Nacho Duato (Valencia, 1954) ya hacía sus pinitos hablando ruso gracias a sus tres años dirigiendo el ballet del Teatro Mijáilovski de San Petersburgo. Pero un día recibió la llamada del Staatsballet de Berlín, del que es director artístico desde hace dos años. De resultas, ahora está aprendiendo la lengua de Wolfgang von Goethe con unas dificultades que dice que le van “muy bien”. “Los que no hablamos el idioma local somos ciudadanos de segunda, y eso está muy bien cuando eres algo famoso, porque te obliga a tener los pies en el suelo, a no creerte por encima del resto”, dice Duato en su entrevista con El Español el mismo fin de semana que estrena en la capital alemana Jewels, una obra del maestro George Balanchine.
Un lustro después de haber dejado la Compañía Nacional de Danza, este bailarín, coreógrafo y director artístico confiesa que tiene en mente volver a España para levantar una fundación que cuide de su obra, del mismo modo que existe una institución en Estados Unidos que hace lo propio con el legado de Balanchine. Sin embargo, Berlín es, de momento, su casa. Porque su hogar es “donde hay un escenario y un sitio para trabajar”, expone.
Desde su despacho berlinés mira con cierta resignación el panorama de la danza española, que sigue llamando “desierto” como ya hiciera su madre. Duato ha demostrado no tener miedo a nada, tampoco a ninguna pregunta, y lo mismo habla del estado de la cultura en España que de las próximas elecciones, en las que no se siente representado por ninguno de los cabeza de lista de los principales partidos políticos. “Ninguno de los candidatos a presidente del Gobierno habla de cultura”, lamenta. Tampoco rehuye hablar de su prima, la actriz Ana Duato, que se ha visto implicada en un caso de fraude fiscal que anunció este periódico.
A mucha gente que acaba viviendo en el extranjero le afloran las raíces españolas. Los hay a los que les da por escuchar flamenco, por ejemplo. No es su caso, ¿no?
El flamenco sigue siendo la marca España, cosa que no entiendo ¿Cómo es que no se dedican a hacer otra imagen? Yo ya dije que no me siento español. Me parece normal que la gente que viajamos mucho no nos sintamos de ningún sitio concreto. Yo salí de España a los 17 años y volví a los 32. He trabajado casi más fuera que dentro de España. Estoy acostumbrado a vivir fuera. Primero lo hice en Londres, luego Bruselas, Nueva York, Estocolmo u Holanda. Y en la Compañía Nacional de Danza en España, la mitad de los bailarines eran extranjeros.
Ahora me toca vivir en Alemania, ser parte de esta ciudad, porque contribuyo a la cultura de esta ciudad. Yo sólo me siento español cuando tengo que presentar el pasaporte en una frontera. O a lo mejor, en un restaurante, si sacan un vino de La Rioja y digo: 'mira, de mi país'. Pero yo, día a día, en realidad, no me siento de ninguna parte. Hay mucha gente que dice ser muy española y luego defrauda a Hacienda.
¿Le costó traerse Jewels a Berlín?
Este ballet no podría haberse hecho hace dos años aquí. La compañía ha cambiado, he traído a nueva gente y realizado cambios. Jewels no lo tiene cualquier compañía. Yo conocía ya el Balanchine Trust, en Nueva York, donde he trabajado y donde el American Ballet Theatre ha tenido dos ballets míos. En Estados Unidos todos los años tengo un estreno o dos. Tenía la experiencia para traerme este ballet del Balanchine Trust.
Yo sólo me siento español cuando tengo que presentar el pasaporte en una frontera
¿Si usted trabajara en España podría hacer algo así?
En España no hay compañías con número de bailarines para hacer lo que hago aquí. Y el dinero tampoco, es algo que cuenta bastante.
¿Cómo de importante es la falta de recursos que presenta la danza en España?
Aparentemente tenemos dinero para hacer aeropuertos y para regalar bolsos o naranjas o hacer chorradas. No es el dinero lo importante. Lo importante es el interés. Si el político no tiene interés por la danza y si no entiende que la danza tiene que formar parte del panorama cultural del país, entonces, ya pueden pasar cien años que la danza va seguir siendo la tonta del baile o la cenicienta de las artes. Dinero lo hay, y se puede buscar. Lo que no hay es interés.
¿Lo dice con conocimiento de causa por sus 20 años en la Compañía Nacional de Danza?
Yo llevé la compañía a lo mejor imaginable, a los mejores teatros del mundo, éramos un referente mundial con el mismo dinero que hay ahora.
Aparentemente tenemos dinero para hacer aeropuertos y para regalar bolsos o naranjas o hacer chorradas. No es el dinero lo importante. Lo importante es el interés
¿Es entonces todo cuestión de interés de las autoridades?
También es importante captar público. Yo tenía hasta una compañía, la compañía dos, que era una compañía júnior. Ha desaparecido, pero estaba ahí para servir de cantera. Y aquello no costaba más. Con el precio de una compañía, yo tenía dos. Es muy importante, además del interés, que se pueda pensar en un futuro, y no ir a salto de mata, improvisando todo el rato.
Habla usted del desinterés por la danza de las autoridades culturales en España. Ahora que se están registrando cambios políticos en nuestro país. ¿No ve la posibilidad de que pueda haber un giro cultural?
Cambio lo ha habido en nuestro país, y muy fuerte. Pero tendríamos que haberlo vivido hace cuarenta años. Desgraciadamente lo estamos viviendo ahora. Chorradas como ir al Congreso de los diputados en zapatillas o con rastas en España es noticia cuando aquí, en Alemania, Los Verdes entraban con pantalones cortos en el Parlamento hace décadas. Ahora estamos viviendo cosas en la política española que en Europa se han vivido hace cuarenta años.
Yo estoy contento por los cambios que ha habido, pero es una pena que estemos a la cola en muchos ámbitos. Después de China, somos el país más puntero en tren de alta velocidad, pero también estamos a la cabeza de desahucios o de desaparecidos después de Camboya. Es tremendo que existan estas paradojas en el país.
¿No es paradójico también que la Cultura tenga que gestionarse en España en el mismo ministerio que la Educación y el Deporte?
Sí, también. Aunque nadie tendría que imponer una cultura, es la gente, el pueblo, el que tiene que decir por dónde va la cultura. Que haya un ministerio de Cultura ya me parece, en sí, un poco raro. Tiene que haber sitio donde haya dinero para poder ayudar a los artistas a las escuelas y demás. Pero no tiene que haber un ministerio que decida qué es y qué no es cultura. Luego, cuando se cambia de ministro, se cambia de director general en el ministerio, se cambia el director del teatro, cambian al director de la compañía. En España está todo politizado.
Chorradas como ir al Congreso de los diputados en zapatillas o con rastas en España es noticia cuando aquí, en Alemania, Los Verdes entraban con pantalones cortos en el Parlamento hace décadas
Aquí en Alemania, puede cambiar el Gobierno, pero el director de la compañía sigue siendo el mismo. En España, al cambiarse las fichas y las políticas a cada elección, se pierde continuidad. En Educación, por ejemplo, uno pone la religión, otro la quita, la música y el arte van y vienen en los programas educativos. Esto no puede ser. El arte no tendría que ver con la política.
¿Es por eso que estamos en un desierto cultural en España, como usted ha dicho?
Eso ya lo decía mi madre. Cuando yo vivía en Londres y llamaba a España juntando monedas para usar en una cabina de esas típicas, las conversaciones con mi madre eran de un minuto: '¿Estás bien?, ¿Tienes amigos?, ¿Comes bien?' Y ya. A veces, yo le decía: 'pienso en volver a España'. Y ella me decía: 'ni se te ocurra volver a España, esto es un desierto, si vienes vas a acabar bailando en Telecinco detrás de Barbara Rey'. Era lo que se hacía entonces. Pero lo que la ciudad de Berlín dedica a la danza en un año es lo que dedica el Ministerio español de Cultura en todo el año.
Nadie tendría que imponer una cultura, es la gente, el pueblo, el que tiene que decir por dónde va la cultura. Que haya un ministerio de Cultura ya me parece, en sí, un poco raro
Sin embargo, hay figuras de renombre internacionales que salen de España, en ámbitos como la danza, como usted mismo; el cine, como Antonio Banderas; o la arquitectura, como Santiago Calatrava, ¿Ve usted a esas figuras y a usted mismo como excepciones que confirman la regla?
Calatrava o Pedro Almodóvar se pueden nombrar, sí ¿Pero cuánta gente, investigadores, artistas han tenido que irse de España porque no tiene ningún apoyo? Hay gente que sí, que hemos tenido éxito fuera, pero hay gente en España valiosísima que se ha tenido que ir porque no tiene apoyo. A mi, en concreto, después de 20 años con la Compañía Nacional de Danza, me dijeron: 'bueno ya'. No hubo una conversación sobre: '¿Cómo podemos continuar, después de 20 años en los que has hecho escuela?'. George Balanchine tiene su fundación en Nueva York. Pero mis ballets, están todos desperdigados por España. Ese patrimonio ha desaparecido.
Me consta que ya ha dicho usted por activa y por pasiva que no quiere hablar de la situación de su prima Ana Duato, investigada por delito fiscal. ¿Le preguntan mucho al respecto?
Lo que siempre digo es que yo tengo primos como todo el mundo, y que veo a mis primos, como el resto de personas normales, muy de vez en cuando. Yo a Ana la vi hace unos cinco meses porque estuvo aquí de visita. Ni siquiera sé si tengo su teléfono. Y su situación me ha sorprendido como a mucha gente. Ya veremos lo que pasa. Ella lo está pasando muy mal.
Yo a Ana la vi hace unos cinco meses porque estuvo aquí de visita. Ni siquiera sé si tengo su teléfono. Y su situación me ha sorprendido como a mucha gente. Ella lo está pasando muy mal
¿Hasta qué punto es usted una rara avis?
No lo soy. Hay muy buenos bailarines españoles. Están bailando fuera, como Ángel Corella, Tamara Rojo o Joaquín de Luz. En España no se conocen, pero fuera sí que se conocen muy bien. Y también, cada vez, hay mejores coreógrafos. Puede ser que yo haya sido un pionero en lo coreográfico, pero ahora están despuntando cada vez más los coreógrafos españoles.
¿Cómo han salido adelante a la luz del panorama español de la danza que usted describe?
Es muy difícil. Hay gente que tiene compañías independientes. Si consiguen un apoyo del Gobierno, es muy difícil mantenerlo. Yo a esta gente la admiro muchísimo. Porque yo tenía un presupuesto, y podía organizarme anualmente en la Compañía Nacional de Danza, pero estas pequeñas compañías que no reciben apenas nada, la verdad que no sé cómo resisten.
Se había hablado de la posibilidad de que sus obras pudieran volver a interpretarse en España.
Yo estoy abierto a que eso ocurra. Ahora que se me ha pasado la decepción, porque me disgustó haber dejado la Compañía Nacional de Danza. Me hubiera gustado que el trabajo se hubiera seguido representando y que no se perdiese.
Usted quería que su obra siguiera viviendo.
Sí, y si no lo hace, pues ya hay precedentes. No sólo ha pasado conmigo. Ya pasó con otros, con Antonio Ruiz Soler (“El Bailarín”) o con Antonio Gades. ¿Dónde estuvo ahí el ministerio?
El ministerio se va a gastar en 2016 del orden de 94,2 millones de euros en música y danza. 94, 2 millones de los 3.150 millones de presupuesto que tiene el Ministerio de Educación, Cultura y Deportes.
Esos 94,2 millones es mucho menos que lo que emplea la ciudad de Berlín con sus Deutsche Oper, Komische Oper, Staatsoper y Staatsballett. Sólo esas cuatro instituciones cuentan con mucho más dinero. Y en España parece que están contentos con lo que tienen. Tienen un teatro, el Teatro Real, pero no tienen una compañía en el Teatro Real. Portugal tiene el ballet en São Carlos, Chile tiene su compañía nacional en el Teatro Municipal de Santiago, igual pasa en Buenos Aires o en Montevideo. Aquí en Alemania, cada ciudad tiene su compañía. Hay 82 compañías en Alemania con teatro. En España no hay ni una con teatro. Y, sin embargo, en España tenemos el IVA cultural más alto de toda Europa. Ridículo.
Dado lo reconocido internacionalmente que estaba su trabajo. ¿No había autoridades que iban a ver su trabajo en los tiempos de la Compañía Nacional de Danza, para mostrar algo de interés por el ballet?
Esperanza Aguirre como ministra de Educación, Cultura y Deportes vino una vez. Vino más Carmen Alborch, que era de Valencia. Pero no les interesaba de verdad. No vino ningún presidente del Gobierno. Cuando estuve en Rusia, Vladimir Putin vino tres veces a ver estrenos del Teatro Mijáilovski. A mi no me cae bien Putin. Pero allí estaba.
No sé si este desinterés incluso de las élites tiene que ver con las ideas de la Iglesia católica, según las cuales el cuerpo es algo pecaminoso
No sé si este desinterés incluso de las élites tiene que ver con las ideas de la Iglesia católica, según las cuales el cuerpo es algo pecaminoso. No lo sé. Por mucho que lo piense o lo hable con mis amigos, no encuentro una respuesta a ¿Por qué no hay en España una compañía de ballet con su teatro y su orquesta? Igual son los cuarenta años de dictadura que hemos tenido y que todavía colean.
¿Y que haya ahora dos nuevos partidos debatiéndole el poder a PP y PSOE en la política, no le hace pensar que habrá cambios a nivel cultural?
Yo no he escuchado a ninguno de los líderes políticos actuales hablar de cultura. Albert Rivera mejor que no hable. Yo no lo veo un señor muy intelectual, ni de ir al teatro, al ballet o a ver cine independiente. Pedro Sánchez, bueno, su hermano David es director de orquesta y a lo mejor está un poco más sensibilizado. Pero a Pablo Iglesias no lo he escuchado hablar de cultura en mi vida.
¿Y qué me dice de Izquierda Unida ?
A mí me gusta Alberto Garzón, pero no Izquierda Unida. No soy comunista, pero me gusta Garzón porque creo que habla más desde el corazón. Él es quien menos ansias tiene por llegar a La Moncloa. Y eso es muy importante.
Yo no he escuchado a ninguno de los líderes políticos actuales hablar de cultura. Albert Rivera mejor que no hable. Yo no lo veo un señor muy intelectual, ni de ir al teatro o a ver cine independiente
Pero tampoco es que Garzón destaque por sus alusiones o proyectos para la política de cultura de España.
Ya, pero es que en España usted no oirá hablar de eso a nadie.
¿No piensa en volver a España?
Yo ya he propuesto que me hagan ministro de Cultura y resuelvo el tema de la danza (risas).
Se refiere a poner en marcha una compañía, con fondos públicos, con su teatro. ¿Pero eso cuánto podría costar algo así?
No es tanto, diez o doce millones al año. Con eso se puede tener una compañía que esté muy bien. Pero claro, no es eso sólo. Hace falta también el público. Porque por mucho dinero que pongas en una compañía, si no tienes un público entendido, no sirve de nada. Hay que educar a los niños en la escuela, como hacen aquí, que los niños por las tardes tienen piano, violín, son muy musicales.
Aquí tenemos talleres, para niños con dificultades y para niños refugiados. Los tenemos aquí mismo y les damos clases de movimiento y de ballet. Se les habla también de la danza, de los coreógrafos, se explican cosas como qué es un tutú. Sé que en algunos conservatorios españoles esto se hace también, pero no está tan propagado como aquí.
¿Cómo ha sido la experiencia con esos niños necesitados?
Yo soy aquí el director artístico y podría cortar esas actividades, pero no lo hago porque me parecen importantísimas. Tengo mucho trabajo y no puedo estar con los niños, pero sí he visto clases y sé lo que se imparte en estos talleres. Todos estos niños vienen aquí con sonrisas. El otro día vinieron a ver la “Bella durmiente” al teatro 800 refugiados, estaban tan contentos viendo este espectáculo.
Ha dicho que va a dejar la dirección artística ¿Por qué?
Porque me estoy agotando. Me gustaría formar mi propia fundación y montar ballets en distintas partes del mundo, pero más tranquilo. Habrá que coger un equipo para montarla, y centralizar todo lo que tenga que ver con mi trabajo. Y poder, desde la fundación, dar becas y cosas así.
¿Dónde podría en marcha algo así?¿En España?
Sí, en Madrid.
En España ahora se están solidarizando importantes figuras de las artes con los titiriteros acusados enaltecimiento del terrorismo. ¿Qué opinión le merece este caso?
Me da un poco de vergüenza, yo creo que algo así no pasaría en ninguna democracia madura. Es alucinante que estos dos vayan a la cárcel y que todavía esté Jordi Pujol en la calle. O que no estén en la cárcel los responsables de los ayuntamientos que tienen a Franco en un pedestal, o que todavía tienen calles dedicadas al dictador y a amigos del dictador. ¿No pasa nada por esa apología del franquismo?
Es alucinante que los titiriteros vayan a la cárcel y que todavía esté Jordi Pujol en la calle. O que no estén en la cárcel los responsables de los ayuntamientos que tienen a Franco en un pedestal
Antes me ha hablado de Iglesias, Rivera, Sánchez y Garzón, ¿Qué me dice del Gobierno en funciones?
Tienen un discurso de que va a venir el comunismo y los bolivarianos y que todo será un desastre. No sé cómo no se dan cuenta del ridículo que hacen. Todos los ministros me retrotraen a la época de Franco. Creen que somos tontos. No se enteran de que los jóvenes, por cien euros, viajan, hacen cosas, de que los ciudadanos ya conocemos el mundo, sabemos lo que pasa en el mundo gracias a Internet.
¿Votó en las elecciones del pasado mes de diciembre?
Yo no voto. Está muy mal.