Durante más de cuatro décadas una niñera retrató a Estados Unidos sin que nadie lo supiera. Jugaba con los reflejos de Chicago con una cámara por las caderas, solitaria, con la única compañía de los niños que cuidaba. Vivian Maier, la fotógrafa que murió en un albergue para indigentes, ha encontrado a sus herederos.
A raíz de una exposición de la artista Vivian Maier, Street Photographer Photo España y la Fundación Canal lanzaron un concurso basado en su obra. 4.000 fotos han homenajeado a Maier en un intento de “aparcar la pasión por los selfies y recuperar el valor y la magia de los autorretratos de la tradición fotográfica clásica”. La fotografía se pone purista y reivindica la esencia de la cámara: retratar el mundo, sin que el mundo te vea.
Esther Elena PA con 21 años nunca visitó la exposición. Vive en Canarias y la distancia no se lo permitió, pero internet sí. Está feliz y sorprendida, pero, sobre todo, sorprendida. Es estudiante de Bellas Artes y a través de sus profesores conoció a Maier y le impactó la manera en que la estadounidense jugaba con los reflejos. “El juego de los espejos es muy curioso, la cámara ya de por sí es un reflejo y con ella haces un registro de todo el mundo que te rodea, que es lo mismo que el aparato hace”, cuenta la ganadora. Presentó la fotografía titulada Ciudad: donde lo íntimo se vuelve público y lo público, íntimo, una reinterpretación de una obra de Maier. “Ella se fotografía en un espacio cotidiano como es el baño, como el que a todos nos envuelve, y yo quise hacer lo mismo”, señala.
El texto que acompaña a la fotografía ganadora muestra la intención de la estudiante “en la búsqueda constante de escenarios e imágenes cotidianas, los espacios de la ciudad se convierten en mi gran lienzo, mi ojo fotográfico se vuelve perspicaz, se fija en reflejos y los captura. Quizás intentando conformar mi propio ser, quizás huyendo del mismo, pero sin lugar a dudas documentando instantes capaces de mostrar el espacio y el tiempo en el que estamos inmersos, donde una misma se vuelve ciudad”. La estudiante se vincula así con la obra de Maier, quien reflejó diferentes espacios de Chicago, desde los suburbios hasta las limusinas. La retratista capturó un mundo cambiante pero también cómo cambiaba ella misma, algo que ha hecho la joven al observar cómo “lo urbano domina el interior de mi persona”. El concurso ha premiado con 2.000 euros a la estudiante que lo invertirá “en seguir creando”.
Además del primer premio se han dado dos accésit, con una dotación de 500 euros cada uno. Ignasi Raventós presentó Para lo bueno y para lo malo. “Me llamó la atención el escaparate y me imaginé a mi bella mujer luciendo el collar. Para ver el efectto, me puse yo. Y la verdad es que me quedaba de perlas…”, explica. Raventós tampocó visitó la exposición en la capital, pero conoció la obra de Maier en una exposición en Barcelona, “Ha sido todo un descubrimiento por su forma de abordar la foto de calle con entera libertad y con una mirada afilada y sensible al mismo tiempo”, cuenta. Él, al igual que la ganadora, no es profesional pero sí un buen aficionado y del mismo modo que la estadounidense le encanta la fotografía de calle porque “te concede libertad, simplemente se trata de cazar imágenes basadas en tu ideario”.
El otro accésit ha sido para Carolina Santos, por su foto Tarde de barbería. Carolina se retrató con su hijo en un gesto cotidiano: un corte de pelo. En el texto que acompaña a la foto cuenta que “casi se queda dormido mientras le cortan su precioso pelo de bebé, él quiere parecer un niño mayor y yo no soy quien para evitarlo, no puedo retener la dulzura, quizás alargar la inocencia...¿Hasta cuándo? Suena música de los años cincuenta y nos transportamos en el tiempo, mientras el barbero corta el pelo con la energía y entusiasmo de un niño concentrado en su juego favorito. Tal vez hay cosas que el tiempo no sea capaz de matar”.
El concurso se ha realizado a través de Instagram y entre los 4.000 participantes hay una gran variedad de autorretratos: sombras que se extienden como charcos de agua, reflejos en un cristal, en un espejo, rostros distorsionados… En muchas de las fotografías se aprecia el uso de los elementos urbanos para construir autorretratos, tal y como hacía Vivian Maier.