En medio de la selva, en una cabaña alquilada por indígenas, que también me proporcionan una “extracara” tarjeta de wifi para enviar esta crónica, me da por pensar en los servicios que ofrece la hostelería moderna y redacto una lista de sugerencias. Todas las ideas están previamente registradas. Y en caso de que algún hotel las quiera utilizar, puede escribirme a Twitter, donde casi seguro conseguirá los derechos de uso a cambio de un fin de semana en temporada baja.
1.-Carta de masajes. Ahora que ya los hosteleros han comprendido que cobrar el wifi es de mal gusto, y que todos tienen carta de almohadas (que nadie pedimos), propongo ampliar el espectro y abrir el campo con un carta de masajes. El masaje de bienvenida debería correr por cuenta de la casa. Para los hoteles boutique sugiero que cuando entres en la habitación esté ya el (o la) masajista esperándote con una carta de masajes.
2.-Que regrese el botones. Nunca debimos dejar que ser fueran. Un botones es el más capacitado para hacerte sentir como en casa. Así que propongo que regresen ipso facto y que todos se llamen Sacarino, con el permiso del maestro Ibáñez. El nombre debe venir grabado en una placa que el botones lucirá con orgullo en el pecho. El botones, aunque se llame Ildefonso, durante las horas de servicio se llamará Sacarino. En caso de ser mujer se llamará Sacarina, que es un nombre que edulcora.
3.-Hospitalidad postal. Que en la mesa de tu habitación haya siempre postales y sellos. Con franqueo internacional. Hay pocos sitios en los que te sientas más solo que en un hotel. Hay pocos sitios en los que las cartas de amor se escriban más sentidas que en la cama de un hotel. Una carta de amor enviada desde un hotel siempre, repito, siempre, es eficaz.
4.-Que te llamen por tu nombre. Todos los empleados. En la recepción, en el garaje, el conserje o la gobernanta. Propongo un sistema parecido al que conecta la seguridad de cualquier presidente de Estado y que haga que cualquier persona que con la que te cruces sepa tu nombre y si el hotel es boutique, también el de tus hijos.
5.-Que siempre haya un famoso en el bar. Y que las paredes estén llenas de celebrities que se alojaron allí. Admito que según la calidad del hotel el rango de fama vaya desde Mick Jagger a Leticia Sabater. Dominar el Photoshop y ver Zelig de Woody Allen puede servir para conseguir que todo sea muy real.
6.-El Hifi tiene que ser mejor que el de tu casa. Por muy bueno que sea el sistema de sonido que tengas en casa, el del hotel debe ser mejor. Respecto al hilo musical del hotel, propongo una aplicación que permita a los huéspedes silenciarla totalmente, silenciarla por planta o bien votar entre todos para decidir si Kenny G. es bienvenido o mandarlo a la hoguera.
7.-Todos los zumos de naranja llevarán pulpa y pepitas. Tendrán denominación de origen, preferentemente de Valencia. Si se les ocurre llamar zumo natural a ese mejunje anaranjado que llegó en un garrafón a las 5 de la mañana, el hotel pasará a ser motel de manera automática y allí permanecerá hasta que plante una hectárea de naranjas sanguinas.
8.-Lectores a viva voz. Imagínate un hotel en el que te lean la prensa. En tu idioma. A viva voz mientras disfrutas de la última aceituna de tu Dry Martini. Y te pides otro más.
9.- Que en todos los hoteles haya un asesinato. Se trata de un juego, desde luego. Quedas incluido quieras o no en la trama. Puedes elegir de qué lado ponerte, puedes convertirte en detective o en víctima, ser el pretendiente de la viuda o incluso pedirte ser el fiambre y esperar a ver cómo se resuelve el caso. Esta propuesta tiene grandes ventajas para la tarjeta de puntos porque los huéspedes que más participen pueden ir acumulando descuentos.
10.- Que el check out incluya abrazos. Un “te voy a echar de menos”. Y si tienes tarjeta de puntos, la canción de La Lupe, La Lloradora, con plañidera incluida que cuando llegas a tu casa te mande un mail diciendo cómo ha cambiado todo desde que tú te fuiste porque ya nada es igual sin ti.