Mira que soy el primero que censuro a los policías de balcón y a esas personas que están, cual vieja del visillo, oteando al vecino para criticar su fallo en plena pandemia y erigirse como expertos en pandemias, pero lo de este martes tenía que decirlo. Lo que ha pasado en la semifinal de MasterChef Junior no podía dejar de censurarlo y afearlo. A los siete concursantes los han visitado sus abuelos y yo ya me he puesto tenso. Es curioso cómo lo que antes nos emocionaba en cada edición Junior hoy nos choca y descoloca.
¡Esos abrazos, esos besos, esos arrumacos y esa imagen de todos los abuelos juntos, pegadísimos, felices y pimpantes! No, lo siento, pero no se debería haber producido esa grabación, ese reencuentro familiar. No son tiempos para eso, no. En España hemos pasado un 2020 trágico, en el que millones de abuelos no se han podido ver con sus nietos. Y en 2021, ídem. ¡Obligados a no achuchar! Demasiados sacrificios, demasiado esfuerzo para que luego veamos en televisión una normalidad irresponsable. Sí, ya sé que esos abuelos se han hecho las pruebas pertinentes para acudir al programa.
Eso lo doy por hecho y descontado, vale, pero aún así no me parece correcto. Sobre todo porque esas pruebas nunca son cien por cien fiables y, qué digo, ¡porque la televisión tiene que dar ejemplo! Lo siento, pero no me ha gustado. Es más, ¡me ha puesto tenso y de mal humor! Me extraña que esto no se haya resaltado tanto como me esperaba en las redes sociales. Ahí, todos los abuelos pegados a los otros abuelos y a los nietos, rebozados unos con otros. Es una irresponsabilidad. Dicho esto, vale, sí, no niego la emoción de algunas escenas. Eah, vamos a hablar de más cosas.
Esta ha sido la noche del miedo. Y es que, el primer reto de la noche ha arrancado cargado de magia y terror. Los jueces han dado la bienvenida a los concursantes convertidos en tres personajes de miedo: La Monja (Samantha Vallejo-Nágera -51 años-), Freddy Krueger (Jordi Cruz -42-), y Pennywise, el famoso payaso bailarín de la novela It (Pepe Rodríguez -52-), todos ellos acompañados por el conocido ilusionista Jorge Blas (40). Los sustos han dado paso, eso sí, a las alegrías gracias a la visita que los pequeños han recibido por parte de sus abuelos -ay, los abuelos-, con los que han cocinado.
Tengo que decir que el comienzo del programa, con los jueces disfrazados, me ha dado miedo hasta a mí. Me ha parecido, incluso, un poco cruel que le hayan gastado esos sustos a los pequeñajos. Las redes han llegado a catalogar la escena de terrorífica y han asegurado que los niños han quedado "traumatizados". No es para menos. De entrada, el pequeño y pedante Javi se ha puesto a llorar desconsolado. Eso sí, él lo niega: "Esas lágrimas eran de sudor, tengo un problemilla en el cuerpo que cuando estoy nervioso sudo". "Los jueces de normal ya dan miedo, pero hoy ya se han pasado de la raya", ha opinado Antony sin cortarse un pelo.
Los concursantes han tenido que cocinar, ayudados por sus familiares, los siguientes platos: sopa de ajo, callos con garbanzos, rape en salsa, rabo de toro, arroz con gambas, arroz negro y fideuá con alioli. De todo el proceso, me quedo con la sobrada de Javi, cuando ha espetado, todo engreído: "Complicado para otros, para mí está chupado". No me quiero ni imaginar a este niño con unos años más. ¡No habrá quien lo aguante! De las catas, me quedo con la de Henar, ¡mi ganadora! Apuntad esto: ella será la que gane y cumplirá su sueño de levantar un restaurante y ganará muchas estrellas Michelin.
Fantasía de rabo de toro en honor al abuelo, se llamaba su plato. Las críticas han sido inmejorables. "El plato está riquísimo, está para presumir de ello. Para ponerlo en cualquier restaurante serio", ha opinado Pepe Rodríguez. Ah, ojo a la seguridad de Antony, que da hasta miedo cuando le ha soltado a su abuela -jovencísima y muy comentada en redes por su lozanía-: "Me vas a ver en la final y los 12.000 euros, para casa". Ese chico llegará lejos, no sé por qué, pero estoy seguro. Será un triunfador.
Para el desarrollo de la prueba de exteriores, el equipo se ha trasladado hasta Cantabria, donde los aspirantes han tenido ocasión de conocer algunas de las maravillas del patrimonio de esta comunidad, como la cueva de El Soplao y la de Altamira. Allí han descubierto la historia de las pinturas rupestres más valoradas del mundo. En este reto se han enfrentado, divididos como siempre por equipos, a elaboraciones y técnicas de vanguardia. Han tenido 50 minutos para cocinar láminas de bisonte con cremoso de queso picón, vinagreta de frutos secos, lomo de ciervo con espuma de frutos rojos y raíces, lubina asada con salsa de nécoras y guisantes esféricos y sobao con helado de leche merengada.
Para aconsejar a los semifinalistas, el programa ha contado con la presencia del reputado chef Óscar Calleja, al frente del restaurante cántabro Annua, con dos estrellas Michelin. De esta prueba, bastante caótica, hay que destacar la actitud poco colaborativa y bélica de Javi, que ha llegado a discutir a gritos con sus compañeros, quienes han defendido que no desean trabajar con él. ¡Normal, es muy egoísta y solo sabe cocinar bien en solitario! En grupo, solo mira para él y se dedica a comer y a entretenerse con tonterías. Además, ¡no tiene la humildad de recibir órdenes! "Es muy pesado, no lo soporto", ha espetado Nicolás y remata: "No se puede confiar en él".
En un punto del cocinado, Nicolás se ha puesto celoso de Javier, y se ha roto en llanto con Jordi, y yo casi lloro a mares: "¿Por qué nunca puedo ser yo el primero y siempre tengo que ser el segundón?". Y el encopetado de Javi a lo suyo, sin conocer la empatía: "Es que Nico no entiende que yo quiero ser el ganador y lo voy a ser". De verdad, ojalá este chico cambie mucho. Vamos, tanto que sea otro de mayor. Y después del cocinado, ha sido Nicolás quien ha pedido disculpas a Javi: "No me gustan las peleas". ¡Lo que le faltaba al ego de su compañero! La prueba la ha ganado el equipo azul. Del perdedor rojo, me quedo con la emoción y la autocrítica de Adriana. ¡Más personas como ella!
Ya de vuelta en plató, las cocinas se han transformado en una gran centralita donde los jueces han hecho de operadores para pasar unas llamadas muy especiales a los aspirantes: ¡sus mejores amigos estaban al otro lado del teléfono!, y han sido ellos quienes les han contado a los cocineros junior qué elaboración debían preparar. Una prueba cargada de emociones que, además, ha sido aliñada con la visita de un 'viejo conocido' del programa: Martín Berasategui, el cocinero con más estrellas Michelin de España, dispuesto a animarles y a transmitirles mucho 'garrote' para que consigan llegar hasta la gran final.
Finalistas 'MasterChef Junior 8': Nicolás, Aurora, Javi y Henar
Expulsados: Antony, Manel y Adriana
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