El ya denominado 'escándalo Cantora' ha hecho que el pasado de Isabel Pantoja (64 años) vuelva a ser analizado al detalle por la prensa del corazón. Sus 'fantasmas' vuelven al presente. A las acusaciones de su hijo Kiko Rivera (36), que ha contado públicamente que la artista se ha apoderado de parte de la herencia que le dejó su padre, se han sumado varias voces que han cuestionado el amor de la sevillana y su fallecido esposo, Paquirri. Una vuelta al pasado en la que también está participando Francisco Cotes (67), el primer hombre en la vida de la tonadillera.
Según revela el propio Francisco, Pantoja y él se conocieron en Mallorca en 1970, cuando una jovencísima Isabel comenzaba a dar sus primeros pasos en el mundo del espectáculo, siendo aún una adolescente. "Ella tenía 14 años y yo tenía 17, en aquel momento ya apuntaba maneras, ya apuntaba maneras la Maribel. Cuando vino a actuar estaba con una mano delante y una detrás, tuvieron incluso que dejarle el vestido", sostuvo Cotes hace unas semanas en el programa Socialité.
El joven se enamoró perdidamente de la ahora estrella de la canción, razón por la que incluso quiso hacer oficial su noviazgo con la autorización de la matriarca de los Pantoja, Ana Martin (89). "Yo le escribí una carta a su madre pidiendo permiso para verla", ha afirmado Francisco, que narra la excesiva presencia de los Pantoja en la vida de Isabel: "Su familia no se separaba de ella, cuando Isabel y yo quedábamos su madre estaba con nosotros y se sentaba entre los dos". Un dato muy revelador que según el protagonista de esta historia escondía un poderoso motivo: el dinero.
"Lo que dicen de la obsesión por el dinero, todo viene por la familia. Ella ha sido la que ha mantenido y ha sacado para adelante a todos ellos. Con 14 años ya sacó adelante a Bernardo (69), a Agustín, a Juanito, a su padre y a su madre. Por eso su madre no la dejaba ni a sol ni a sombra. Doña Ana no cobrará ni una pensión, porque no ha cotizado nunca, y Bernardo no daba palo al agua. Le busqué un trabajo en una tienda de souvenirs de aquí y duró nada y menos. Esa gente no era de trabajar", asiente el que fuera novio de la artista, con el que mantuvo una relación que duró alrededor de un año.
Isabel regresó a Sevilla tras terminar su periplo laboral en Mallorca, pero esto no fue obstáculo para que los dos jóvenes continuaran escribiéndose, e inclusive viéndose, ya que Francisco logró visitar la capital hispalense tras vender unos muebles. Durante ese tiempo, la joven Maribel comenzó a despegar en el circuito artístico de la península, lo que, según Cotes, fue decisivo para que su relación comenzara a enfriarse.
El por entonces camarero sintió que Pantoja iba tomando distancia con respecto a él, ya que su estatus socioeconómico no era suficiente para saciar sus pretensiones. "Después de mi viaje a Sevilla, poco a poco la cosa va decayendo, en aquel entonces yo era un camarero y era muy poquita cosita para ella. No creo que con la bondad le hubiera servido, ella siempre ha querido más. La verdad es que se la empezaba a ver prepotente", afirma.
A sus 67 años, Francisco Cotes dice no reconocer a la Isabel de la que se enamoró. Una evolución que, a su juicio, tiene unos responsables directos: su familia. El mallorquín apunta directamente a la figura de sus hermanos, concretamente la de Agustín, como impulsor de muchos de los comportamientos de la cantante. "Ha cambiado muchísimo. No acepto que sea tan egoísta, sobre todo lo que le ha hecho al hijo. Seguro que es por culpa de los hermanos, sobre todo el Agustinito, desde pequeña la han explotado", asevera el primer amor de la intérprete de Marinero de luces.
Un amor de dos adolescentes que fueron separados por la supuesta ambición de la familia de Isabel Pantoja, según cuenta uno de los protagonistas. Una historia desconocida por la mayoría que vuelve a ver la luz en el momento más complicado de la artista.
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