qué quedamos? ¿Con qué sociedad me quedo? ¿Con la de antes o con la sumisa y cachaza de ahora? Me da igual: voy a pensar en una sociedad justa y sí, se ha hecho justicia. ¿Que si creo que Gran Hermano levantará el vuelo de nuevo? Ni lo dudo, qué tontería: lo hará. Pero verlo débil, perdiendo vida... no sé, me hace regodearme. Resarcirme.
Los hechos de la vergüenza
Hace poco más de dos años que tuvo lugar el episodio más trágico y vergonzoso de la historia de la televisión. Aconteció en Gran Hermano Revolution, cuando en la casa de Guadalix de la Sierra se celebró una fiesta, en la que el alcohol rodó sin miseria. Parecía un festejo más, de tantos que se producen, pero no. El concursante José María López, presuntamente -aún no ha habido juicio y, por tanto, tampoco sentencia- abusó sexualmente de Carlota Prado. Se conoce que a Carlota el alcohol le cayó mal y su pareja dentro de la casa -ya habían tenido previamente una hora sin cámaras y lo suyo era oficial-, se la llevó, visiblemente semiinconsciente ella, a la habitación.
¿Para acostarla y protegerla? Se ve que no. Las cámaras lo graban todo -ya me entienden- y el escándalo fue mayúsculo; a los pocas horas llamaron al Confesionario a Carlota, le contaron lo sucedido, expulsaron a José María por "conducta intolerable" y el programa, al día siguiente, interpuso una denuncia contra José María en la Guardia Civil. Y... hasta ahí. No se hizo más, no se depuraron más responsabilidades. Se podría haber hecho mucho más. Casi todo, porque casi nada se hizo.
De aquello han pasado dos años en los que no se ha celebrado ningún juicio: ¿dónde están los responsables? ¿Por qué no se ha cazado a los culpables? ¿Por qué la guardia de la noche -en la casa siempre hay personas vigilando las cámaras- no entró y frenó aquello? Sí, las denuncias -tanto por parte de Zeppelin, la productora del programa, como por la de Carlota- se interpusieron... pero nada ha pasado.
La justicia va lenta, dicen. Ni que lo digan. No me puedo creer que nadie haya hecho nada. Feministas, ¡dónde estáis! ¡No os escuché ni antes ni ahora! Nadie ha sido castigado, ni qué decir condenado. ¿Dónde está lo ejemplarizante en este caso? ¿Por qué nadie explica nada? Que yo sepa, ningún órgano ha alzado la voz y ha pedido que caigan cabezas. La propia Carlota se quejaba hace unos meses en una entrevista para El Confidencial -la única que concedió- que no entendía este silencio tan cruel y conspiratorio. Que el reality no le dejó hablar sobre el caso en su momento, como era su deseo. Se lo "impidió". Que todos, la sociedad, miraron hacia otro lado y los jueces no movieron ficha.
Insisto una y mil veces: más de dos años después nada ha pasado. Solo una frívola pérdida de anunciantes. Insisto, ¿dónde están los responsables?
Sí, Gran Hermano se merece un descanso. Largo, muy largo. Castigado en un cajón.
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