De ella, tenemos grabado el nombre –tan sonoro que es imposible de olvidar- y su rostro en ‘Sed de mal’ (Orson Welles, 1958). Sin embargo, sólo aparecía 20 segundos, como la propietaria del club de striptease. Suficiente para una mujer de mirada penetrante y turbadora. Y eso que tuvo que competir nada menos que con Marlene Dietrich. La alemana ganó en la pantalla, pero la Gabor consiguió estar a la misma altura que ella en los títulos de crédito, como artista invitada. No en vano era la novia del productor, Albert Zugsmith. Esta anécdota es el mejor resumen de su biografía.
Zsa Zsa Gabor, muerta el domingo a los 99 años en su mansión de Bel Air, pasará la historia por ser la primera y la más grande ‘celebrity’ (celebridad). Ella supo entender mejor que nadie que la fama había que conseguirla tanto en las salas de cine como, sobre todo, fuera de ellas. Así, se hizo famosa gracias a su agitada vida privada, siempre en el foco de atención.
“Merezco la atención del público no por ningún talento, sino por ser quien soy. Soy famosa por ser famosa”. Sus propias palabras dan fe de que no engañaba. Fue famosa por ser una rubia despampanante, por su gusto por las joyas y, sobre todo, por su debilidad por los hombres ricos. Llegó a casarse hasta en nueve ocasiones. Y, eso sí, también hizo algunas películas.
Entre sus maridos se encuentra el actor George Sanders (Oscar por ‘Eva al desnudo’; Jack Ryan, el creador de la muñeca Barbie; Conrad Hilton, el multimillonario de los hoteles, con quien tuvo su única hija; el influyente abogado Michael O´Hara; el ricachón mexicano también actor Felipe de Alba (‘Robinson Crusoe’ de Buñuel); el financiero Herbert Hunter; el empresario del petróleo Joshua Cosden; y el intrigante príncipe –se sospecha que compró el título- Frédéric von Anhalt, su actual marido. A esos ocho habría que añadir otro matrimonio, menos conocido, con Burhan Asaf Belge, un intelectual y diputado turco, con el se casó siendo muy joven.
Ella misma presumía de sus conquistas y de sus divorcios, asunto al que dedicó algunas de sus célebres frases, como “Divorciarse de un hombre al que ya no amas es casi tan estúpido como casarse con alguien de quien te has enamorado”. O aquella otra: “Soy tan buena ama de casa, que cada vez que dejo a un hombre, que quedo con su casa”.
Eso en lo que respecta a sus matrimonios. Además, es necesario dejar constancia de los romances que ella misma se ha atribuido. En su lista, figuran nombres tan notables y hombres tan deseados como Frank Sinatra, Richard Burton o Sean Connery. A los amantes del mundo del cine, habría que añadir los relacionados con la política, como Mustafa Kemal Ataturk, hijo del fundador de la Turquía, “un amante profesional, un dios, un rey”, según la Gabor. Y también al hijo del dictador panameño Leónidas Trujillo, que le hizo ostentosos regalos. El senador demócrata Wayne L. Hays llegó a calificarla como “la cortesana más cara desde Madame Pompadour”, en referencia a las presuntas intrigas políticas de la actriz.
Gabor había nacido en 1917 en Budapest (Imperio austrohúngaro). Hizo sus primeros trabajos como actriz en Viena y llegó a ser coronada miss Hungría en 1936. En 1941, en pleno fragor de la guerra mundial, emigró a Estados Unidos, acompañada por su hermana Magda, siguiendo los pasos de la mayor, Eva. Las tres eran aspirantes a actriz. Juntas, hacían una piña, se apoyaban una a otra. Las tres compartían la ambición de ser “ricas, famosas y casarse con un millonario”. Hasta tal punto era su coincidencia, que Magda se casaría con George Sanders años después de que se separara de Zsa Zsa.
Aunque actuó mucho en películas de pocas monta, su carrera cinematográfica no empieza propiamente hasta 1952, año en el que participa en ‘El amor nació en París’, junto a Kathryn Grayson; en ‘No estamos casados’, con Ginger Rogers; y también en ‘Moulin Rouge’, de John Huston, donde encarnaba a una modelo de Toulouse-Lautrec. Este es probablemente su papel más recordado. Hizo personajes secundarios en films como Lili (1953), El rey de circo (1954), ‘Amores de un impostor’ (1956), ‘El hombre que no quiso hablar’ (1958) o la ya mencionada ‘Sed de mal’ (1958).
De sus películas poco más puede decirse. Siguió haciendo papeles menores tanto en cine como en televisión (‘Bonanza’), así como infinidad de cameos, hasta sus últimas apariciones en la pantalla. Seguramente los expectores la recuerden por ‘Agárralo como puedas 2 1/2: el aroma del miedo’ (David Zuker, 1991), donde se representaba a sí misma en la secuencia inicial de los títulos de crédito. Aparecía aporreando un coche patrulla de la policía. Gabor había sido detenida un par de años antes por hacer eso mismo, además de por conducir con el carnet caducado y llevar una botella de whisky en la guantera. Suceso que, como es obvio, había tenido una tremenda trascendencia.
A la actriz también le debemos algunos libros de autoayuda. Tal vez el más renombrado sea ‘Cómo atrapar a un hombre, cómo mantenerlo y cómo deshacerse de él’ (1970). En él da consejos, a partir de su propia vida, de cómo afrontar las relaciones de pareja y, sobre todo, cómo cazar fortunas. Sirva uno de tantos como ejemplo: “La mejor forma de atraer rápidamente a un hombre es tener un pecho magnifico y un cerebro de mediano tamaño, y, claro, enseñar ambos”.
Con la edad, pero sobre todo tras un accidente de tráfico en 2002, una embolia en 2005 y una fractura de cadera en 2001, su salud se fue deteriorando, Hasta tal punto que su marido reunió a sus amigos para celebrar por adelantado su centenario (cumplía 100 años en febrero). El domingo, se sintió mal en su casa y fue trasladada de urgencia al hospital, donde los médicos sólo pudieron certificar su muerte. La acompañaba su esposo, Frederick, con el que estuvo casada 31 años. Y es que, como bien decía el título de sus memorias, ‘Una vida no es suficiente’.
Zsa Zsa Gabor murió el domingo en Bel Air (Los Ángeles, California), a los 99 años. Había nacido en Budapest (Imperio austrohúngaro) en 1917.