Despliegan el “tifo” con la intención de aclarar al rival quién es el que manda en el campo y en Europa. La grada del Real Madrid ha preparado un golpe de efecto mortal contra los hinchas del Atlético de Madrid: un diseño que les recuerda las dos finales que los vikingos han ganado a los indios. Milán y Lisboa, 2016 y 2014. Debería doler en una semifinal de la Liga de Campeones, en el Santiago Bernabéu.
El ingenio infinito de los blancos les lleva a montar un mapa de Europa, con todas las ciudades en las que han conquistado sus once trofeos continentales. Colocan pequeñas copas en cada una de ellas y un enorme trofeo en el centro, subrayando el despliegue de imaginación. Bien grande, para que los 4.000 hinchas del Atlético, en el fondo norte del estadio madridista, se enteren. Y el campo blanco empezó a cantar: “¡Reyes de Europa!”.
El partido de la propaganda parecía ganado. El “tifo” era tan ingenioso y ocurrente como cruel. Zas. Sin embargo, al desplegarlo, parece que algo falla, el lema no quedaba del todo claro. ¿Falta algo? La gran copa iba enmarcada por una frase que decía: “Decidme: que se siente”. O eso parecía decir, porque la tilde se había perdido en el marasmo de aficionados que se asomaban a la barandilla de la que colgaba la enorme pancarta.
La tilde escondida
No se veía, pero la tilde (diacrítica) estaba (escondida). A los blancos no se les había olvidado nada, tampoco las interrogaciones. La frase tiene un claro sentido interrogativo una vez se descubre el acento. Quien hizo el “tifo” tenía claro que las palabras qué, cuál/es, quién/es, cómo, cuán, cuánto/a/os/as, cuándo, dónde y adónde son tónicas y no pueden vivir, en las pancartas o en un folio, sin su correspondiente tilde. Y en mayúscula, también.
Estas palabras introducen oraciones interrogativas. De hecho, gracias a los interrogativos podemos formular preguntas evidentes, que se abren y se cierran entre interrogantes: “¿Qué se siente?”. O preguntas emboscadas, las que incluyen claramente un sentido interrogativo, pero sin los signos de interrogación, como la frase que protagoniza el “tifo”: “Decidme qué se siente”.
Un blanco impecable
A simple vista, a la grada blanca le falló la ejecución de los recursos ortográficos que requiere la ironía. Pero lo que falló fue la vista de este redactor, que tampoco vio la tilde (dichosa). Una vez comprobó otras imágenes de ese “qué”, rectificó el artículo titulado: “El Madrid pierde el partido de la ortografía contra el Atlético”, porque en realidad, el equipo blanco también fue impecable en gramática.
Y así lo comunicó el departamento de consultas lingüísticas de la RAE a EL ESPAÑOL. No eran necesarias ni las interrogaciones: “El texto de la pancarta es correcto así, con la tilde y sin los signos de interrogación. No se trata de una interrogativa directa (caso en el que sí deberían haberse escrito los signos de interrogación: “¿Qué se siente?”), sino de una interrogativa indirecta. Las interrogativas indirectas son oraciones subordinadas sustantivas introducidas por un pronombre interrogativo tónico (en este caso, qué), que cumplen la función de complemento directo del verbo principal: “Dime qué se siente” = ‘dime eso’.”
En un mundo ideal, podría haberse resuelto como un diálogo entre hinchadas, siempre mucho más constructivo y recomendable que tratar de ofender o amedrentar al rival, presumiendo de todos tus éxitos. Pero la testosterona (de ambas hinchadas) nunca se llevó bien con el pudor. Al menos, ha hecho las paces con la ortografía.