Los lectores minoritarios, más románticos, querrían hacerse con todos sus libros favoritos, con los ensayos más cuestionados y las novelas menos vendidas. Los devoradores de hojas fantasean con sus best-sellers predilectos. En general, cualquier lector férreo quiere una bibliotecas gigante, como la de La Bella y la Bestia, pero resulta complicado imaginar a un ladrón robando libros: hasta asalta el pensamiento culpable de que tiene algo de poético. Error: es una práctica tan perniciosa -y habitual- como otra cualquiera. Hay que sacudirse el romanticismo: los libros casi siempre se roban por lucro. Suelen ser best-sellers, para exprimir su capacidad de reventa.
Este es el caso de Angela Cannon, la joven que ha robado más de dos mil euros en libros, y no ha sido para disfrutar del cambio de hoja en su soporte original. Una denuncia con vídeo de la ladrona de libros -haciendo honor al nombre de la célebre novela de Markus Zusak publicada en 2005- puso a las autoridades en alerta y siguieron su pista en las librerías de segunda mano. Exacto. La delincuente robaba libros en la librería de the University of Northern Colorado y los metía con impunidad en su bolso.
Cannon había vendido su tesoro como el mejor pirata clásico, bajo otro nombre y usurpando la identidad de otra persona -se hacía llamar Sarah Trueko-. No era la primera vez que lo hacía.
Cannon había vendido su tesoro como el mejor pirata clásico, bajo otro nombre y usurpando la identidad de otra persona -se hacía llamar Sarah Trueko-. No era la primera vez que lo hacía: en varias ocasiones quiso hacerse con un botín de libros para revenderlos en las librerías de segunda mano de la zona, que, consultadas por la policía, aclararon que alguien con las características de Cannon les había vendido libros recientemente. En un tiempo récord, además: a veces sólo tardaba media hora en recolocar -dinero mediante- los libros que acababa de robar.
No se movía en cantidades pequeñas: el 24 de mayo, según se ha podido demostrar, vendió algunos libros, obteniendo casi 780 dólares por ellos. En total, la acusada debe 2.400 dólares, que equivalen a 2.111 euros.
Cuando por fin dieron con ella -gracias a la llamada de un librero, que acudió al 911 al ver una persona con características similares a las de ella-, las sospechas se confirmaron. Al ser cacheada encontraron tres libros y una botella de té, que también había robado. Ahora Sarah Turko, Angela Cannon o la ladrona de libros, se enfrenta a ocho cargos por robo de libros y de identidad.