Hay artistas a los que la pandemia les ha hecho cambiar sus planes de forma radical, posponiendo lanzamientos discográficos y giras. En cambio, hay otros que han decidido que el momento sí es oportuno para presentar un nuevo trabajo. En este último grupo está María Jiménez (70 años), que este viernes 30 de octubre saca a la venta La vida a mi manera, su primer disco de estudio después de 18 años.
Con una extensa trayectoria a sus espaldas y varios episodios que marcarían la vida de cualquiera, la artista sevillana contó con su habitual sarcasmo la dura situación que había vivido en 2019: “El año pasado estuve en coma. Cuando me desperté le pregunté al médico cuánto tiempo llevaba durmiendo. Me respondió que dos meses y medio y le dije que entonces iba a tener problemas para dormir esa noche”.
Si los espectadores esperaban entretenimiento, no tuvieron que esperar mucho. Pablo Motos (55) arrancó con una pregunta sobre el origen de los 12 temas que componen su nuevo disco: “Estas canciones salen de las entrañas y del alma, no del coño, no empecemos. Con el coño lo que se hace es mear y follar. Yo no dije eso, fue un periodista y me hizo mucha gracia”, aclaró.
Casi sin tiempo para reposar esa sentencia, María Jiménez le dijo al presentador de El Hormiguero que “como yo no hay nadie, Pablo. Cambiando de tercio, le regaló “un detallito”: una pulsera. “Soy la imagen de esta marca, no estoy haciendo publicidad, hazlo tú. Lee el nombre, que yo no sé”. Los obsequios no acabaron ahí. Después le regaló una camiseta.
En la prenda se podía ver una imagen de la artista en su juventud. “En los 70 tú eras un icono artístico y…sexual”, aventuró Pablo Motos, dando pie a una anécdota más: “Entonces había un censor, Paco Ortiz, que le dijo a José María Iñigo que no podía enseñar las bragas en la televisión. Le dije que viniera a decírmelo él. Nunca lo conocí”, remató.
Penurias
Pero hasta llegar a ese momento de éxito y fama, María Jiménez las pasó canutas: “Pasé más hambre que un caracol en la vela de un barco. Para cenar, un trozo de pan duro y chicoria, que prefería no comer. A la hora de comer, unas lentejas, toda la semana. Para beber, agua”, reconoció, antes de confesarle a Pablo Motos que “la cerveza me llena la tripa y no como. A mí me gusta el champán, Möet Chandon, y si es con caviar, mejor. Qué quieres, si he pasado mucha hambre. El que tomo, me lo compro, porque nadie me lo regala”. Estos comentarios eran una clara alusión al banquete que se dieron la noche anterior el propio Pablo Motos y Javier Cámara (51). “Me he equivocado de día”, sentenció la artista al saber que el caviar se había agotado.
Después llegó el momento de hablar de las fiestas legendarias de su casa. “Venía todo el mundo, el que venía se divertía, y el que no, se arrepentía. La última fiesta empezó a las 2 de la tarde y me fui a acostar a las 2 de la mañana. Me levanté a las 8 y había toda gente cantando”, recordó.
Eso conectó directamente con un episodio familiar desconocido hasta la fecha: “Yo me creía que era paya, pero los gitanos insistían que no. Mi abuelo, que era gitano, se jugó a mi abuela a las cartas y la perdió. Mi padre renegó por ello de su padre, de mi abuelo. Y no me dijo nunca que éramos gitanos”, relató para sorpresa de Pablo Motos.
En la tranquilidad de su hogar, María Jiménez reconoce que “cuando estoy sola hablo más, me digo de todo”. Eso sí, aunque afirma estar “completamente loca”, cuenta que “me siento fantástica”. De repente, un cambio de tercio. La invitada regaló otra camiseta al presentador, antes de comentarle que “creo que deberías quitarte la americana y ponerte la camiseta. ¿A que te arranco la chaqueta? ¿Hasta verano vamos a tener que esperar a que te la pongas?”.
Desde luego, su primera visita estaba dando para mucho. Eso sí, Pablo Motos destacó que “he ido a saludarla y me ha dicho que era la primera vez que venía, que vendría una segunda si cobrara. Llevamos 15 años sin pagar”, se excusó el presentador de El Hormiguero. “Estáis tardando”, le respondió la artista.
El último palo que tocaron fue la política. “Soy nula. Llevo 40 años sin votar, únicamente con Suárez. Era la primera vez que se votaba y yo tenía 18 años. Ahora digo que, como vamos todos, me voy a la taberna que está al lado de la iglesia donde dan misa. Me tomo el vino de Dios y una tapita. Soy católica, apostólica y romana, pero no ejecutante. Conocí al Dalai Lama. Buena gente, una carita gordita, muy relajada. No tuve ninguna conversación con él, no hablo inglés, le habló El Estudiante (Pepe Sancho), que entendía algo”, rememoró.
A pesar de esta intensa entrevista y de la sección de las hormigas, la invitada fue despedida mucho antes de lo habitual, para dar paso a la sección de la tertulia con Cristina Pardo (43), Nuria Roca (48), Juan del Val (50) y Tamara Falcó (38). A pesar del tiempo que se dedica a esta conversación, parece que no acaba de contar con el agrado de todos los telespectadores, con el añadido de que el hecho de tocar ciertos temas de actualidad da pie a que surjan las críticas:
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