El Área de Cultura vuelve a abrir una nueva crisis en el Ayuntamiento de Madrid de Manuela Carmena. Santiago Eraso, director artístico de Madrid Destino, ha renunciado a su cargo por “desapasionamiento”, tal y como ha informado a este periódico. Eraso pidió a Celia Mayer, responsable del área, el verano para pensar qué hacer con su futuro, debido a asuntos personales que le reclaman en San Sebastián, su ciudad natal.
También menciona la “desafección con su trabajo” a la que ha llegado un año después de aterrizar en la empresa más caótica del consistorio. Junto a un duro desgaste al que la oposición le ha sometido, admite la “dificultad para gestionar” el caos económico y laboral en el que se halla encallada Madrid Destino, gestora de Matadero, Teatro Español, CentroCentro, Conde Duque, Centro Fernán Gómez.
En 15 días abandonará su puesto y, tal y como ha podido saber EL ESPAÑOL, Mayer ya ha pensado en un recambio: Berta Sureda. Aunque todavía está por confirmar, desde hace al menos tres meses, la gestora cultural catalana ha mantenido reuniones en las que se autoproclama nueva directora de Madrid Destino, como han explicado a este periódico uno de sus interlocutores. De hecho, en el área de Cultura sólo Mayer es partidaria de la contratación de Sureda. Manuela Carmena tiene la última palabra y no suele coincidir con la de la concejala. Entre medias, el 24 de septiembre se reúne el jurado para decidir quién dirigirá el Teatro Español y las naves de Matadero.
Su inmovilismo
Cuando Sureda llegó al Ayuntamiento de Barcelona, de la mano de Barcelona en Comú, Berta Sureda dijo que trabajaría por acabar con la Marca Barcelona como marca de escaparate, que bajaría la cultura a la calle y la ciudadanía, que dejaría de hablar de cultura “en mayúsculas”. Y cuando la alcaldesa Ada Colau tuvo que negociar con el PSC para seguir al frente del consistorio entregó la cabeza de Sureda.
En menos de un año, Sureda salía de su puesto con críticas por la “inacción y dejadez”
Estuvo al frente de la cultura de la ciudad condal menos de un año, pero las críticas por “inmovilismo” no tardaron en llegar. En una entrevista concedida a El Mundo reconocía que los efectos de su concepción de una nueva “cultura tardarían en verse”. “Pero creo que se notará. Estamos trabajando en una nueva institucionalidad, una nueva manera de relación entre las instituciones y la ciudadanía que es difícil de explicar. Pero provocará cambios radicales”, aseguraba. Meses después, ni una cosa ni otra y Sureda, fuera.
Fue sustituida por Jaume Collboni, segundo teniente de alcalde de Empresa, Cultura e Innovación, tras el acuerdo de gobernabilidad entre los dos partidos. En menos de un año, Sureda salía de su puesto con críticas por la “inacción y dejadez”. De hecho, al entrar Collboni al cargo encontró que el organigrama del área de Cultura no estaba definido después de un año y dio tiempo a su predecesora para rematarlo (sin tener noticias de ello hasta el momento).
Durante su etapa como gerente de la Entidad Autónoma de Difusión Cultural (EADC), en 2007 y 2008, las anomalías en las cuentas derivaron en la denuncia de la Sindicatura de Cuentas de Cataluña, que fiscalizó los gastos del organismo. El informe señaló las irregularidades en la adjudicación de subvenciones: "No hay una correlación entre las puntuaciones de los proyectos y los importes otorgados, así como entre el importe solicitado, el presupuesto del proyecto y el importe otorgado".
Malos recuerdos en el Reina Sofía
Las mismas críticas con las que el sector cultural sentenció su gestión, acompañaron a Sureda como responsable de las actividades públicas en el Museo Reina Sofía, donde desempeñó -entre 2008 y 2015- el papel de responsable de actividades públicas (biblioteca, documentación, programas culturales, educación, actividades e imagen pública, entre otras cosas).
Externalizó servicios y puestos estructurales de su área como "difusión". Uno de ellos recayó sobre Mónica López Dalmau, ahora asesora en el Ayuntamiento de Barcelona, de ahí que los funcionarios públicos no guarden buenos recuerdos de su paso. El periódico Diagonal ya denunció la creación de una red de falsos autónomos durante el ejercicio de Sureda y López. La política de cesión de espacios tampoco fue todo lo transparente que cabía esperar, al cederlos a actividades como la presentación del libro de Toni Negri o la clase magistral de David Lynch.
No me puedo creer que no haya nadie más joven e ilusionante en Madrid
En el Reina Sofía coincidió con Jesús Carrillo, otro de los defenestrados del Área Cultural. Ambos abandonaron sus puestos para unirse a las versiones locales de Podemos. Carrillo terminó dimitiendo antes del año. La cantera política del Museo Reina Sofía bajo las órdenes de Manuel Borja-Villel parece inagotable.
“Brilla por su incapacidad”, cuenta un funcionario del Museo Reina Sofía a este periódico. “Sólo nos faltaba tener que tragar los restos mal digeridos de Colau”, dicen de ella. Desde Barcelona se preguntan: “No me puedo creer que no haya nadie más joven e ilusionante en Madrid”. En el museo la definen como un “mero espectro con un contrato de alto directivo”.
Una gestora sin discurso
Y desde una ciudad y otra, coinciden en señalar que no existe el legado Sureda en ninguna de las instituciones por las que ha ido pasando. “Ni es una técnica, ni es una política, simplemente es un personaje que está de más”, cuentan fuentes que trabajaron con ella en el museo. Era clara y manifiesta su incapacidad para resolver problemas y su habilidad para “posponer permanentemente reuniones”. “Ineficiente y sin discurso propio”, sentencian.
Sus éxitos más notables en un año como protectora de la cultura barcelonesa han sido la legalización de los conciertos de pequeño formato en bares y las rebajas fiscales para las librerías.
La inestabilidad del área de Celia Mayer ha superado con mucho la dócil gestión del centro Arteleku (San Sebastián), donde Eraso estuvo al frente durante veinte años
Nadie ha podido con Madrid Destino: tanto Fernando Villalonga, como Pedro Corral (ambos del PP), cuyos mandatos serán recordados por su más que cuestionable gestión. El propio Eraso explicaba a este periodista al aceptar el cargo, que esta gran mole de desmontaje imposible fue creada como estrategia “de liberalización y mercantilización de la cultura”. “La intención del anterior Ejecutivo era acabar con la cultura como bien público”, decía quien se define como un defensor de esta como bien social ligado a la educación.
Eraso apenas ha podido echarle el guante a Madrid Destino y al crudo juego político de la oposición que le ha llegado a acusar de enaltecimiento terrorista. La escala gigante de la empresa municipal, la guerra parlamentaria y la inestabilidad del área de Celia Mayer ha superado con mucho la dócil gestión del centro Arteleku (San Sebastián), donde Eraso estuvo al frente durante veinte años. Se marcha con el plan de Madrid Destino presentado, aunque con la desesperanza de ver que la administración va más lenta de lo que a él le hubiera gustado.