Todos los años, a finales de mayo, un enjambre de niños y niñas pasea nerviosamente a orillas del río Potomac, en el National Harbor (Maryland) a las afueras de Washington. De fondo, una noria gigante y, al lado, un casino, también gigante.
Revisan sus papeles, tabletas electrónicas y teléfonos inteligentes y declaman extrañas palabras con la mirada puesta en el cielo, o en la alfombra. Donde sea, pero siempre huyendo el contacto visual de sus competidores.
"Cymotrichous" (cimotrico, de cabello ondulado) fue la palabra vencedora de 2011; "guetapens" (truco, emboscada) vencedora en 2012; "laodicean" (persona con visiones tibias acerca de la religión), triunfadora en 2009. Son algunos términos que acarician como animales salvajes domesticados esos niños y niñas dispuestos a competir entre ellos por deletrarlas sin errar.
La sombra de los padres
Se trata de los participantes en el National Spelling Bee (Concurso Nacional de Abejas Deletreadoras), uno de los eventos educativos más asombrosos de Estados Unidos. A los candidatos les acompañan sigilosamente sus padres, con botellines de agua y barritas energéticas. Son como una sombra seria.
La cita cuenta con más de 90 ediciones, desde que en 1925 Frank Neuhauser, de 11 años, ganase el primer torneo al acertar con las letras exactas de la palabra "gladiolus" (gladiolo). Sólo dos años, entre 1943 y 1945, por la Segunda Guerra Mundial, el concurso no se celebró.
El pasado año, en un final de infarto, y tras numerosos intentos de desempate, Jairam Hathwar y Nihar Janga, acabaron compartiendo el premio al decretar ambos con precisión "Feldenkrais" (una terapia médica destinada a mejorar la capacidad de movimiento del cuerpo) y "Gesellschaft" (sociedad de individuos que actúan por su propio interés).
Cuatro millones de tuits
Hoy en día, la pasión por observar a estos lingüistas de baja estatura y profunda sabiduría ha alcanzado niveles insospechados. El canal deportivo ESPN, habitual cadena emisora de la liga profesional de baloncesto (NBA) o béisbol (MLB), retransmite la final en hora punta. El seguimiento en Twitter el año pasado destrozó todos los pronósticos, con más de 4 millones de tuits la noche final.
"Lo que empezó como una fascinante competición con nueve estudiantes ha florecido en un tesoro nacional, donde el trabajo duro es reconocido y recompensado, y las lecciones aprendidas pueden durar una vida", aseguró Paige Kimble, directora ejecutiva del Spelling Bee a EL ESPAÑOL.
Si la cosa sigue así, en breve habrá hordas de hooligans en los bares, atiborrándose de cerveza mientras corean los nombres de las estrellas: Ansun Sujoe, Sriram Hathwar, Vanya Shivashankar, Gokul Venkatachalam.
Los indios, arrasan
Porque, curiosamente, son casi siempre de origen indio. Desde 2007, cuando se impuso Evan M. O'Dorney, con la acertada dicción de "serrefine", una pinza especial empleada por los cirujanos para tratar problemas cardíacos, todos los vencedores son nacidos en India o hijos de padres indios.
Esta pasión ha generado el interés sociológico entre la comunidad académica. Shalini Shankar, jefa del Estudios Asia América de la Universidad Northwestern en Illinois, ha estudiado el enigma en profundidad.
"Como muchos padres me indicaron, los concursos de deletreo son para la comunidad india el equivalente cerebral al fútbol o la liga béisbol. Son buenos en el tema, y le dedican mucho tiempo", explicó Shankar en un reciente artículo.Tras numerosos campeonatos estatales, en la edición de este año, llegaron a la fase final 291.
Una industria cerebral
A medida que pasan las horas, la tensión se recrudece, y cada uno asume como puede la frustración. Lágrimas, chillidos, desmayos, patadas, gruñidos, mutismo, desplantes. Toda una galería de gestión de emociones. "Es una competición, y se trata de ganar", subraya uno de los padres, que pide mantener el anonimato como si se tratase de una información clasificada de la CIA.
Las expectativas se han disparado de tal manera, que muchos de los antiguos participantes se reconvierten en entrenadores personales. Ha surgido una industria, en la que se llegan a pagar clases a 200 dólares la hora. Snigdha Nandipati, vencedora de 2012, asegura desde la web Brainsy que los nuevos competidores "nos buscan porque venimos justo del torneo y tenemos el mayor contacto directo con lo que significa estar sobre el escenario".
"Algunas de los consejos se basan en cómo comportarse sobre el escenario, otros sobre la manera de estudiar patrones de lenguaje o matrices léxicas. Se ha vuelto mucho más competitivo desde mi época. Si compitiese ahora, no duraría mucho", reconoció Nandipati.
Rezar al diccionario
El mayor de los participantes tiene 15 años, la menor 6. Edith Fuller, de Tulsa (Oklahoma), la más joven de la historia del concurso y una de las debilidades de los seguidores por su corta edad y sus cabellos ondulados de cuento de hadas, mantuvo la esperanza hasta quedar finalmente eliminada en la prueba escrita.
La mayoría recurre a un peculiar gesto, conocido en la jerga del concurso como "tecleo aéreo", para contar el número de letras empleadas. Luego aguardan, expectantes, en posición casi de plegaria, el resultado del diccionario electrónico, y del sumo sacerdote, el doctor Jacques Bailly.
Bailly, profesor de Filosofía griega de la Universidad de Vermont y quien ganó el primer premio en 1980 con "elucubrate" (elucubrar) ostenta el cargo de "pronunciador oficial". Declama como precisión de autómata y ofrece pistas a los competidores acerca del significado de las palabras y su etimología.
La final absoluta se decide, una vez más, entre dos estudiantes de origen indio Ananya Vinay, de 12 años y California, y Rohan Rajeev, de 14 años y Oklahoma. Gana ella, Vinay, tras casi agotar al diccionario con "marocain", una tela de vestido de crepé de crucería de seda o de lana, o de ambos. "Es un sueño hecho realidad", comentó la ganadora exultante en la rueda de prensa posterior. "Fue divertido ver lo lejos que podía llegar".