Berlín

Nada parece anormal en la esquina de la plaza berlinesa de Hermannplatz con la avenida Sonnenalle, en el sureste de la capital alemana. Es domingo y la gente se pasea, muchos de ellos en familia, sin reparar en que faltan media docena de carteles publicitarios del mobiliario urbano. En las marquesinas de dos paradas de autobús y en un mupi de la Sonnenalle las luces de neón han quedado desnudas.

Los carteles no están donde deberían porque es el No-Ad Day, en inglés “el día sin publicidad”. Un puñado de adbusters – “cazadores de publicidad” – salían el domingo a las calles de una treintena de ciudades de todo el mundo para dejar dispositivos publicitarios sin productos ni marcas que vender. Sólo en Berlín faltaban el domingo en torno a un centenar de carteles.

NO-AD Day

Vermibus, nombre artístico del joven español que se ha convertido en uno de los promotores de esta iniciativa, muestra a EL ESPAÑOL el mapa de Berlín que ha servido de guía para esta acción antipublicitaria. Sobre ese mapa hay un montón de puntos rojos. Es donde ha estado de caza.

La cacería de Vermibus y compañía es muy limpia. El mobiliario urbano no sufre desperfectos. Estos cazadores publicitarios están dotados de las llaves que permiten tener acceso a los pósteres iluminados. Abren las marquesinas sin mayores dificultades. Lo hacen como si fueran empleados de la empresa que se ocupa del mobiliario urbano. Vermibus cuenta entre sus aperos con un chaleco que imita los que llevan los trabajadores de una conocida empresa dedicada al mantenimiento de la publicidad en el espacio público.

Donde estamos más expuestos y menos protegidos a la publicidad es en la calle, porque en Internet uno puede tener un bloqueador

Este chico que asoma a la treintena madrugó para empezar desde muy temprano a retirar carteles. Por eso pide un café doble antes de empezar a hablar con este periódico. “La gracia del No-Ad Day es que, durante el día, estamos ofreciendo un descanso visual a la gente que pasea por donde hemos pasado nosotros, pero la cosa cambia de noche”, dice Vermibus. “Porque dentro de cada vitrina hay cuatro neones que están dando luz a saco, es un focazo de luz brutal que molesta a los ojos. Eso es lo que se ve cuando no hay un anuncio, cuando no hay anuncio eres más consciente de lo que hay a tu alrededor, de dónde están las vitrinas”, añade.

A su entender, acciones como el No-Ad Day tienen mucho de servicio público. “Donde estamos más expuestos y menos protegidos a la publicidad es en la calle, porque en Internet uno puede tener un bloqueador de publicidad, también se puede cambiar de canal o apagar la televisión cuando empiezan los anuncios, pasa lo mismo en la radio”, explica Vermibus. “Nosotros queremos ayudar al ciudadano, yo no gano nada con esto, ni voy a vender más mis obras”, sostiene.

Marquesinas sin carteles en Berlín.

Para él, hay conflicto con la publicidad en la vía pública a partir del momento en que uno sale a la calle y “tiene que ver publicidad sin recibir absolutamente nada a cambio”. Especialmente porque, a su modo de ver, la publicidad está cargada de cosas “muy peligrosas, como el sexismo”. “Lo que hacemos es cuestionar la parte visible del capitalismo, el cómo se promociona el capital”, afirma. En realidad, Vermibus no habla en clave marxista. “Si yo estuviera en Cuba, a lo mejor también quitaría la propaganda política”, sostiene.

“Somos parte de la ciudadanía que dice 'ya basta de publicidad'”, abunda Vermibus, que cita ejemplos a seguir como el de la localidad francesa de Forcalquier y de la ciudad gala de Grenoble, ambas comprometidas en la supresión de los mensajes publicitarios en la calle. “Para la industria de la publicidad, nosotros somos una mosca cojonera, o ese mosquito que vuela por las noches, hace ruido y no deja dormir”, agrega el artista.

Para la industria de la publicidad, nosotros somos una mosca cojonera, o ese mosquito que vuela por las noches, hace ruido y no deja dormir

Las obras de Vermibus parten de acciones similares a las del No-Ad Day. Suele utilizar disolventes para modificar los carteles que retira para después colocarlos de nuevo en las marquesinas. Las alteraciones a las que somete esas imágenes dan lugar a unas obras características por su carácter oscuro y hasta amenazante. Esa es su “respuesta” a los “mensajes publicitarios que están machacando constantemente, estés donde estés”, según sus términos.

El No-Ad Day se ha celebrado simultáneamente en ciudades culturales como Berlín, París, Londres, Sídney, Oslo, Nueva York, Milan, Bruselas, Ámsterdam, Colonia, Barcelona y Madrid. Se habrán quitado, en total, medio millar de carteles. Vermibus lleva dos años animando al desarrollo de este evento, que encuentra sus orígenes en la acción que este joven artista protagonizó en 2012, el No-Ad Project. En ese “proyecto”, Vermibus quitó una treintena de carteles.

Fecha clave

Ahora aquella iniciativa se ha convertido en una fecha relevante del calendario de los cazadores de publicidad de todo el mundo. En detrimento de más de 300 carteles publicitarios, la participación en 2014 superó el medio centenar de activistas. “A mi me gustaría que la gente hiciera esto por su cuenta, en lugar de tener que estar organizando, porque es mucho trabajo”, confiesa Vermibus.

Vermibus retira un cartel de una marquesina.

Este domingo él recorría buena parte de Berlín quitando carteles. Ha estado en puntos como la céntrica Alexanderplatz o el Check Point Charlie, dos de las zonas más concurridas de la capital alemana. “Lo que hacemos es totalmente pacífico, pero hay muchos riesgos, especialmente porque hoy había mucha policía”, afirma el artista, consciente de la ilegalidad de sus acciones.

Vermibus se define como “uno de los facilitadores para que el No-Ad Day pueda funcionar”. No es el único. Participa igualmente en esta iniciativa Jordan Sailer, otro artista dedicado al activismo contra la publicidad. Sailer, entre otras cosas, tiene un proyecto de reproducción de llaves de marquesinas de todo el mundo. Las crea y envía a otros activistas para que puedan utilizarlas.

Lo que hacemos es totalmente pacífico, pero hay muchos riesgos, especialmente porque hoy había mucha policía

También comparte objetivos con Vermibus y Sailer el colectivo británico Brandalism. Este grupo fue capaz de “intervenir” hasta 600 marquesinas y dispositivos publicitarios callejeros en París durante en los días de la COP 21, la Cumbre de las Naciones Unidas para el cambio climático.

El artista mallorquín asegura sentirse “un privilegiado” porque vive de la militancia contra la publicidad. Reconoce que vende sus obras “a precio caro”. Asegura que muchos de sus clientes son, paradójicamente, “gente del mundo de la moda y de la publicidad”.

Esos son los objetivos favoritos de sus obras, donde se deforma a los siempre despampanantes modelos de promoción de productos de lujo. Para sobrevivir Vermibus y satisfacer también a esos clientes es probable que algunos de los carteles que quitó de en medio el domingo vuelvan a marquesinas o galerías de arte, revalorizados.

Noticias relacionadas