Recuerdo cuánto me sorprendió la filtración de las demos del disco Achtung Baby de U2 en el año 1991. Por aquel entonces yo era un crío y, desde mi diminuta perspectiva, ese tipo de sabotajes siempre daban la impresión de ser el resultado de un perfecto plan de espionaje. Te imaginabas a dos o tres encapuchados desactivando las alarmas del estudio de grabación, accediendo a alguna clase de cámara de seguridad donde se hallaban las cintas y despareciendo con ellas en una furgoneta negra sin dejar rastro.
La realidad, como suele ocurrir, no era tan apasionante. El grupo había estado grabando en los estudios Hansa de Berlín y, al parecer, cuando terminaron la preproducción, se dejaron las maquetas olvidadas en la habitación del hotel. Fue así como el mundo escuchó las canciones de uno de los discos más celebrados de U2 mucho antes de que éste saliese a la venta.
Hoy en día todo es mucho más sencillo. El hurto de la propiedad intelectual, que por aquel entonces implicaba la sustracción física del material, se ha visto favorecido por el desarrollo de las redes informáticas. Anime, videojuegos, discos, series de televisión o lo que se tercie. Hace poco nos enteramos de que Kit Harington y Emilia Clarke, los actores que interpretan a Jon Snow y Daenerys Targaryen en ‘Juego de Tronos’, estaban rodando juntos una escena en el islote de Gaztelugatxe, en Bizkaia, por lo que su esperado encuentro en la séptima temporada de la serie tampoco será ya una sorpresa. Incluso la información más accesoria es pasto de la filtración.
Y el motivo es que, en el fondo, aunque los anticipos suelen ser precarios o incompletos, nos encanta adelantarnos a la progresión natural de los acontecimientos. Hay un placer especial en descubrir un secreto antes de tiempo. En agitar con las manos una incógnita, destaparla un poquito y comprobar qué tiene dentro. Es como echar una miradita juguetona al futuro a través un agujero indiscreto. No hay forma de resistirse a ello.
Y ocurre en todos los ámbitos. Una vez me contaron la historia de un tipo que, al acabar los exámenes, antes del verano, siempre se deslizaba a hurtadillas en los despachos de los profesores para comunicar a sus amigos las notas días antes de que fuesen públicas. Supongo que esperando allí, en el minuto 90, la victoria y la derrota se afrontaban con más tranquilidad.
Es esa sensación de adelantarse a lo preestablecido la que nos mueve a exclamar “¡yo ya lo sé!” cuando somos niños y alguien nos anuncia que tiene que decirnos algo. O la que hace que, de vez en cuando, busquemos en Google el desenlace de una película o abramos una novela por el final. Estos días se ha filtrado la lista de canciones que compondrá la banda sonora de la segunda entrega de Trainspotting, que se estrena a finales de enero, y era inevitable no detenerse un momento a cotillear.
Aunque los anticipos suelen ser precarios, nos encanta adelantarnos a la progresión natural de los acontecimientos. Hay un placer especial en descubrir un secreto antes de tiempo
Porque, se escuche cuando se escuche, la música de Trainspotting siempre sonará de una forma especial. Resulta curioso cómo incluso aquellos que nunca han visto la película reconocen en seguida su banda sonora. Especialmente Lust for Life de Iggy Pop y Born Slippy .NUXX de Underworld. En combinación con su introducción, frenética como una metralleta, y su catártica escena final, las dos canciones se dilatan y aparece en ellas algo todavía más hipnótico y cautivador que la propia vida de Renton y el resto de personajes de la cinta de Danny Boyle, que descansan en algún lugar de los años 90.
Hasta que una secuela los ha venido a despertar. Si Trainspotting estaba basada en la novela homónima de Irvine Welsh —quien, por cierto, en la película interpreta al camello Mikey Forrester—, T2: Trainspotting es la adaptación de su novela Porno, que narra el reencuentro de los protagonistas de ‘Trainspotting’ diez años después, aunque en la película, finalmente, serán veinte.
Es interesante saber ya qué va a sonar. Cuál va a ser la banda sonora que continúe escoltando a una de las historias que mejor supo retratar el descontrol y la inadaptación del estrato más subterráneo de la Generación X. “¿Quién necesita razones cuando tienes heroína?”, se pregunta Renton desencadenando toda la película. En T2: Trainspotting, Sick Boy, Spud y los demás, ahora sumergidos en la cuarentena, seguirán golpeándose contra su estilo de vida mientras de fondo se escuchará Dreaming de Blondie, (White Man) in Hammersmith Palais de The Clash, Radio Ga Ga de Queen o Relax de Frankie Goes to Hollywood.
Y, como no podría ser de otra manera, abre la lista Iggy Pop con el remix de Lust for Life de The Prodigy y la cierra Underworld con un homenaje a la primera película llamado Slow Slippy. Porque a veces una parte puede llegar a ser tan reconocible como el todo. Y tratándose de la BSO de Trainspotting, tal vez incluso más.