Los superhéroes suelen ser hombres y mujeres dotados de superpoderes. Lucen por regla general cuerpos esculturales en trajes ajustados que pueden ser hasta de cuero o van en ropa interior de llamativos colores. Vista así, la estética mundo de los superhéroes comparte no pocas cosas con el imaginario gay. Sin embargo, en los cómics, el vehículo cultural donde tradicionalmente han proliferado estos poderosos justicieros y sus archienemigos, la homosexualidad ha estado durante lustros bajo el yugo de la censura. La muestra SuperQueeroes, estrenada hace unos días en el Museo Homosexual de Berlín, plantea, con el foco puesto en la temática gay, una visión general del mundo del cómic. En este ámbito han tenido y todavía tienen que romperse abundantes barreras en pos de normalizar la presencia de identidades sexuales diferentes.
El libro del psicólogo estadounidense Fredric Wertham Seduction of the Innocent -La seducción de los inocentes-, publicado en 1954, sostenía que los cómics provocaban efectos negativos en sus jóvenes lectores. Sus mentes había que protegerlas de las ideas no siempre convencionales de las tiras cómicas. En dicho texto se llegaba a relacionar las historias gráficas con la “propagación de la homosexualidad” en la sociedad. A mediados del siglo pasado la homosexualidad era una suerte de anatema y, en Estados Unidos, donde la cultura del cómic ha gozado siembre de una importante tradición, las ideas de Wertham sirvieron para que, poco después de la publicación de su ensayo, se instalara un código de autocensura, el Comics Code. Éste reprimía la representación de la violencia, la desnudez, el sexo, el horror y el crimen.
“Pese a que en los cómics se mostraban hombres y mujeres musculosos y atléticos, con trajes especiales muy pegados al cuerpo o en ropa interior y capaces de hacer cualquier cosa con su cuerpo, no se les podía mostrar practicando sexo”, resume para EL ESPAÑOL el contenido de ese código deontológico Kevin Clarke, uno de los comisarios de la exposición SuperQueeroes . “El Comics Code prácticamente imponía una negación de la sexualidad en el mundo del cómic”, añade.
Clarke, que acaba de terminar una visita guiada por esta singular pinacoteca situada en el céntrico distrito de Mitte, cuenta que SuperQueeroes es producto de una conversación con un sobrino suyo, de 16 años y amante de los cómics. “Un día me preguntó, ¿Podría hacerse algo interesante con cómics en el Museo Homosexual?”. La respuesta de Clarke tomó forma de arduo trabajo en equipo con otros seis comisarios para determinar, compilar y exponer la relación que guardan la homosexualidad y el mundo del cómic. La muestra, la primera con esta temática en Alemania, reivindica también las tiras cómicas como espacio para la expresión artística de dibujantes y para la reivindicación de la realidad homosexual.
“Los cómics de temática homosexual siguen una evolución exactamente paralela a la lucha del movimiento gay”, subraya Clarke. De ahí que tras los 'Disturbios de Stonewall', altercados ocurridos en el barrio de Grenwich Village de Nueva York en junio de 1969 que sirvieron para dar forma a las reivindicaciones modernas de gays, bisexuales y transexuales, comenzaran a surgir dibujantes que entendieran la producción de cómics de un modo distinto al planteado en el Comics Code. El artista y activista afroamericano Rupert Kinnard figura como uno de los pioneros del género gracias a sus personajes B.B & The Diva, un superhéroe gay negro, Brown Bomber, y su compañera, The Diva Touché Flambé. Las aventuras de ambos fueron publicadas en la escena independiente entre 1979 y 1992. Algo antes, en 1976, apareció la figura de Superdyke, de la también estadounidense Roberta Gregory. Superdyke, heroína lesbiana con superpoderes, es una vengadora frente a los maltratadores de homosexuales.
Trabajos como los de Kinnard y Gregory permitieron romper con las tendencias impuestas por el Comics Code, posibilitando el surgimiento de otro tipo de superhéroes. Sin estas obras, y el caldo de cultivo de los años setenta y ochenta que representaron revistas como Gay Comix o Meatmen, habría sido imposible un número como el 51 de Astonishing X-Men, una serie paralela sobre los pupilos de Magneto de la editorial Marvel Comics.
Dicha portada, con fecha de 2012, está dedicada a la boda con su pareja de Northstar, un superhéroe homosexual. DC Comics, editorial de cómics y principal competidora de Marvel, también ha terminado normalizando su relación con el mundo homosexual, dando pie a números como el que se expone en el Museo Homosexual de Berlín y en el que Wonderwoman se lleva a Superman, vestido de Clark Kent, a una boda de una pareja de lesbianas.
“A finales de los años 90, los homosexuales adquieren plenos derechos en la escena de los cómics de Estados Unidos, pero los estadounidenses son muy puritanos con la sexualidad, al menos en la escena de los cómics mainstream de Marvel o DC, por eso se pueden casar pero no hay sexo”, aclara Clarke. Señala este comisario que “el sexo siempre ha sido importante en la escena gay”, por eso en la pinacoteca también se expone material de contenido erótico como el creado por el artista canadiense Joe Phillips.
Los SuperQueeroes no sólo son los superhéroes. La exposición, que ocupará hasta el próximo 26 de junio toda un ala de la pinacoteca berlinesa, también está dedicada a otro tipo de héroes más convencionales, como Lord Fanny, personaje de acción de la serie The Invisibles, de la editorial Vertigo, una filial de DC. También ocupan un lugar especial los héroes de cómic creados para proteger al colectivo gay, como Safer Sex Dude, del ilustrador Kevin L. Miller. Este personaje invitaba en 1990 a utilizar preservativo para tener sexo seguro. En el apartado de lo que en el 'Museo Homosexual' han catalogado de 'antihéroes' aparece seleccionada Anarcoma, un personaje del autor español de cómic erótico afincado en Barcelona Nazario Luque, 'Nazario'. Aparecida mayormente en la extinta revista de historietas El Víbora, Anarcoma es una prostituta transexual y detective privado que encuentra el amor en un robot.
Autores como Nazario, el alemán Ralf Köning, la estadounidense Alison Bechdel - autora del bestseller mundial Fan Home:Una familia tragicómica (Ed. Mondadori, 2008) - o el japonés Gengoroh Tagame figuran también como “héroes” de la exposición. Porque sólo son pocos los autores de culto en Europa y Estados Unidos pueden vivir exclusivamente de su arte. Aún así, los hay luchando batallas titánicas como la del propio Tagame, fundador de la revista gay G-Men, en Japón un país marcado por “leyes de censura y convenciones sociales” frente al sexo y la homosexualidad.
Tagame, que en los años 70 utilizaba el pseudónimo de Sabu, firma el manga gay 'El marido de mi hermano', publicado el año pasado. Aborda la cuestión del matrimonio homosexual. En Japón el matrimonio de personas del mismo sexo no es legal. Tampoco lo era en Estados Unidos hasta el pasado 26 de junio. Tres años antes, se había casado Northstar en el cómic de X-Men. Aunque carente de superhéroes, tal vez la última historia de Tagame sirva para preparar el terreno a la comunidad gay en Japón en su búsqueda por la igualdad de derechos.