Y al mes como Ministro de Educación, Cultura y Deporte, Íñigo Méndez de Vigo descubre el caramelo amargo que escondía su campechanía: la cultura no puede esperar nada de Cristóbal Montoro para 2017. “Va a ser un año presupuestario difícil. Así que no será el año para proponer importantes ventajas fiscales”, dijo ante los senadores este lunes aclarando que las tijeras del Ministerio de Hacienda seguirán recortando las aspiraciones culturales.
“El ministro de Hacienda no entiende de eso. Tiene unas cajitas de donde entra y sale… Lo que le pide Europa es que cumpla”, añadió sobre el ministro al que se declaró “leal” hace un año, también en la Cámara Alta. Olvidarse de las importantes ventajas fiscales supone que la industria cultural cinematográfica renuncie a los incentivos que conviertan a España en plató de superproducciones, que la bajada del 21% del IVA de la entrada al cine no exista o sea anecdótica, que se vuelvan a bloquear las ayudas al cine (este septiembre se paralizó la segunda convocatoria por falta de dinero).
En 2016, el PP dedicó 803 millones de euros, fue un 7,6% más que lo dedicado en 2015 (794 millones de euros). Aunque la cantidad suponía un 34,5% menos que lo invertido en 2009 por el PSOE en la misma cartera. En 2012, Mariano Rajoy decidió dedicar 898 millones de euros; en 2013, 722 millones de euros; y 2014, 716 millones de euros. El ministro se ha querido mostrar muy puntilloso y dispuesto a cuidar la inversión, pero nunca ha aclarado si va a disminuir o cuánto crecerá la partida con él al frente. Hasta este lunes: “Va a ser un año presupuestario difícil”, repetimos.
El IVA del cine
De hecho, Méndez de Vigo enfrió en su intervención las aspiraciones de la bajada de los tipos aplicados a la taquilla: “Queremos bajar el IVA al cine, pero debemos ser prudentes en el establecimiento de los nuevos tipos”. Hasta que no se cierren los Presupuestos Generales del Estado seguirá bromeando y toreando las preguntas de la oposición: “La cultura española, pese al Gobierno, goza de buena salud”, replicó con sorna al portavoz del grupo socialista, en el Senado. “Denostar a la cultura creyendo que con eso se daña al Gobierno es injusto y no es real. La cultura española goza de muy buena salud”, volvió a insistir en su versión amable de la cruda realidad.
Lo más contradictorio de los planes del ministro es el empeño en acercar la inversión privada a la cultura, para paliar los recortes públicos en la misma. Semanas antes aseguró en el Congreso de los Diputados que una buena Ley de Mecenazgo lo será sólo si es generosa con las desgravaciones. Y lanzó la idea de la creación de una “alianza social por la cultura”. Un título muy llamativo para un menú sin chicha.
Mientras repasa los platos suculentos que ha imaginado, retira el mantel de los comensales. Animó a la oposición a practicar el cuento de la lechera, que sueña en cómo gastar lo que no tiene. Con la excusa del diálogo plantea reformar la Ley de Mecenazgo sin prisa, porque hay margen hasta cuando las cuentas públicas estén preparadas para animar a las empresas con importantes desgravaciones fiscales, como ocurre en Francia, Reino Unido y los EEUU. “Habrá que ver cuándo es el momento y mientras tanto pensemos qué debemos hacer entre todos”, tranquilizó a la oposición, que no rechistó.
Ley de Mecenazgo: ya veremos
“Para llevar a buen puerto una buena Ley de Mecenazgo debemos establecer cómo acometemos las ventajas. Si el intento de la anterior legislatura no fue lo ambiciosa que debía ser fue porque el momento económico no era el adecuado. Los momentos deben ser los adecuados, si no no hay nada que hacer”, volvió a incidir. No habrá rebajas fiscales, pero sí rebajas de expectativas. Y eso anunciando una nueva Ley de Mecenazgo, sin fecha.
Las cuentas no es lo más importante en la cultura para el máximo responsable de la política cultural española. Hay otras cosas, como la felicidad: “No tengo una visión mercantilista de la cultura. La cultura es muchas cosas más que los impuestos y las inversiones, la cultura es la felicidad de las personas”. La última pista sobre la escasez en las arcas de la cultura para los próximos presupuestos se desvela en la intención de Méndez de Vigo de reformar poco. “El Plan 2020 no será de leyes, sino de medidas y acciones. No soy un maníaco de las leyes”.